Capítulo 9 Hija del Dios Poderoso. Parte 1.

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—¡NO!—grite para que pararan de golpearlo.

Salir corriendo hasta donde estaban estás personas o espíritus con alas.

Los hice a un lado, me puse de rodillas ante Jackson. Tome su rostro en mis manos.

El pobre tenía sangre en la boca. Su rostro lleno de lágrimas por quién sabe cuántas veces lo lastimaron.

Su espalda estaba sangrando con heridas abiertas. Otras partes no estaban tan maltratadas pero estaban rojizas.

Estás personas con alas me apartaron de él y cruzaron sus espadas en forma de "X"

para impedirme el paso.

Mire a este hombre extraño vestido con una bata blanca, de largo cabello blanco.

Él les hizo seña con la cabeza a los seres con alas que me detenían.

Ellos dejaron de ser un obstáculo en mi camino y simplemente desaparecieron.

Me apresure y me acerque a Jackson, el pobre apenas se mantenía arrodillado. Sus brazos temblaban bastante.

—Te dije que no te acercaras a ella si te lo prohibieron—dice el joven al lado de Jackson.

Lo mire confundida, —¿A-a que te refieres con eso?—pregunte.

—¿Qué haces aquí Aurora?—pregunta Jackson.

Lo mire confusa porque ni yo misma sabía cómo es que había llegado hasta allí.

—Creo que tú me trajiste.

Mire al señor a un lado de mi quien parecía muy amigable pero por lo que les hizo veo que no.

—¿Por qué los lastimo?—le pregunte.

—Cuando las reglas son incumplida hay que tomar medidas sobre el asunto—confeso.

—¿Qué pudo haber hecho? Solo estaba conmigo.

El señor me miró cruzándose de brazos e inclino un poco su cabeza hacia un lado, pero no dijo más nada.

—Fue por ti que nos hicieron esto—confeso el joven a mi lado.

Los mire a todos confundida...

—¿Ah? N-no estoy comprendiendo nada, como es que por mi culpa les hicieron esto, no te conozco ni a ti, ni a ti—señale al señor y al joven a mi lado también golpeado.

Tome de ambos brazos a Jackson para que se levantará, pero este no se movía ni un poco.

—No podrás levantarlo, es el triple de grande que tú—habla el señor.

No me rendí con todas mis fuerzas continúe ayudándolo a levantarse.

Jackson tomo mi mano, y con la otra como pudo chasqueo los dedos.

Creo que intentaba devolverme a mi habitación pero no funcionó.

El otro joven me tomo de la mano y chasqueo los dedos. En este intento salí de ese lugar.

Pero he aquí la cuestión. Ahora estábamos el joven, Jackson y yo en la habitación.

Al instante apareció ante mí nuevamente el señor de cabello blanco.

—Por esto les dije que no se acercarán a ella. Ahora están los tres conectados.

—¿Perdón?—musite.

—. Explíquenme que es lo que está pasando aquí ¿Son reales siquiera?

—Todos somos reales aquí. El joven al que no conoces, es Félix. El primer demonio creador por mí, y a Jackson ya lo conoces. Él es el segundo demonio creado por mí—confiesa el señor.

—¿Creado por usted?

El asintió con la cabeza.

—¿Qué eres, una especie de ángel o cómo?

El señor sonrió—Soy el "Dios todo poderoso". Rey de los cielos.

—Claro... ¿Y qué tengo que ver yo? ¿Por qué por mi culpa los has lastimado?

—Jackson rompió las reglas de no acercarse a ti por lo tanto debo castigarlo por desobedecer mis órdenes.

—Y qué hay de este chico, Félix.

—Él debía detenerlo pero no lo hizo, solo lo dejo ir y listo.

—Jackson no ha hecho nada malo, al contrario me ha ayudado bastante.

Me hice a un lado. Entre al baño y saque algodones y alcohol.

Me coloque detrás de Jackson para curar sus heridas a pesar de lo graves que eran y... No tenía idea de cómo o por donde comenzaría, pero algo haría.

—Te va a doler un poco—le digo.

Pase a toquecitos el algodón con alcohol, aunque su espalda estaba con demasiada sangre, que casi no se distinguían las heridas.

Sus gritos eran desgarradores, tanto que hasta a mí me asustaron.

—Después nos regeneraremos, guarda eso—responde Félix quien estaba menos afectado que Jackson.

Me levanté y tome asiento en la cama sin apartar un momento la mirada de ellos dos.

—Entonces... ¿No estoy delirando o muriendo?

El todo Dios poderoso como se hizo llamar sonrió y negó con la cabeza.

—Estas en tus cinco sentidos, "hija".

—¿Hija? ¿Por qué me dice así?

—Porque tú eres mi hija...

Continuará...

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