No te asustes.
Mantén la calma.
Posiblemente quedasteis aquí. Puede que...
No se me ocurren más excusas.
Pero ¿quedar aquí? ¿Eso no suena muy extraño?
- ¿Que haces hermanita? - dijo Kevin, uno de los gemelos, entrando en mi habitación - No es por nada, pero deberías vestirte.
- Gracias por el consejo - le contesté con sarcasmo - ahora te agradecería que salieras de mi habitación.
- Dos cosas más.
- ¿Sería mala hermana si te metiera la cabeza en la pared?
- Si y... eso no ha sonado bien - hizo una pausa - bueno mamá me a dicho que se va en 20 minutos y nosotros hoy nos vamos a casa de los abuelos.
- Vale, ¿y la otra?
- Se me ha olvidado - y se va.
- ¡Eres idiota! - grité desde la puerta de mi habitación.
- ¡Tengo buena maestra!
Cerré de un portazo y empecé a vestirme.
Odio quedarme sola en casa, pero no podía ir a casa de mis abuelos.
¿Por qué?
Digamos que ellos se han quedado en la década de cuando nacieron, y muchas (muchíííísimas) cosas de las que hago, no las ven bien.
Pero bueno, no todo sale como a la gente le gusta.
Cogí el teléfono y bajé al salón para ver la televisión.
Al rato de estar sentada recibí un mensaje de Jess.
Jess: Dime que puedes sacarme de aquí.
Reí. Sus padres la habían obligado a ir a ver a sus tíos. A ella y a sus hermanos.
Yo: Estoy sola en casa, piensa algo y ven.
Jess: gracias gracias gracias.
Yo: vamos date prisa.
Jess: pide pizza.
Deje el teléfono en la mesa y me levante a buscar el folleto con el número de la pizzería donde siempre pedíamos.
- Mierda, tendría que estar aquí - maldije buscando en una caja - a la próxima me voy a grabar el número.
¡Lo encontré!
Y llaman al timbre.
- ¡Ya voy! - grité mientras llamaba.
Abrí la puerta.
- Si que te das prisa si - era Jess.
- Necesitaba salir de allí... ¿ya has llamado?
- Si... una pizza grande... correcto... Vale... si, en media hora estaré en casa... adiós.
- Me tomaré eso como un "comeremos en media hora"
- Lo siento no encontraba el número, ahora lo guardo.
- No me puedo creer que aún no lo hayas guardado.
- Ni yo.
- ¿Quieres algo para beber? - me preguntó.
- No, no tengo sed.
Hace tanto tiempo que somos amigas que su casa era mía y la mía suya, así de simple.
Mi teléfono sonó.
Era Dylan, el otro gemelo.
- ¡Hermanita! Ya se que quería decirte - pues no, era Kevin.
- ¿Me lo vas a decir hoy o mañana?
- Hoy - hizo una pausa.
- Queda demostrado, hermanita - ahora si que era Dylan - que eres fea, gorda y estúpida.
- ¿A que viene eso?
- A que anoche no oímos los típicos "sshh, mi familia está durmiendo" ni "haz menos ruidos, como te vean me matarán"
- ¿Algo más? - no espere respuesta - adiós - colgué.
- ¿Quién era?
- Mis hermanos... Oye, aquí pasa algo extraño...
- Si no me lo cuentas no se fe que hablas...
- Anoche no volví a casa con ningún chico, los gemelos no me oyeron decirle nada a nadie, pero hoy por la mañana había un chico en mi cama... y la habitación olía extraño... pero mi madre entró y no olió nada...
- ¿A que exactamente?
- No lo se... Y las ventanas de mi habitación estaban abiertas, y yo siempre las cierro...
- Extraño...
Llamaron al timbre. Era el repartidor.
Pagamos, cogimos la pizza y nos sentamos en el sillón.
- Esta noche Kelsey también vendrá, hay que pasar a por ella - me informó Jess.
- Vale.
Seguimos comiendo sin decir nada.
Cuando terminamos hablamos de cosas sin importancia y vimos la televisión.
Al rato nos duchamos, maquillamos, peinamos y vestimos para salir.
- Vamos Ashley, date prisa.
- ¿Por qué siempre me metes prisas? ¿Has llamado al taxi?
- Si, ya está aquí.
Cerré todo y salimos de casa, para ir a la casa de Kelsey.
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Bailando con el diablo
ParanormalSus ojos negros como la oscuridad más profunda hacen que todos tengan miedo de él. ¿Por qué yo no? ------------------------- Creditos de la portada a @TereRodriguezok