Capítulo 10 - La aventura de las compresas.

11 2 4
                                    

-¿Cómo va eso? ¿Os secuestraron? -Ana estaba estupefacta.

-Nos querían brasear un poco, eso es todo - bromeó Draven.

-Dampsen, llevas un historial con los secuestros... - informó Ray.

Estábamos todos reunidos en nuestra habitación.

Hablaban sin tapujos mientras yo seguía un poco aturdida.

¿Cuándo procesas que casi mueres?

Es un tema que a mí me llama mucho la atención.

¿Dónde estaría si hubiese muerto?

Aquí ya entran en juego las creencias de cada persona, su fe y sus valores.

Pero lo que más me sorprendía era lo tranquilo que estaba mi marido.

A mí se me cerraban los pulmones y notaba como mi corazón aceleraba solo con recordarlo. Ese calor insufrible, intenso e interminable, las gotas de sudor que caían por mi frente y la sensación de que me estaba desangrando.

Como si fuera un globo que pierde aire a cada segundo.

El líquido rojo saliendo sin retención de mi piel abierta.

Toqué los puntos de manera inconsciente.

Los pensamientos erráticos de que iba a fallecer.

A dejar de existir para siempre.

Y digo para siempre porque no soy una persona religiosa, a diferencia de mi familia que acudía a misa cada domingo, si conseguían que me presentara en una era porque así veía las preciosas capillas que llenan Italia.

A mí no me consolaba el hecho de que iría al cielo porque no creía en él, no tenía la creencia ni la fe de reencontrarme con familiares, amigos...

Se podría decir que sí, a mi me aterraba perder la vida porque ya está, se habría acabado, lo que soy, quien soy, dejaría de existir y lo haría para siempre.

Draven parecía estar exaltado, como si acabaran de darle un premio.

La adrenalina y euforia del momento se habían pasado y estaba empezando a analizar la situación.

-...Benjamin Harrimgton, lo descartamos demasiado rápido.

Volví a la realidad gracias a un ligero golpe en el codo.

Fulminé con la mirada a Ray.

-¿Era necesario?

Se encogió de hombros.

-He pensado que a lo mejor te interesaba el caso.

Ana se movía de un lado a otro de la habitación parloteando de cosas sin sentido.

Todo eran especulaciones, realmente no teníamos una mierda.

Recogí mi pelo, frustrada.

Me habían encontrado a mí antes que yo a ellos, ya íbamos un paso por detrás.

Eso me hizo recordar las palabras de Giula, ve siempre un paso por delante. En lo general se refiere a ella, pero también nos lo dice a nosotros.

-Aquí va lo interesante, Benjamin Harrington, según su historial es empresario y trabaja con su querido papi. Bien, su padre en cuestión es Adam Harrington dueño de los jabones tirma - supuse que era lo que vendía -. El hijo de dicho hombre ahora mismo está en florida, reside allí porque está intentando ampliar el negocio familiar.

Bufé.

En estos instantes no me apetece nada ser poli, solo quiero tirarme en la cama, que Luca me de mi bol de palomitas (evidentemente de mantequilla) y ponerme una película ñoña al estilo de "cómo perder a un chico en diez días".

Asesino a bordo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora