15. EN LA CELDA.

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15. EN LA CELDA.

Desperté adolorida por culpa de la incómoda cama.

Miré a todos los lados buscando al chico que estaba aquí ayer.

No estaba.

Lo que vi fue una especie de mesa con un plato encima. Mi desayuno, supongo.

- Es tu desayuno - me informó el guardia.

- Vale - susurré.

¿Dónde estará el chico?

¿Y si le están haciendo daño?

¿Y si no vuelve?

No se porqué te preocupas, no lo conoces de nada, puede que sea un infiltrado para sacarte información. Así que no pienses mas y come.

Le hice caso a mi mente y comí.
Con un nudo en el estómago, pero comí.

Pasé la mañana encerrada en la celda. Solo me dejaron salir para ir al baño.

A la hora de la comida me dejaron una bandeja mas llena que la del desayuno. Pero el chico aún no había vuelto, así que la preocupación me impidió comer.

- ¿No vas a comer? - me preguntó el guardia.

- No... - dije con una voz que apenas se oyó - ¿puedo hacerte una pregunta?

- Si, pero no se si te la podré responder.

- ¿Dónde está el chico que estaba aquí ayer?

Silencio.

- Vale... Estoy muy preocupada, ¿no puedes decirme nada?

- No.

- ¿Por qué no?

- No preguntes más.

- Vale - dije tímida.

La tarde pasó lentamente. Me aburría y no tenía nada que hacer. Absolutamente nada. Solo mirar el techo de la celda, y no tenía nada interesante.

- Hola, hola - dijo una voz masculina.

- Hola - dije sin ganas y sin mirarle.

- El guardia me ha dicho que me has extrañado.

Dí un salto.

- ¡Chico del cual no sé el nombre! - le abracé - No sabes lo preocupada que estaba por tí... Pensaba que estabas muerto.

- Que normal eres - dijo con sarcasmo - no me conoces y te preocupas por mi...

Es cierto, ¿por qué te has preocupado por él?

No lo sé.

- Bueno, dime ¿qué te ha pasado?

- Estaba en una especie de juicio extraño...

- ¿Y...?

- Me han condenado, no duraré mucho...

- Vaya...

- La cena - dijo el guardia.

Ahora ya no estaba preocupada, bueno si, pero de distinto modo. La cosa es que pude comer, no se si era cosa del hambre que tenía o que pero me pareció delicioso.

Cuando terminamos de cenar el vigilante recogió los platos y salió.

- Hay una cosa que me preocupa - dije mirándolo.

- Dime.

- ¿Cuál es tu condena?

- Me han desterrado, no podré volver una vez me vaya, y me iré mañana o pasado como muy tarde.

- Pero vivirás - el chico asintió con la cabeza y a mi se me quitó un gran peso de encima - me alegro de que por lo menos estés vivo.

- Y yo - sonrió tristemente.

- A dormir - dijo el vigilante.

- Buenas noches - dijimos ambos a la vez.

Bailando con el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora