Capítulo 8- En llamas.

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Draven.

Un dolor punzante en la cabeza me hace despertar.

El fuerte olor a amoníaco y lejía hace que me queme la nariz y me escuezan los ojos. Parpadeo varias veces intentando aclarar mi visión pero es inútil, estoy a oscuras.

A duras penas veo algo.

Caigo en la cuenta de que no puedo moverme; mis brazos están atados firmemente a la espalda de la silla, y mis piernas también están amarradas.

Trato de tirar de las cuerdas, pero están tan apretadas que apenar puedo moverme.

Comienza a crecer en mi pecho el pánico cuando me doy cuenta de que no estoy solo.

Siento algo, alguien, detrás de mí.

Suplico a quien me escuche que no sea Nay.

Giró la cabeza todo lo que mi cuello permite y, a través del rabillo del ojo, veo un mechón rojo fuego.

-Joder - maldigo.

Noto como mi corazón se hunde al verla en la misma situación.

Ella aún sigue inconsciente.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué ha pasado?

No podía recordar nada.

Lo último que mi cerebro había guardo era como me volcaba el vaso con la bebida encima antes de desplomarse.

Después lo hice yo.

Intento llamarla pero mi voz sale apenas un susurro.

-Nayeli...- repito, un poco más fuerte esta vez, esperando que despierte, que me dé alguna señal de que está bien.

No podía soportar la idea de que algo le hubiera pasado.

De que no estuviera inconsciente sino...

Ni de coña, me volvería loco.

Jamás había tenido la necesidad de proteger a nadie, pero ella...

Hostia con Nayeli, me enloquecía.

Está inconsciente mientras respira aire tóxico, contaminado.

Todo mi interior grita por liberarme, cuidarla, pero estoy atrapado, ahora mismo soy incapaz de hacer nada.

Mi capacidad de visión se agudiza cada vez más acostumbrándose a mi alrededor.

La luz era escasa pero algo se distinguía.

¿Dónde mierdas estoy?

-Nay, necesito que despiertes.

Había ruego en mi voz.

Necesito saber que respira.

Joder.

Debería de haberle hecho caso.

Alguien sabe quiénes somos.

¿Querrá sembrar el pánico en el crucero?

Vete a saber qué planeaba.

Ana, Bea, Ray, Gabriele...

Tendrían que darse cuenta de que faltamos antes o después.

Y las cámaras.

Asesino a bordo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora