Capítulo 11 Transformación. Parte 1.

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—¿Usted crees que se pueda transformar de nuevo?—le pregunta Félix al Dios.

El Dios con la mano en la barbilla miro de reojo a Félix—De hacerlo por si sola sí, pero será complicado... O fácil.

Ya era de noche y las horas seguían corriendo mientras Aurora seguía descansando.

Félix, Jackson y el Dios se quedaron allí sentados esperando las horas necesarias que fueran hasta que despertara.

Tres horas después:

Todos se quedaron dormidos en el suelo mientras esperaban a que Aurora despertara.

Abrí mis ojos sintiéndome bastante bien, me sentía enérgica pero con hambre.

Tome asiento en la cama y frente a mí pude ver a los chicos dormidos en el suelo. Jackson tenía su cabeza en el hombro de Félix mientras Félix apoyaba su cabeza en la de Jackson.

A su lado se encontraba el dios con la cabeza entre sus manos, dormido también.

Me levanté y tome de mi closet unas sábanas nuevas y limpias con estás abrigue a Félix y a Jackson.

Con la otra cubrí al Dios, no pude evitar mirarlo por unos minutos... «La verdad si se parece un poco a mí... Tenemos hasta casi, el mismo cabello».

Finalmente solo salí de la habitación, pase por la sala para ir a la cocina pero algo llamo peculiarmente mi atención.

Y es que cuando pase por el espejo de la sala. No llevaba el mismo vestido de antes, ahora llevaba otro color blanco. (Era un bustier).

Me mire extrañada al espejo ya que no recordaba haberme cambiado... De hecho, no recordaba nada después de que Félix me gritó.

—¿Qué abra sucedido?—murmure para mí misma...

El vestido era muy bonito, me gustaba mucho sin duda alguna es algo que usaría.

—. Veo que ya no eres un conejo.

Volteo la mirada encontrándome con Félix.

—¿Conejo?—pregunte confundida.

El extiende una leve sonrisa y no dice nada, solo pasa a mi lado hacia la cocina.

Lo sigo y cuando entro él ya está sacando salsa, jamón y queso, los deja en la mesa y saca de la alacena el pan.

Comienza a preparar dos sándwiches repletos del jamón y el queso, añadiéndole la salsa.

Frunzo un poco el ceño en confusión.

—¿Tienes hambre?—pregunto.

—Te hemos cuidado desde hace horas, claro que tengo hambre...

—¿De verdad puedes comer?—pregunto sorprendida.

El me mira y parpadea sin decir nada.

—Oye respóndeme, los libros dicen que son criaturas a las que no duermen ni comen ya que se alimentan de almas.

El alza una ceja mientras sonríe—Vaya, la princesa hada le gusta leer cosas míticas.

—La palabra es fantasía—corrijo.

—Si le prestas atención a esas cosas vas a quedar loca. Técnicamente somos humanos con habilidades sobrehumanas a igual que tú. También puedes comer, dormir, reír, llorar y todo lo que sea humano—explica.

Tomo asiento colocando mis codos en la mesa y apoyo mi cabeza en las palmas de mis manos.

Él toma sus sándwiches y se los lleva junto con las salsas y el jamón y queso.

Luego regresa con otro plato y deja su otro sándwich en él.

Toma asiento en el extremo largo de la mesa y con un cuchillo corta los bordes del sándwich.

—¿Es en serio...? Solo cómetelo y ya—le digo.

El me ignora y hace lo mismo con el otro sándwich.

Luego chasquea sus dedos y el plato desaparece de su lado y reaparece frente a mí.

—¿Para mí?—pregunto confundida.

—No, para el gato detrás de ti—explica.

Confundida volteo pero no había nadie.

«Claro... Cómo no me di de cuenta, es sarcástico».

Lo miró fijamente sabiendo que se estaba burlando porque caí en su trampa.

El me miró mientras comía su sándwich y negaba con la cabeza.

—Que tonta eres...

Bajo la mirada y miro el sándwich, para evitar su mirada.

Alejo el plato y subo mis piernas flexionadas a la silla y me abrazo a mí misma.

—¿Por qué no comes...? Sé que tienes hambre...

—. En serio, sí que eres sensible. Sabes que eso te hace débil verdad.

Silencio:

—Dejar hablando a una persona sola es falta de respeto, al igual que sentarse así.

Me levanté y salí de allí, tomando asiento en la silla colgante fuera de casa, para tomar algo de aire fresco.

Continuará... 

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