Cuando despierto ya estamos aquí arriba, o eso creo.
- ¿Dónde estamos?
- Ya casi hemos llegado, en un par de minutos estaremos en tu piso - dijo el copiloto que antes era el piloto.
- ¿Tengo un piso? - pregunto confundida.
- Si, en algún lugar tendrás que vivir mientras estás aquí.
- Cierto.
Me pongo a mirar por la ventanilla.
El cielo es igual que La Tierra, o eso me parece, pero aquí todo es paz y amor. Por ejemplo: una mujer ha tropezado y rápidamente dos hombres que pasaban por allí la han ayudado a levantarse. ¿Genial, eh? En mi pueblo te levantas tu sola y si tienes la suerte de que hay una vieja esta te pregunta si estás bien.
Paramos delante de un enorme edificio.
- Ya hemos llegado.
Bajé del coche. Desde aquí puedo ver el interior del edificio, corrección, del lujoso edificio.
Es increíble. La decoración es preciosa, y no tengo palabras para describirlo.
Me dirijo a lo que parece ser una recepción.
- Ashley Brown.
El recepcionista escribió en su ordenador y luego me dijo el número y el piso de la habitación.
- Piso 11, habitación 225.
Subimos al ascensor, que era más rápido de lo que me esperaba, y llegamos a mi habitación, que más que una habitación era un piso.
La habitación, como todo en este edificio, era muy lujosa. Tenía una cocina con isla, un gran comedor, una sala de estar con una televisión enorme, y una habitación con una gran cama doble, vestidor y baño privado.
- Mañana a las 10 pasaremos a por ti para llevarte al entrenamiento - asentí con la cabeza y me dejé caer en la cama, con los pies tocando el suelo.
Me levantó de golpe.
- ¡Mierda, las maletas! - gritó, y salgo a toda prisa para ir a buscarlas, pero ya estaban en el salón - Que extraño.
Las llevé al vestidor y empecé a desempaquetarlas.
Cuando terminé me hice la cena, y luego de comérmela me puse el pijama, me acosté y rápidamente me dormí.
- Ashley - alguien me movía - Ashley soy yo, despierta.
- Un rato más - dí media vuelta.
La persona que intentaba despertarme tiró de mi pié, provocando mi caída.
- Serás... - vi a Kian - ¡Kian! - lo abracé.
- Sí, soy Kian - ambos reímos.
- No sabes cuanto te he extrañado.
- Me alegra saberlo, siempre que me extrañes duerme.
- ¿Cómo? - estaba realmente confundida.
- Es la única forma de vernos sin que me maten o te maten.
- ¿Te has metido en mi sueño?
- Exactamente - hizo una pequeña pausa - ¿me das un beso? - puso cara de perrito.
- Si me pones esa cara no me voy a poder resistir - lo besé.
- Yo también te he extrañado - dijo juntando nuestras frentes.
- Me alegra saberlo, oye, ¿también estás dormido?
- No, en realidad estoy en el parque del otro día, sentado en el mismo banco.
- ¿No es de noche?
- Si - miró su reloj - debo irme, si no llego en cinco minutos a mi casa, mi madre me matará.
Kian desapareció, y yo caí en una oscuridad profunda.
Desperté de golpe, y podría jurar que con una sonrisa en la cara.
Miré el despertador. Las 8 de la mañana. Debo prepararme para el entrenamiento.
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Bailando con el diablo
ParanormalSus ojos negros como la oscuridad más profunda hacen que todos tengan miedo de él. ¿Por qué yo no? ------------------------- Creditos de la portada a @TereRodriguezok