Qué pasó... (VII)

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con la sorpresa del hotel burbuja?

Martin lleva en una nube desde el segundo en que le abrieron la puerta de casa y el que estaba tras ella era su novio. En esos dos días han hecho un directo, han visitado Bilbao y han quedado con todas las amigas que han podido.

No le sorprende que se las meta a todas en el bolsillo, pero sí que él esté tan en su salsa como si hubiera pertenecido allí desde siempre. Después de lo que se han rayado por si sus mundos no encajaban, descubrir que lo aman resulta un soplo de aire fresco.

El día de su cumpleaños se despierta con el móvil petado y un brazo en su cintura que le impide levantarse. Sonríe y se acurruca todavía más.

Cuando al fin salen de la cama, después de llevarse unos cuatrocientos besos seguidos, al cumpleañero le toca lidiar con el resto de las felicitaciones. Primero su familia, que se lo come a besos también y le cantan el cumpleaños hasta con las tostadas delante.

Luego responde al grupo de sus amigas y a los individuales; y a sus compañeros de OT, en ese orden. Se plantea subir una historia de agradecimiento por los mensajes que está recibiendo de sus seguidoras, pero está muy cansado y le apetece pasar todo el tiempo posible con los suyos.

Después de una mañana tranquila, van a comer a casa de su abuela, donde ya se incluyen sus tíos y sus primos. Tampoco es nada nuevo que Juanjo encaje ahí como el que más. Tras ayudar a su madre con la comida, lo ve riéndose con su tío, y luego comparte recetas con su amama.

María le pega un codazo.

—Que se te cae la baba, tío...

Se encoge de hombros. No se avergüenza, pero tampoco es capaz de apartar la mirada. Le encanta verlo así, tan metido en su mundo. Pasó buena parte de OT con miedo a que su novio fuera demasiado diferente a su entorno habitual, pero hasta ahora Juanjo no ha hecho más que callar todos sus dramas a base de ser él mismo, quererle y querer a todos.

Se sienta con él y besa su mejilla antes de comer. El maño le aprieta la mano por debajo de la mesa con un guiño incorporado.

Tras la comida y una sobremesa en la que todos son vídeos y fotos que todos tienen la necesidad de compartir con Juanjo, Rebeca sale para buscar la tarta.

Martin recopila en el fondo de su memoria cada segundo de ese momento. Todas las personas de su familia a su alrededor, un brazo de Juanjo siempre en su cintura, cantándole bien alto. Las sonrisas, un par de móvil grabando algo que nunca saldrá, porque todavía les queda ese resquicio de privacidad que van a mantener dentro de lo posible.

Cierra los ojos y piensa rápido antes de soplar las velas. Se le ocurren palabras sueltas, así que no formula su deseo con frases bien pensadas: "Música, actuación, mi gente, Juanjo".

Todos aplauden cuando sopla, Erik pregunta qué ha pedido y su hermana le pega una colleja, porque no se puede decir o no se cumplirá. Su cabeza se gira hacia su novio, que le sonríe con ojos achinados.

Sí, está siendo todo perfecto.

Un rato después, tanto su madre como Juanjo desaparecen, y él intenta no pensar mucho en ello, porque todo el mundo quiere un poco de él para una vez que está en casa y tampoco quiere acaparar al chico con el que más tiempo pasa.

Cuando vuelven, con miradas sospechosas por ambas partes, hacen como si nada. Martin pregunta y Juanjo le quita importancia hablando de algo de la cocina, que está seguro de que no es el motivo real de su marcha misteriosa.

Lo descubre un rato más tarde, cuando la sobremesa se estira tanto que está llegando la hora de la merienda. Rebeca les guiña un ojo y se incorpora para hablar con su propia madre. Juanjo le mira con una sonrisilla.

tú, yo y nuestras posibilidades - juantin /majosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora