Capítulo 2- Quedan seis.

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-Es tu culpa.

-Alessandra yo no quería, no sabía que...

Ni siquiera me dejó terminar.

-Mi hija está en una camilla de hospital por tu culpa.

No tenía defensa, lo que decía era verídico.

-Voy a encargarme de que le hagas compañía malnacida.

Se echó sobre mí y puso sus dos manos al rededor de mi cuello, movía los brazos indefensa tratando de zafarme de su agarre...

-NO.

Me levanté tan rápido de la cama que necesité unos segundos para recomponerme y no caerme a causa del mareo.

Estaba pegajosa y sudada con el corazón intentando salirse del pecho.

Durante unos segundos no veía nada más que un millón de puntitos negros por todas partes. Llevé mis manos a la cabeza, dolorida.

-¿Estás bien?

Vi se asomaba tras la puerta, nuestras habitaciones estaban al lado.

-Si, solo algo nerviosa - mentí piadosamente.

-Tampoco puedes dormir.

Negué con la cabeza.

-¿Tú estás bien? - le devolví la pregunta.

-He discutido con Zoa - se lamentó.

-Oh, perdón. ¿Quieres hablar?

Es su turno de negar con la cabeza.

-Está bien - le dije yo.

Ambos nos sentamos al borde de la cama y yo apoyé mi cabeza sobre su hombro. En respuesta él pasó su brazo por los míos.

No sé cuánto tiempo nos quedamos así pero fue reconfortante.

-Agente Abrams, ¿me recibe?

Maldije entre dientes, el puto walkie talkie.

Estiré mi cuerpo todo lo que pude para agarrarlo.

-Si, os recibo.

Mi amigo me observaba como si se tratara de una película de acción.

-Piazza di Trevi, ya.

Reconocí la voz inmediatamente, solo conozco a una persona capaz de removerme entera solo hablando.

Draven.

De verdad que a ese chico le envuelve una especie de oscuridad extraña.

Me da miedo.

Justo por eso no soy quien para no hacerle caso.

Intenté vestirme lo más rápido que pude, me puse el uniforme al completo y me maquille algo por encima, solo para no parecer un zombie.

Como no quería otro moretón ahora en la parte izquierda opté por una inocente trenza.

Tengo que cortarme el pelo urgentemente, la trenza llega a la parte baja de mi espalda.

-¡Que vaya bien! - gritó Vitalii desde el dormitorio mientras yo salía de la casa hecha un manojo de nervios.

Si, me va a ir genial, toca ronda de humillaciones.

Suspire frustrada.

En el fondo sabía que esto iba a ser así. El cuerpo de la LCN es exigente y yo, con palabras textuales, parezco un cervatillo asustado.

Asesino a bordo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora