capítulo 34: ¡Tú Lealtad...!

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Me encuentro parado en la entrada, me pesa respirar, me doy vuelta y la miro, ella esta tirada en el suelo de cemento. <<Por Mi culpa>>. La furia se apodera de mi y me lanzo contra un tanque con escorpiones adentro, desato todo mi cólera. Los cristales se hacen añicos y el agua se derrama por toda la habitación. Estos engendros revolotean y chillan en el suelo, son separados de sus víctimas. Comienzo a destrozar todo el laboratorio. Luego de unos minutos ya no queda nada por romper, me quedo parado sobre los escombros, con el pecho jadeante, intentando recuperar mi ritmo normal. Luego comienzo a buscar con la mirada... Mi espada. Tiene que estar por aquí. Me pongo a patear trozos de cristal y aparto algunos objetos hasta que la encuentro. Me agacho para recogerla, pero en vez de levantarla lo arrastro hasta donde se encuentra Penryn. No puedo levantarla, la espada ya me ha rechazado, pesa una tonelada, como el plomo. Cuando llego a ella, la muevo un poco para poder colocar la espada en su funda, que aún se encuentra en la espalda de Penryn. Una vez que la espada esta guardada, la levanto en mis brazos. Ella está totalmente inmovil, su corazón no late, sus ojos aún se mantienen abiertos pero perdidos en la nada. <<Es como si estuviera paralizada>>. Su cabeza y brazos cuelgan sobre los mios, como un cadaver fresco. Me levanto con ella en mis brazos y me abro paso empujando las puertas que da a las escaleras, nos dirigimos hacía las explosiones. Voy subiendo las escaleras, pero me tambaleo un poco, casi a punto de derrumbarme. Aún no me recupero del todo de la operación y además por mi falta de adrenalina luego de mi ataque de furia. En un punto de la subida, me apoyo en el pasamanos y la agarro con fuerza para abrazarla.
-¿por qué no corriste como te pedi?. Le digo entre susurros y lo que parece lágrimas que se escapan sin poder contenerlas. <<se que no me puede escuchar. Pero y si tan solo pudiera...>>
-Sabía desde el principio que tú lealtad te mataría. Es sólo que nunca pensé que sería tu lealtad hacia mí.  <<cierro mis ojos y las imágenes de ella siendo atacada por ese escorpion. El sonido desgarrador de su grito cuando este le atravesó con su aguijon>>.  Otra explosión agita las escaleras y sigo subiendo, finalmente llegamos arriba, me apoyo contra la puerta y salimos de un empujón al primer piso. La zona es una Guerra. Los que no disparan, esquivan las balas, los ángeles se arrancan las americanas en una salida al vestibulo, corren desde la entrada y saltan en cuanto están afuera. Pero algunos tienen las alas ensangrentadas por las balas. Trozos de marmol y cableado eléctrico caen al suelo después de una explosión. El polvo y escombros nos bañan mientras el edificio queda completamente acribillado. La gente corre en todas direcciones. No le doy importancia a la gente y al caos. Solo abro mis alas para poder protegernos. Pero lo que puedo presentir, es que en medio de todo el pánico, siento las miradas, ángeles y humanos se paralizan al vernos pasar. Siento las miradas de guerreros, tal vez ya me reconocieron. Sea cual sea la campaña de Uriel, esta funcionando. La entrada se derrumba en otra explosión, luego todo queda apagado. Decido no detenerme, sigo caminando por las entrañas del edificio, todos voltean a mirarnos al pasar, el vestibulo esta lleno de ropas rasgadas. Arriba en el cielo están plagados de angeles, volando con desesperación. Puedo ver nuestro reflejo quebradizo en una pared llena de espejos rotos. Mis alas del demonio y Penryn en mis brazos muerta. Luego de unos segundos entramos con un empujón hacia la cocina llena de acero inoxidable, un humo oscuro revolotea en el aire, las estufas en llamas, todos se hacen a un lado para dejarme pasar. Otro estallido cae sobre el edificio y los muros se mueven, la gente grita por detras.
-¡Salid! ¡Salid!¡El gas va a explotar!.
Salimos por la puerta hacia la noche fresca. Los gritos y explosiones son mas fuertes conforme nos acercamos a la zona de combate. Mi paso no disminuye conforme camino por el centro de la zona de combate, Ángel y humanos están atacando y protegiéndose, mientras me dirijo hacia un grupo de personas que se amontonan alrededor de los camiones. Se que pertenecen a la resistencia. <<La entregare a su gente, tal vez encuentren la manera de rescatarla, pero si no es así. Ella será velada, despedida y sepultada por su gente, es lo menos que puedo hacer por ella, una muerte digna al lado de su gente>>. Cuando me voy acercando, uno de los soldados que grita ordenes calla y me observa. Puedo reconocerlo, es Obi. Los disparos y gritos cesan conforme me acerco. Puedo escuchar sus voces llenas de miedo y confusion, otro se persigna. Un gesto muy ironico en estos momentos. Algunos soldados acomodan sus armas, ahora se encuentran apuntando, pero...
-alto el fuego. Grita Obi. Los demas obedecen. Segundos después un grito interrumpe las miradas de aquellos soldados, una mujer. <<vagamente logro recordar ese grito. La madre de Penryn seguramente, puedo reconocerla, por aquella situación, cuando peleamos con Penryn en la oficina y su madre gritaba desesperada a través de la puerta. Obviamente reconoció a su hija>>. Ya me encuentro cerca de ellos, decido no mirar a nadie, simplemente me arrodillo y coloco a Penryn en el asfalto, solo puedo concentrarme en ella, levanto su cabello de un lado y dejo correr por mis dedos hasta caer sobre su hombro. Paso mis dedos por sus labios en una caricia lenta y delicada. <<Si tan solo pudiera besarlos de nuevo, si tan solo hubiera aprovechado cada oportunidad para besarla, para acariciarla. Pero ya es tarde>>. Luego me levanto rígidamente, como si cada músculo de mi cuerpo se negara a alejarse de ella. Logro ponerme en pie, y me doy la vuelta, caminando de espaldas a ella, pidiendo por favor a mi cuerpo que No se volte a verla. Y simplemente desaparezco entre los escombros.

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Muchas gracias por haber llegado hasta aquí. Por favor comenten que les parece la historia, si debo corregir algo. Aprecio mucho las sugerencias y por favor voten.

Florchuu fuera😘

El Arcangel Raphael🥰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora