5. ÁNGELES Y DEMONIOS

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- ¿Yo? - fui subiendo el timbre de mi voz - ¿asustada?, imposible.

- Lo estás - el doctor se fue acercando a mi.

- Ni se te ocurra hacerle algo - dijo alguien a sus espaldas. El doctor de giró.

- ¿Quién me lo impedirá? ¿Tu? - el chico que ahora reconocía como Kian asintió con la cabeza - entonces se lo haré igualmente.

No se como ni porque, pero el doctor salió volando hacia la pared de enfrente de la cama, y no se pudo mover.

- Mas te vale salir de este hospital, todos saben que estás aquí.

- ¿Quién son todos?

- Los demás... que son como nosotros... - lo miré extraño - demonios... ¡sal ya!

- vale, vale...

- Kian - habló el doctor - te arrepentirás de ayudarla...

- Es solo una adolescente... no sabe nada de nada...

- ¿hola? Sigo aquí - llamé su atención.

- No deberías - me dijo Kian rápidamente - así que vete.

- ¡Ay, Kian, Kian, Kian...! ¿Cuándo aprenderás? Ambos sabemos lo que les pasa a los desobedientes... Las normas eran claras: buscar, encontrar y matar a los ángeles.

- No soy un ángel - interrumpí.

- Eso es exactamente lo que diría un ángel - habló el doctor.

- Y un humano... aún no sabemos con seguridad si ella lo es... hasta que no estemos seguros no podemos matar - me defendió Kian, bueno algo similar.

- He dicho que no soy un ángel, y no me vais a matar, adiós - salí de allí para ir a buscar a mis padres.

Como en el pasillo no estaban fui a la sala de espera.

- ¡Hija! ¿estás bien? - me miró de arriba a abajo.

- Si, ahora nos vamos - los cogí a ambos de las muñecas y los saqué a rastras del hospital.

Subimos al coche y fuimos a casa.
Cuando llegamos fui a mi habitación y me encerré.

Al rato subió mi madre con un vaso lleno de algo.

- Bébelo todo y mañana estarás como nueva.

Le hice caso y me lo bebí, no estaba tan malo.

Cuando mi madre salió me tumbé en la cama, mirando el techo.

- ¿Que mierda ha pasado en el hospital? - me pregunté a mi misma.

- Es complicado de explicar - contestó un hombre, Kian.

- ¿Qué haces aquí? ¿Cuánto llevas aquí?

- Sabía que tendrías dudas, no hace mucho que estoy, y no me puedo quedar mucho tiempo, así que  pregunta lo que quieras.

- ¿Soy un ángel?

- Si, lo eres - dijo mirándome a los ojos - no voy a matarte... no podría.

- ¿eres un demonio? ¿por qué no podrías matarme? ¿por qué le mentiste al "doctor"?

- Si, soy un demonio, mentí al "doctor" para que no te matara, y no puedo matarte porque... ¿otra pregunta?

- Eeehm... - pensé - de momento no, solo esas, pero responde.

- Vale - suspiró con cansancio - tienes una cicatriz... mas que cicatriz marca de nacimiento.

- Si - afirmé.

- No era una pregunta.

- Vale, siento haberte interrumpido - me miró levantando las cejas - sigue.

- ¿es cómo esta? - se subió un poco la manga de su camiseta de manga corta, desvelando una marca igual a la mía.

- Es igual a la mía - sin darme cuenta me encontraba tocándole el brazo.

- ¿Sabes que forma es o lo que significa?

- Noup - dije remarcando la "p".

- Es como si te hubiera atravesado una flecha... el significado no lo se... lo averiguaré.

- Vale - se hizo un silencio incómodo.

- Mejor me voy - dijo levantándose - por cierto - se giró hacia mi - cuídate bien, los demonios te buscan... tu casa está protegida, aquí no te encontraran, estás fuera de su radar, así que no salgas mucho - dicho esto, saltó por la ventana.


Bailando con el diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora