8. Y YO QUE PENSABA QUE LOS ÁNGELES ERAN BUENOS.

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Subimos a su coche y fuimos a ese "lugar especial", que resultó ser un lago precioso que ni sabía que existía.

- Esto es precioso, ¿por qué es especial? - pregunté.

- Aquí mis padres me dijeron que era un demonio, de eso hace solo un año... - se quedo callado - Ashley... - me llamó.

- ¿Si?

- Cuando tus padres sepan que tu alma gemela es un demonio ¿qué harás? - no sabía que contestar - si los demás ángeles se enteran se lo dirán a quién sea que esté ahí arriba - dijo mirando el cielo - y probablemente manden matarte...

- Y tendría que huir de ángeles y demonios a la vez... - terminé su oración - ¿por qué querrían matarme? Digo, soy uno de los suyos, no tienen porque hacer eso.

- No serías la primera a la que matan... me he estado informando.

- Y yo que pensaba que los ángeles eran buenos.

- Solo lo aparentan - nos quedamos en silencio, pero no era un silencio incómodo, sino todo lo contrario - ¿cuándo cumples los 20?

- La semana que viene, ¿por?

- Si es como ocurre con los demonios, te mandarán al cielo un tiempo.

- ¿Y si no lo es?

- No sabrás utilizar tus poderes, ni sabrás si tienes.

- ¿Tu fuiste? - callé un momento - al infierno, digo... ¿estuviste allí practicando con tus poderes? ¿o aún no los conoces?

- Si, yo estuve dos meses, equivalente a 20 años, y sé utilizar mis poderes perfectamente...

Otro silencio.

- Oye Kian, tengo que irme...

- ¿te llevo?

- No - contesté sarcástica - puedo ir andando a la otra punta de la ciudad.

- Vale, vamos.

Me cogió de la mano y me ayudó a levantarme de la piedra donde estábamos sentados.

Me sentía extraña... segura... como si pudiera hacer cualquier cosa...

Llegamos al coche y me soltó, y rápidamente ese sentimiento se fue.

El camino a casa fue en silencio, y cuando digo en silencio me refiero a que ni la radio estaba encendida.

Por suerte llegamos rápido a mi casa.

- No se como despedirme... - dijo mirándome.

- Ya somos dos... pero cuando lo sepas, llámame así me lo dices - nos reímos.

- Prefiero visitarte...

- Ahora que lo pienso... ¿dónde vives? Tu has visto hasta mi cuarto de baño y yo no se donde vives tu, es un poco injusto, ¿no crees?

- Tranquila fiera, algún día vendrás.

- Vale... - dije no muy convencida - adiós - salí del coche.

- Espera... - me giré - ¿no me das un beso?

- Ven a por él.

Bajó rápidamente del coche y se acercó a mi.

- ¿No querías un beso?

Me beso sin previo aviso.

Nos separamos por falta de aire, cuando lo recuperamos nos volvimos a besar

Estuvimos besándonos, delante de la puerta de mi casa hasta que oímos que alguien carraspeo.

- Mierda - susurró Kian.

- Ashley... estás castigada - dijo mi padre cabreado.

- Lo siento - me susurró Kian - no quería que esto pasara - le di una sonrisa tranquilizadora.

- Mejor vete, no puedes hacer nada... - me miró y yo asentí.

- Adiós - se subió al coche y se marchó.

- Hija, entra a casa inmediatamente.

Bailando con el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora