Capítulo seis

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BLOOD 1958

—Llegaron—Dijo Beverly, parecía sobresaltada, sus pupilas estaban ligeramente dilatadas y podía ver el miedo que desprendía, era más grande que el que cada uno de nosotros sentía, pero yo podía ver que era por la misma razón.

—¿Qué sucede, Bevvie?—Pregunto Ben, dejando su bicicleta contra una pared, Beverly bajo de las escaleras que conducían a los otros apartamentos y se quedó frente a nosotros, observándonos en silencio, como buscando que decir.

—Tienen que ver algo—Dijo finalmente—Pero mi padre me matará si se entera que los deje entrar a casa.

—A-A-Alguien s-se que-quedará a v-v-v-vigilar—Dijo Bill, bajando de su bicicleta y escaneo por unos segundos a todos con la mirada—Ri-Ri-Richie, q-q-quédate t-t-tú.

—¿Qué?—Dijo Richie, mientras los otros comenzaban a subir—¿Y qué demonios haré si llega su papá? ¿Me rompo el brazo y hago un escándalo para que me lleve al hospital?

—Podrías hablar hasta por los codos, es lo que te gusta hacer, ¿no?—Dijo Stanley.

—Yo me quedaré con él—Dije, sin saber exactamente porque, me salió de los labios sin razón. Todos se pararon en seco y giraron a verme, confundidos, y no los culpaba, yo también lo estaba. Algunas sonrisas burlonas se formaron y la cara de Richie enrojeció.

—G-Genial, e-e-encárguense de v-v-vigilar entonces—Dijo Bill, y tras su señal, los otros subieron con él.

Hubo un silencio bastante incómodo por un largo rato, en el que Richie y yo estábamos sentados en el suelo a los pies de la escalera, viendo a diferentes direcciones y con las mentes hundidas en nuestros pensamientos. Finalmente suspiró y se estiró alzando los brazos, se giró hacia mí y sus grandes ojos tras el cristal de las gafas se enfocaron en mi.

—Me sorprende que te quedarás conmigo—Susurró, había un sentimiento de gratitud y amor en él—Pero me alegra, es mejor que estar con alguno de los otros. Tu al menos tienes un sentido del humor excelente.

—Solo me daba pena dejarte solo aquí abajo, no te creas tanto—Gruñí y mire a otro lado, luego lo escuché reír.

—Considerando que la señorita Harper se ha quedado conmigo a solas, estoy creyéndome demasiado.

—No me gusta que me llamen por mi segundo nombre.

—¿Por qué? Suena bastante lindo y algo cool—Rió.

—¡Suena horrible! ¡No me llames así!

—¡Harper! ¡Harper!—Repitió, y luego se empezó a reír cuando lo fulminé con la mirada.

—Si me sigues llamando así comenzaré a llamarte Tozier—Dije, cruzando los brazos y observándolo por el rabillo del ojo, pero él se encogió de hombros sin darle la menor importancia.

—Me gusta mi apellido, y suena bastante bien saliendo de tus labios—Sonrió y se sentó más cercano a mí.

—Tus halagos son raros.

—Tu acento lo es más—Agregó con una amplia sonrisa y una ligera risita, viniendo de Henry Bowers me hubiera ofendido, pero viniendo de Richie por alguna razón me hacía reír—No sabía que las alemanas tenían tan buen sentido del humor como lo tienes tú, ¿sabes? Es raro que me sigan los chistes.

—Porque tus chistes son malos—Contesté, y lo vi hacer una mueca como si estuviese ofendido, aunque podía ver que era falso, pues le había causado gracia—Y solo busco corregirlos para que no quedes en ridículo.

—¡Bien, Lily!—Rió, dándome un codazo—Me gusta tu humor, ¡que viva las alemanas!

—Que viva, supongo—Sonreí—¿Qué crees que estén haciendo los demás?—Mire las escaleras, tratando de localizar el apartamento donde habían entrado—Beverly parecía realmente asustada.

Papalote《𝓡. 𝓣》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora