Jisoo una talentosa jugadora de Corea, y Rosé, su rival australiana, se enfrentan en un prestigioso torneo en Melbourne en el Australia Open. Mientras luchan por alcanzar la cima, una atracción secreta comienza a florecer entre ellas, desafiando la...
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Es una noche clara en París, la última antes de que Jisoo y Rosé regresen a sus respectivos países. Caminan por el Pont des Arts, donde la brisa suave del Sena acaricia sus rostros y la luz de la luna ilumina el puente cubierto de candados. Las risas y conversaciones de turistas se desvanecen en el fondo, mientras Jisoo y Rosé se encuentran envueltas en un momento que parece detenido en el tiempo.
-Este lugar siempre ha sido mágico para mí, -dice Jisoo, deteniéndose y mirando hacia el río. -Pero ahora, contigo aquí, se siente aún más especial.
Rosé sonríe y aprieta la mano de Jisoo. -Nunca imaginé que París se sentiría tan... perfecto. Creo que es porque estoy contigo.
Jisoo respira hondo, su corazón latiendo con fuerza. -Rosé, he estado pensando en esto desde que nos conocimos. Quiero que seamos más que amigas, más que rivales en la cancha. Quiero que seas mi novia.
Rosé, con los ojos brillando, se acerca más a Jisoo. -Jisoo, también he sentido lo mismo. No puedo imaginar mi vida sin ti. Quiero estar contigo.
Se miran, el mundo desapareciendo a su alrededor, y se besan bajo las estrellas. El sabor agridulce de tener que despedirse al día siguiente se disuelve en la certeza de que ahora están juntas, y eso lo cambia todo.
Después de su beso, Jisoo la mira con una chispa en los ojos. -¿Sabes qué? Tengo una idea un poco loca.
Rosé arquea una ceja, intrigada. -¿Qué idea?
Jisoo sonríe, con una mezcla de nervios y emoción. -Vámonos juntas a Corea. Ahora mismo. Sin planear nada, solo tú y yo. Podríamos pasar unas semanas en Seúl, lejos de todo, y ver qué pasa. ¿Qué dices?
Rosé ríe, sorprendida por la espontaneidad de Jisoo. -¿Hablas en serio?
-Completamente. Hagamos algo impulsivo, algo que solo dos personas enamoradas harían. ¿No te gustaría?
Rosé siente una ola de adrenalina y emoción recorrer su cuerpo. -Me encanta la idea. Vámonos juntas a Corea.
En menos de 24 horas, ambas se encuentran en el aeropuerto Charles de Gaulle, listas para volar a Seúl. Jisoo, con su carácter seguro, toma la iniciativa en los arreglos, mientras que Rosé no puede evitar sentirse un poco nerviosa pero emocionada por esta aventura improvisada.
En el avión, se sientan juntas, con las manos entrelazadas, mirando hacia adelante, hacia lo desconocido. -Esto es una locura -murmura Rosé, sonriendo. -Pero me encanta.
Jisoo la besa en la mejilla. -Las mejores cosas en la vida son un poco locas, ¿no crees?"
La llegada a Seúl
Rosé miraba por la ventana del avión mientras aterrizaban en Seúl, su corazón latiendo más rápido de lo normal. No podía dejar de pensar en las palabras de Jisoo la noche anterior, cuando le había propuesto pasar unas semanas en Corea. Aunque emocionada, también sentía una ligera inquietud por lo que significaría estar tan cerca de ella todo el tiempo.
