Capítulo 19 Días contados: La luz se está apagando.

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Buenas tardes mis amores de melocotón jiji. Espero que este capitulo les guste, solo les advierto que este capitulo esta fuerte y... No sé si lo soporten ya que ni yo misma pude jaja (reír para no llorar). Si te gusta no olvides votar o comentar, me haces feliz con eso. 

El doctor inserta la aguja tomando la muestra de sangre para luego llevarla al laboratorio.

Miro un tanto nerviosa a Jackson y Félix, quien también brindo apoyo para mí, me hacían sentir aliviada a pesar de mis malos pensamientos sobre morir muy pronto.

El doctor Joosh regresa pronto y se sienta frente a mí sin apartar la mirada unos segundos, luego la paso hacia los chicos uno a uno. Primero a Jackson y luego a Félix.

—¿Cómo te has sentido?—pregunta seriamente, lo que me hace pensar muchas cosas al instante.

¿Habrá encontrado algo extraño en mi sangre?

¿Tal vez me nota pálida y más delgada?

Mi ansiedad volvió al instante en que sus ojos miraban a los chicos con un desdén que no supe comprender. Pero bueno no seria.

—Eh...

Dudo si responder o no.

—Nada bien—termino por confesar.

Joosh pasa su mano por su frente sobándose un poco con lentitud—¿Dime qué has sentido?

—¿Tengo que hablar de eso todo el tiempo...?

—Sé que es complicado para ti, pero entiende que debo saber cualquier incomodidad que tengas...

Tomo aire y suelto un largo suspiro... —Me mareo al punto en el que me desmayo. Cuando despierto por las mañanas todo es fatal a mí alrededor. Cuando me pongo en pie todo me da vueltas—confieso aunque había más pero no quería agregarle más cosas que ya sentía.

El doctor atento escuchaba lo que decía y anoto todo en una libreta como siempre.

—También he seguido sus recomendaciones de comer sano para elevar mis defensas, estar sana y las pastillas también las tomo para mí salud pero... Últimamente, creo que no están haciendo mucho efecto en mí...

—Okey, respecto a eso... Tendremos que aumentar los miligramos y descansa dos veces al día, te hará bien. Por hoy eso es todo, te llamaré cuando los resultados estén listos—se levanta de su silla listo para marcharse.

—Quiero saber—lo detengo—. ¿Qué ha pasado con mis exámenes anteriores?

—Hubo un pequeño accidente e intercambio de exámenes y los quemaron todos.

«Los quemaron».

«No estoy segura en sí, pero creeré... Sí, si lo creo».

De hecho me daba mucha alegría saber que solo sucedió eso y que no me estaba "ocultando" nada.

—Entiendo. Nos vamos entonces—le digo.

—. Doctor, puedo hablar un momento a solas con usted.

El doctor asiente con la cabeza.

Por otro lado Félix me toma de la mano y me saca de allí.

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JACKSON:

—Con todo respeto, doctor, pero a mí no me engaña. Quiero que me diga la verdad... ¿Cuál es el estado de Aurora? ¿Y qué paso con los últimos exámenes?—exigí una respuesta.

El doctor soltó un leve suspiro—He llevado durante años el caso extraño de su enfermedad y la verdad es que está enfermedad no tiene cura. Solo empeora cada año hasta que sus células se secan y dejan de funcionar como deben. Sus células blancas tanto como las rojas están en un grave peligro de desaparecer de su sistema.

—¿Cómo que se secan?

—Es un caso extraño y aunque no lo parezca, estas se van secando cada vez más como una uva pasa... Hasta que pasen a la fase "Salyfalcleica" y terminen desintegrándose por si solas, ahí... Aurora dejara de producir más células y su sangre simplemente se detendrá coagulándose... Y morirá.

—. Lo que más me ha sorprendido es que ella tiene está enfermedad desde que la conozco, justo cuando tenía doce años. Y para ser honesto, las únicas personas que se han diagnosticado con esta enfermedad ha sido un solo caso en el año 1230. Ya hace muchos años atrás. Aurora es el segundo caso extraño en reaparecer después de tanto. Personas con este tipo de casos escasos no pasan de dos años, al menos así fue en aquel entonces. Ella ha logrado pasar mucho más tiempo con vida y aun no se ha encontrado la cura a esa enfermedad, solo puedo recetarle cosas que la mantengan en pie y estable.

Sentí como mi corazón se corrompía con cada palabra que decía. Aurora no solo estaba empeorando, tambien corría más y más, el riesgo de morir sin una cura definitiva.

Ella no se merece todo lo que le está sucediendo.

—Ella me dijo que su enfermedad tiene cura, que se llama síndrome cromático. Hasta donde sé, hay tratamientos para eso.

—Lo sé, lo sé, le mentí. Aurora no sabe de su verdadera enfermedad, tampoco quiero que lo sepa porque eso la destrozaría. He llevado tantos años su caso que me he encariñado con ella y no quiero que sufra. Solo la estoy protegiendo de lo grave de su situación.

—¿Cuál es su verdadera enfermedad?

"Tyloorss de sangre". La afecta, física, mental e interna. Su cuerpo se debilita a causa de sus defensas lo que hace que se maree y casi siempre tenga sueño, la poca falta de oxígeno que ella produce no es la normal, es más lenta y atrasada lo que hace que a veces olvide cosas porque su cerebro no está recibiendo el oxígeno necesario y no funciona como debe, finalmente cuando no recibe tratamiento, el dolor interno que siente es tan fuerte que la puede llevar al punto en el que pueda producir lesiones internas. En sus síntomas es lo único que no le mentí.

Lleve mis manos a mi rostro cubriéndolo. Me dolía que Aurora siendo tan joven estuviese pasando por algo tan grave como esto.

—Sí, es muy grave por lo que ella está pasando.

—¿Qué pasó con sus exámenes anteriores?—lo interrogue.

El doctor se dio la vuelta en su silla hacia su archivero. Saco un sobre y lo dejo frente a mí. Lo tomo y lo abro.

Procedo a leerlo...

—Tanto sus células como sus defensas están muy bajas. ¡Esto no es bueno! ¡¿Por qué no dijo nada antes?!—solté.

—Baja la voz, yo tampoco lo conozco a usted... —lo mira de arriba a abajo—. Te lo puedes llevar pero... No se lo muestres por favor, la última vez entro en crisis respiratoria y la tuve que intervenir dos días.

—Ella merece la verdad—confieso.

—Ya no le queda mucho tiempo. Si no se lo quiero revelar es porque no quiero que sufra.

—Pero...

—. Aurora es una jovencita muy dulce. "Deja que su luz siga brillando hasta el día en el que se apague".

—¿Cuánto tiempo le queda?—pregunte con un nudo en la garganta.

—No sabría decírtelo porque su caso es diferente, pero según sus células. Lo más probable es no logré ver sus dieciocho y eso es dentro de dos meses.

Y ahí estaba todo... Esa era la cuchilla en el pecho que causó mi sangrado.

Lo único que me hacía falta para destrozarme. 

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