Capítulo 3 El Susurro Mágico de Aurora.

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Pasaron varios meses y no supe nada más de ese chico llamado Jackson, que por alguna razón desapareció de la nada.

—¿Tú crees que este loca?—le pregunté a un conejo.

El conejito ladeó su cabeza mirándome fijamente.

Un ciervo se acercó trayendo consigo una manzana que sostenía desde su tallo y me la entrego.

Le sonreí y le quite el tallo a la manzana, luego se la sostuve y procedió a comérsela.

Mire a mi alrededor y comencé a caminar por el bosque, observando cada lugar.

Si de algo estoy segura es que ese chico no era para nada normal. Sé que puede tener una mirada muy profunda pero... Me pareció muy agradable, incluso fue muy educado conmigo.

—Aurora.

Se escuchó un susurro que la saco de sus pensamientos...

Me alarme al escuchar ese susurro mentado mi nombre, se supone que acá solo estoy yo y nadie más. ¿No?

Mire a mi alrededor pero no había nadie.

—Aurora—se escuchó nuevamente, lo extraño de esto es que no se distinguía si era un chico o una chica, lo que me llamaba.

Me gire de inmediato detrás de mí resplandeció un camino de color blanco, rosa y celeste muy brillante.

Lo mire un tanto extraña y seguí el camino, solo para ver a donde me llevaba.

Seguí el camino por un buen rato hasta que desapareció. A mí alrededor no había nada ni nadie, a excepción de un gran lugar parecido a un castillo pero más como sombrío.

Decidí irme de allí, pero nuevamente se escuchó mi nombre seguido de otro mensaje que me intrigo pero al mismo tiempo me asustó.

—Ven Aurora, no tengas miedo.

Trague saliva y empuje la puerta gigantesca. Al entrar todo estaba oscuro pero por arte de magia todo se iluminó.

Ante mí apareció una figura alta. Y me asuste soltando tremendo grito ahogado, retrocedí hacia la puerta para salir de allí, pero no había salida, solo pude quedarme allí paralizada del susto.

La figura oscura avanzó de lo más lejos hacia mí dejando ver su rostro, era un chico. No. Era una figura tan grande que me parecía que era la de un hombre, pero daba terror su figura tan ancha y alta.

—Hola amanecer ¿Qué estás haciendo aquí?—pregunto el hombre sonriente.

Las palabras no salieron de mí para nada. Solo quería salir de allí. Por más que halara la puerta, está no se abría.

El extraño sonreía, pero más que eso parecía más como un gruñido.

—Déjame ir por favor.

—¿Ya te quieres ir...? pero si acabas de llegar.

El avanzó hacia mí y yo solo pude quedarme allí sin hacer nada, solo me agache cubriéndome el rostro.

—No temas, no te haré daño.

Alcé la mirada. —Tú... me llamaste.

El asintió—. ¿Por qué?

—Porque sentí tu presencia y quería verte.

—. Siempre eh estado aquí y nunca te he visto—respondí rápidamente.

—Tu no, pero yo si a ti.

—¿Por qué me vigilas?

—No te vigilo. Es nuestra conexión la que nos une porque tú eres mía. Si miras en tu cadera, encontrarás una marca de "garra media luna". ¿La has visto?

Asentí con la cabeza, —S-sí, y tú... ¿Cómo sabes eso?

—Esa es nuestra marca de unión, es mi marca.

—¿Tu marca? Ósea que tú me...

El asintió, —Así es. Yo te marque. Eso es lo que nos mantiene unidos en momentos de crisis o simplemente, cuando queramos comunicarnos, aun estando lejos—confeso sonriente.

—Increíble... Eres una especie de lobo o algo así, eh leído mucho sobre ellos.

—No soy un lobo.

—. Pero y la marca—le digo.

—No solo los lobos pueden marcar a sus lobas. Así como también están los vampiros, ellos marcan a sus mujeres con sus colmillos. Y yo te marque con mi garra—confeso mostrando sus largas y afiladas uñas.

—Creo que eres un lobo—le afirmé.

—No soy un lobo querida.

El extendió su mano hacia mí, la tome con un poco de temor, pero la tome. Y él me ayudó a levantarme—. ¿Quieres tomar algo?

—No—respondí.

—. ¿Y por qué en tanto tiempo es que me llamas?

—Siempre supe quién eras, pero tú fuiste la que me eligió y yo te acepté porque sentía esa misma conexión contigo.

—Como que yo te elegí.

—Dentro de ti hay un gran poder que aún no has podido descubrir, pero ahí está...

De repente todo a mí alrededor se desvaneció...

Abrí los ojos y me encontraba en mi cama, el sol estaba radiante que atravesaba por la ventana de mi habitación.

Tome asiento en la cama frotándome los ojos, me estire para despertarme—. Otra vez ese sueño Aurora...

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