Derecha, izquierda, arriba, abajo.
El sudor se acumulaba en mi frente, mi mandíbula estaba tensa. Abajo.
Esquivando el golpe derecho de Kamileh devolviéndolo sin usar mucha fuerza. Una llave y la tenía bajo mis brazos. Me empujó y me hizo quedar en el suelo.—Casi me tienes lenta—.
Había pasado toda la mañana entrenando aún más duro de lo normal. Quería evitar ver a Kail después de las cosas que ocurrieron ayer, parte de mi se avergonzaba por siquiera escuchar sus palabras siendo que estaba bajo el efecto de los polvos rosados del Estraus.
No podía quitarme de la mente su mirada violeta, o sus abrazos para que me quedara con él a dormir. Lo cual consiguió. Logré escabullirme en la madrugada y agradecí que mi compañera de cuarto tenga el sueño pesado.—Hoy te entregarán tu Treshnm—. Dijo Kamileh mientras me lanzaba una toalla.
Nuestra relación había evolucionado, su trato seguía siendo el de un amo con su perro. Pero ahora podía dialogar más de dos minutos sin lanzar un insulto.—¿Eso significa que podré salir sola?
Desde anoche que mis ganas de intervenir habían crecido. Ya no quería observar. Quería ser la causante de provocar un cambio. Quería demostrar lo buena que podía ser.—Si, pero no te emociones mucho usualmente dan casos suaves a los iniciados.
Caminamos hacia las duchas.
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Floyd desordenaba mi cabello mientras comentaba la noche de ayer con algunos de los integrantes de la mesa, pude observar como sus ojos ser tornaban levemente verdes al contar lo sucedido.—Y lo mejor fue que Kail fue polvoreado con Falso Amor, rogó por un beso de Limbore durante toda la jornada—.
Todos estallaron en risas y una disimulada sonrisa salió de mis labios al observar por el rabillo de mi ojo derecho como Kail estaba atento a las palabras de mi rubio amigo. El cual seguía relatando los hechos de manera exagerada, todo se escuchaba como un susurro.
Luego del entrenamiento con Gelium donde perfeccionamos técnicas de defensa fuimos a la Sala de Control. Dos Señal Blanca me esperaban con el famoso reloj.—Te lo has ganado Limbore, ya eres una Signamus completa.
Sonreí ampliamente mientras veía como el pequeño accesorio se colaba en mi piel. De un color plateado y un círculo negro al medio.—Se activará ahora. Tienes quince minutos para alistarte, hoy será tu primera misión—. Dijo Gelium.
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Mi corazón bombeaba, tenía los polvos que Floyd me había dado en una ocasión. Conocía el procedimiento. Ataque, derrumbe, eliminación y esperar que la víctima no note lo que sucedió. Sabía que lo que iba a proyectar el reloj estaba a tiempo real por lo que tenía que actuar rápido. Había salido de la Casa Matriz y estaba en una calle muy transitada de Nueva York. Veía como todo el mundo caminaba absorto en su mundo, inmutables ante todo lo que en verdad los rodeaba. Inspiré fuertemente.
El reloj comenzó a pitar. La calle estaba a solo unos pasos. Corrí sintiendo mi corazón bombear más sangre de lo regular. Un hombre alto con una chaqueta de cuero negra estaba persiguiendo a una mujer rubia. Llevaba una navaja con él y el corte al lado derecho de su cara le daba un aspecto rudo. La mujer estaba de espalda, pero algo en su forma de correr me paralizó.
Leia.
Gritaba por auxilio cuando estaba forcejeando por escapar del ahora hombre que la quería asesinar. Corrí fuertemente esperando que esta no me reconociera. Atrapé por la espalda al hombre que emanaba un fuerte olor a alcohol y se tambaleó levemente.—Que honrado me siento de que una niña Signamus me quiera detener—. Balbuceó mientras empujaba a Leia hacía la musgosa calle. Me concentré solo en el Estraus que ahora apuntaba su navaja hacía mi. —¿Crees que puedes conmigo?
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Señales de fuego: La ciudad perdida.
FantasíaEn una fiesta Limbore conoce a Kail. Desatando una nueva habilidad en su interior. Ha activado un poder que necesita saber manejar. En el camino de su aprendizaje conocerá los grandes secretos que se esconden bajo la tierra. Una guerra se avecina...