I: El encuentro

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Un brazo y otro, las luces se movían a mí alrededor, la música retumbaba en mis oídos, y mis pies tenían vida propia. Bailar para liberar tensiones de una semana de mierda era lo que necesitaba. Las paredes de metal y el suelo de madera hacían una mezcla extrañamente cómoda.

No sabía cuánto tiempo llevaba en medio de un círculo de personas, solo que no podía dejar de bailar. Pequeñas gotas de sudor se formaban en mi cuello acumulándose en pequeños túmulos que no hacían más que bajar por mi cuello. Agradecía estar con mis fieles zapatillas negras.

Cuando sentí que alguien tocó mi hombro miré instintivamente, usualmente los chicos no me solían elegir como pareja de baile, en parte por mi estatura la cual sobrepasaba el promedio y en parte porque se notaba a kilómetros que bailar sola era lo que me gustaba hacer. Pero al girar vi a un chico realmente guapo.

—Te llevo viendo un rato, ¿quieres tomar un trago?

Dejé de bailar, un trago sonaba genial con el desconocido. Las luces de Passion Fruit discoteca donde me encontraba, hacían un extraño juego de sombras con su cara y párpados. Podía distinguir unas facciones extremadamente simétricas, internamente sentí envidia.

—Claro—caminamos hacía la barra, el desconocido era muy alto, pero sin llegar a ser desgarbado, estaba agradecida de estar usando zapatillas y no esos ridículos tacones que Leia me había hecho comprar con la excusa de 'fomentar mi femineidad'.

—¿Cuál es tu nombre?—preguntó el desconocido, a la luz de la barra la cual era más clara que la de la pista, podía notar sus rasgos aún más. Ojos grises y nariz recta.—Limbore ¿cuál es el tuyo?

—Kail.

Sonreímos a la par. —Vaya extraños nombres—susurró.

Pedí un trago que me sonó divertido Sex on the beach. Kail dirigía su vista hacía mi cada cierto tiempo. Casi como comprobando que siguiera ahí.

Me sentía cada vez más pequeña ante la vista de Kail. No parecía mal chico, si no fuera por su forma de escrutarme atenta a cada movimiento que hacía no habría tenido ningún sentimiento de incomodidad.

—¿Eres de New York?—pregunté luego de responder algunas cosas triviales que había preguntado el joven—. No soy realmente de aquí ni de ningún lado en particular—sonreí, era la típica frase de los Casa Nova de la ciudad. —Pero ahora si estoy viviendo aquí.

'Nómades en busca de una vida' solía comentar Leia.

Kail miró su reloj y arrugó el entrecejo. ¿Quién sigue usando reloj? Pensé, ocultando una sonrisa burlona.

—Ha sido un placer Limbore, espero que nos volvamos a encontrar alguna vez—.
Una oleada de desilusión me embargo. —Nos vemos Kail—.
Decepcionada vi como el esbelto cuerpo se levantaba del asiento para alejarse, no sin antes tomar un mechón de mi negro cabello y enrolarlo en su dedo. —Presiento que no será la única vez que nos veamos—sonrió como si le estuviera contando una broma para mostrar unos dientes tan blancos que parecían falsos.

Suspiré, no habíamos quedado en nada más y el chico me había agradado.

Volví al lugar que habíamos seleccionado como punto de encuentro con Leia y su novio, había estado pérdida gran parte de la noche y no quería terminar de preocupar a mi rubia mejor amiga.

—Más te vale que hayas estado haciendo algo realmente importante, porqué con Joe te buscamos durante más de una hora—Leia tenía esa imagen que muestran en las películas, de la rubia diva. Solía decir que su alter ego era Regina George de Mean girls.

Tempos fugit pensé, mientras le comentaba a mis amigos que estaba con un chico que conocí bailando.

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Al terminar la fiesta y ya estando en cama, no podía dormir. Inquieta me revolqué durante lo que quedaba de noche. Pequeñas gotitas de sudor se acumulaban en la parte posterior de mi cuello, lo cual era extraño ya que estábamos entrando al crudo invierno. Cuando finalmente logré cerrar los ojos, no sin antes tener que rehacer mi cama, destellos de frases sin sentido aparecieron bajo mis párpados.

Estraus madeo.

Estaba corriendo por un pasaje de tierra, todo a mí alrededor parecía estar en calma. Estraus madeo. Corría libre por todas partes, riendo idiotamente. Estraus madeo. Paré en un punto, los arboles ya no eran verdes. Todo estaba pudriéndose. Estraus madeo. El suelo en mis pies ya no era verde, era lodo que me cubría hasta las rodillas. Estraus madeo. Llamas violeta incendiaban a los enormes árboles. Llamas violeta con humo violeta. No podía huir.

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Desperté al son de la alarma. Un día nuevo.

Me desperece aún con un dejo extraño en mi cuerpo, no solía soñar nunca con cosas tan irreales y extrañas. Tenía que ir a la escuela así que deje las vacilaciones para otro momento.

Había abandonado Carolina del Norte con una misión clara. Iba a ser fotógrafa egresada de la Escuela de Arte moderna. (EMA)

La cual no estaba sino en Nueva York. Al principio papá se mostró reticente a dejar a su pequeña mariposa viviendo sola en los suburbios, después de todo mi ciudad natal no tenía más de setecientos mil habitantes. Vestí rápido mientras bebía mi café obligatorio y recibía un mensaje de texto; Te envío mi canción nueva. Voy a ser la nueva Rihanna, haha.

Leia me sacó una risa, solíamos evaluar nuestros trabajamos ya que nadie podía ser más realista que tu mejor amiga.

El metro tiene un trayecto corto considerando las extensas calles de la ciudad. Mientras sacaba los audífonos de mi bolso para ir escuchando el contenido que mi mejor amiga me había enviado, no pude evitar tener la sensación de estar observada, lo admitía. Era totalmente paranoica y usualmente tenía sentimientos de que alguien estaba atrás mío. Lo que inclusive en el pusilánime pueblo en donde vivía me obligaba a andar siempre preparada para algún ataque sorpresa. Pero esta vez no fue el caso, por el rabillo de mi oscuro ojo derecho pude notar como un señor de piel morena me analizaba con una mirada terrífica. Ni siquiera se inmuto cuando decidí devolvérsela. Algo en su mirada me aterraba hasta la mierda, tenía un tono rojizo, y no hablo de un ojo rojo como irritado. Tenía la pupila roja.

La pelea de miradas ya me comenzaba a incomodar por lo que decidí ignorarlo, probablemente sean lentes de contacto, me animé, mientras reproducía la nueva canción compuesta por Leia.

Al llegar a mi parada EMA pasó a ser mi principal vista, admitía que un principio me daba escalofríos lo enorme del lugar, pero después de un tiempo ya el clima era algo que me acomodaba.

Música, arte, arquitectura, diseño y fotografía eran las sub secciones que componían a la gran escuela. Un sueño hecho realidad.

Caminando me topé con un par de caras conocidas. Ya estaba finalizando el primer semestre. Por lo que en aire se respiraba tranquilidad y ánimos.

Revisé mis notificaciones mientras recordaba llamar a papá. Lo haría esta tarde.

Señales de fuego: La ciudad perdida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora