Qué pasó... (XI)

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En Navidad?

Tarda apenas un minuto desde que empieza la primera discusión de la noche en salir del salón. Localiza el móvil de su madre cargando en la mesilla de su habitación, y no tarda en encerrarse en la suya propia.

Una vez lo tiene en las manos, duda. Es Nochebuena, y las familias estructuradas no suelen permitir muchas llamadas casi a medianoche porque él esté cansado ya de la suya.

Acaba por negar para sí. Que sea lo que tenga que ser.

Saca de debajo de la funda de su móvil (el Google Pixel, no el iPhone que sigue en la academia) el papelito que su novio le escribió antes de marcharse, con el número de su madre. Alza una ceja al marcar el número y descubrir que Nieves ya la tenía agendada como Rebeca (Martin).

Sí que han estado en contacto, sí.

No le da muchas más vueltas y se tumba en la cama mientras el primer tono le llega al oído. Los nervios se apoderan de él en forma de corazón excesivamente acelerado, tanto que deja de oír los tonos para escuchar solo cómo retumba contra sus costillas.

—¿Hola? —Pega un respingo al escuchar una voz femenina en su oreja—. ¿Nieves, eres tú? ¿Ha pasado algo?

Coge aire con fuerza. Claro que no se lo iba a coger Martin, no lo había ni pensado.

—Eh..., hola Rebeca. No soy Nieves, soy su hijo —se anuncia con voz bajita y tímida—. Soy... Juanjo.

—¡Anda, hola, Juanjo! ¡Madre mía, cariño!, ¿cómo estás? Está siendo todo una locura, ¿verdad?

—Sí, es todo bastante locura. —Se ríe y tiene la sensación de que está sonando muy histérico—. Oye...

—¡Ay, claro!, ¡qué tonta! Tú lo que quieres es hablar con mi hijo... Me dijo que te había dado mi número, que a lo mejor caía una llamada... Dame un minuto, cariño.

Juanjo está a un "cariño" de derretirse en el suelo de nervios. Esta no puede ser la primera conversación que está teniendo con su suegra. Ni siquiera la ha visto en persona, solo un par de fotos que le enseñó Martin que espera que se renueven tras la salida.

En el tiempo que pasa sumido en sus pensamientos, Rebeca le tiende el móvil a su hijo.

—Ahora mismo vuelvo. —Y lo escucha salir disparado hasta su habitación, para encontrar bajo la colcha la privacidad que necesitan—. Hola.

—Hola. —Se le escapa una sonrisa. No hace ni veinticuatro horas que hablaron por última vez, pero ha echado de menos su tono de voz bajo y la capacidad que está adquiriendo de bajar la voz cuando habla con él.

—¿Cómo estás?, ¿qué tal ha ido? Siento que ha pasado un milenio desde que me he tenido que ir de madrugada.

—Y tanto. —Resopla—. Y... ha ido bien.

—¿Bien? ¿Cómo de bien?

Ha ido increíble. Después del viaje en tren con su padre, la madre de Naiara y la maña, después de encontrarse con fans en Delicias y cantar una jota, de abrazar a su madre por primera vez en mes y medio, ha llegado al pueblo.

Nadie quería hacer algo muy grande, pero sí que había un cartel gigante con su foto del programa cerca de la tienda, cerca de donde viven. Ha sido un día largo, de ver a la gente del bar, de fumarse su primer y último cigarrillo de la Navidad y de intentar abarcar a toda la gente posible.

Su grupo de amigos principal se encuentra repartido a lo largo de bastantes pueblos de la zona, así que envía algunos vídeos para ellos a través de su prima y sus padres.

tú, yo y nuestras posibilidades - juantin /majosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora