9. CASTIGADA.

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- hija... entra en casa inmediatamente.

Entramos en casa, yo delante de mis padres. No confiaban en mí.

- ¿Qué ha pasado? - pregunte "tranquila".

- ¡¿Cómo qué "qué a pasado"?! - mamá hizo una pequeña pausa - ¡HAS BESADO A UN DEMONIO! ¿No lo pudiste olvidar simplemente? Ya sabes, salir de fiesta, estar con algún chico que NO fuera un DEMONIO - sollozó - ¿No te das cuenta de que nos preocupamos por ti? Eres un ángel, no puedes ir por ahí compartiendo tus babas con un demonio, ¿sabes que pasa si los de arriba se enteran? - negué con la cabeza lentamente - van a matarte, y luego a nosotros por permitirlo.

- LO SIENTO, YO NO QUERÍA CAUSAROS PROBLEMAS - hice el intento de subir a mi habitación.

- ASHLEY LA CONVERSACIÓN NO HA ACABADO - gritó mi padre.

- Se ha acabado, no quiero hablar con ustedes dos de nada.

- Ven aquí - ordenó mi padre con la voz firme. Oh no - estás castigada sin salir, y ahora nos das todos tus aparatos electrónicos.

- No es justo - me quejé.

- ¿El qué no es justo? Solo queremos protegerte... - dijo mi madre, ahora más tranquila.

- No mamá, que tu puedas estar con tu alma gemela y yo no - ahora si que fui a mi habitación, dando por terminada la conversación.

Me acosté en mi cama, boca arriba, y sin darme cuenta estaba llorando.

Los gemelos volvieron de clase, justo a la hora de comer.

Alguien llamó a la puerta.

- No quiero nada - dije.

Dylan abrió la puerta igualmente.

- Papá y mamá dicen que bajes a comer.

- Dos cosas - dije sentándome - la primera: no te he dado permiso para entrar, la segunda: diles que no voy a bajar.

- Mira, si quieres discutir con ellos no me uses de mensajero, mamá y papá están cabreados, desechan rabia por cada poro de su cuerpo, así que yo de tu bajaría si no quieres sentir su ira.

- No voy a bajar, ya se que están enfadados, es culpa mía.

- ¿Vas a decírmelo?

- Tengo un novio y no lo aprueban, no pienso dejar de estar con él solo porque ellos me lo digan.

- A la próxima no pregunto - salió de la habitación.

Mis tripas rugieron.

Salí de la habitación y bajé las escaleras lentamente.

- Decidiste aparecer - dijo mi padre - llegas tarde para comer, y no ha sobrado nada.

- ¿Piensas que me molesta? - dije con el mismo tono, escuché un sollozó de mamá - pues si lo crees estás muy equivocado.

- Chicos iros a vuestras habitaciones - dijo mi madre casi susurrando.

- Si mamá - contestaron los gemelos.

- Queremos hablar contigo - me dijo a mí.

- Pero yo no quiero hablar con ustedes - le contesté fríamente - lo que sea que queráis decirme os lo tendréis que tragar.

- Nosotros... no sabíamos eso...

- De todas formas por mucho que lo sea o no, no me permitiríais verlo - hice un silencio. Los mire a ambos - asumidlo, porque queráis o no, vamos a seguir adelante... es mi futuro, y vuestra decisión si queréis estar en él - mi madre empezó a llorar en silencio. En estos momentos me odiaba. Que tu madre llore por tu culpa, es el peor sentimiento que existe.

- Hija... - dijo mi padre.

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Bailando con el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora