Capítulo 9 - Aprendiz de Padawan.

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Me palpitaba la herida.

Iba a ser una infección asegurada.

-Draven, sube tú.

-Y una mierda.

-Escucha, esto va a encenderse en seguida, si yo entro no te va a dar tiempo a marcharte, iré delante, iré más lento por culpa de mi pierna y eso te perjudicará a ti.

No parecía importarle.

-Nadie más va a morir estando bajo mi cuidado, si después, cuando yo no sea tu superior, te apetece jugarte la vida allá tú - su enfado se hacía notar -. Mientras estés bajo mi cargo irás siempre delante, siempre la primera.

Oh, hay un trauma detrás de esas palabras.

Podía percibirlo, soy el ojo que todo lo ve.

Adoro mi sentido del humor.

-Zanahoria, o subes, o te subo yo - intimidada le hice caso.

Lo hice, subí.

Después lo hizo él.

Era tan estrecho.

Draven dio unos golpes a las cuatro paredes que nos comprimían.

-Bien, no arderá pero si nos quemará. Mueve el culo Abrams - había dejado a un lado nuestra amistad y volvía a ser mi superior.

Una punzada de dolor me recorre el cuerpo entero.

Noto como el calor sube y el conducto por el que me muevo coge temperatura.

En cuestión de minutos el aire se llena de humo. Instintivamente pongo mi brazo sobre mi nariz y boca.

Cada inhalación quema como si lo que estuviera respirando fueran brasas.

Estoy en un conducto de ventilación arrastrándome a gatas. Con cada movimiento la piel al rededor de la sutura se estira y temo que se abra otra vez.

Amenaza con explotar debido al aumento de temperatura y presión que ejerzo sobre ella.

El calor es sofocante, siento el sudor brotar de cada poro de mi piel, mezclándose lentamente con la sangre filtrada a través de los puntos.

Muerdo tan fuerte mis labios para no gritar que el desagradable sabor metálico se cuela en mi paladar.

-Estás dejando un rastro de sangre Nay.

-No me digas.

Un solo sonido estando en el lugar equivocado y fuera quien fuera la persona que nos busca terminaría el trabajo que ha empezado.

El metal bajo mis extremidades está abrasador, casi imposible de tocar.

Me arrastro sin detenerme porque sé que no es eso una opción.

Detrás de mí un Draven preocupado que sigue cada paso que doy.

La sala de atrás arde en llamas, no lo veo pero imaginarlo ya duele, las llamas crepitando furiosamente como si quisieran comerse vivo el crucero.

En estos momentos el miedo y la adrenalina son mis mejores aliados, uno me impulsa a seguir y el otro mantiene a raya el dolor insoportable.

Notaba como la gota de sudor caía de mi frente.

-Después de esto, mi cuerpo habrá soltado tanto líquido que no meare en dos meses - informó Draven.

-Estoy agotada.

-Para - lo dijo tan tranquilo que lo llegué a contemplar.

-No me apetece convertirme en un pincho de pollo.

Asesino a bordo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora