Capítulo once

10 3 0
                                    

DOES HE LOVE ME? 1958

Fue exactamente cuando salí de la casa de Bill—el cual no me dejaba en paz desde hacía días—que choque con alguien mucho más alto que yo, de complexión delgada que me hizo retroceder hasta caer sentada al suelo. Emití un quejido y al levantar la cabeza me sobresalté ligeramente cuando los ojos de Víctor cruzaron miradas con los míos, estaban tan hermosos como siempre.

—Lo siento, Lily—dijo, estirando una de sus manos hacia mí en señal de ayudarme a levantarme. Tardé varios segundos hasta que sacudí la cabeza y la tomé.

Sentí una calidez tan grande que me recordó a la primera vez que lo vi, y ahora estaba tocando su mano, me sentía afortunada aunque fuera un contacto tan mínimo. Pero también recordé aquella vez que tomé la mano de Richie, fue una calidez parecida, pero no era igual, porque lo que sentía con Víctor no se comparaba con lo que sentía con Richie. Lo primero era amor y lo segundo era amistad, simple amistad, aunque sus chistes me hicieran reír, su sonrisa me reconfortara y su calidez me enrollara, Richie era mi amigo.

—Esta bien—susurre, con una sonrisa boba mientras me quedaba de pie frente suyo.

—¿Vives por aquí?—preguntó, con una ceja alzada y alcancé a percibir que le lanzaba una rápida mirada a la casa de Bill.

—No—dije nerviosamente—es la casa de Bill, yo solo...

—¿El tartaja?—cuestiono, con una mueca de desagrado y apretando las manos dentro de los bolsillos—no me digas, ¿eres amiga de los perdedores?

—Creí que lo sabías—contesté, mirándolo fijamente y por un segundo fue como si dejara de lado la fantasía y me enfrentara a la realidad.

—No—dijo, pero yo sabía que estaba mintiendo, lo podía ver—pero no me sorprende.

—¿Por qué?

—Imagino que ese Tartaja y su grupo de idiotas carecen de tanta atención femenina que te incluyeron a ti y a Beverly a su grupo para ver quién las conseguía primero, ¿no?—dijo, con una sonrisa de burla.

—No, Víctor—murmure—ellos no son así. Tienes una idea equivocada de ellos.

—Escucha, los conozco más que tú—replicó, colocando una de sus manos en su propio pecho como si cada palabra viniera de su corazón—se como son y sé que solo buscan conseguir a una chica.

—No es mi culpa que Henry ni tú puedan conseguir una—contesté, sin saber porque, pero me arrepentí.

—No busco chicas—sonrió—buscó diversión. ¿Acaso tú buscas algún chico para juntarte con esa banda de raros? Creí que tendrías un mejor gusto, Lily.

«¿Acaso no te das cuenta de qué te busco a ti, Víctor?—susurre en el silencio de mi mente, sintiendo como si la crudeza de la realidad me abofeteara.

—No me gusta ninguno de ellos.

—Es desagradable hablar de ellos—gruñó y se cruzó de brazos, lanzó una fugaz mirada a la casa y volvió a mirarme a mí—lamento lo de la hoja.

—¿Qué hoja?—pregunte, fingiendo haberlo olvidarlo, pero el mismo sentimiento de tristeza de aquel día me invadió.

—La hoja que me diste—contestó—estaba de mal humor ese día, lo siento, ¿si?

«Tu mal humor no justifica tus acciones, Víctor—pensé, mientras apretaba ligeramente los puños y sonreía forzosamente.

—No importa—dije, no planeaba decir nada más, pero mi boca habló por sí sola—pensaba dárselo a Richie.

Papalote《𝓡. 𝓣》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora