Entre en casa con la esperanza de que no me vieran... aunque me vieron salir, así que no se porque hago esto.
- No te escabullas - dijo mi padre, que estaba sentado en el sillón - estás castigada ¿por qué has salido? - abrí la boca para contestar - mientras vivas bajo este techo, harás lo que tu madre y yo digamos. Sin discusiones.
- No sabes cuanto deseo salir de aquí - le dije con rabia.
Luego de esa pequeña discusión subí a mi habitación, y prácticamente no salí hasta el día de mi cumpleaños, y las pocas veces que salía evitaba a muerte a mis padres.
Los gemelos se habían pasado un par de veces, ya que era extraño que yo estuviera sin salir tanto tiempo. Incluso ellos notaron la tensión que había cuando coincidíamos todos en una habitación.
Llegó el martes, y con él la llamada de mi mejor amiga.
- ¡Felicidades! - gritó feliz.
- ¡Gracias! - contesté igual.
- Oye, me mantienes informada de todo lo que hagas, y cuando vuelvas ven directa a verme y ha contármelo todo con lujo de detalles.
- Claro - dije con felicidad fingida - absolutamente todos los detalles.
- Me alegro por ti, ojalá yo también pudiera ir... pero ya sabes... estúpido taxista - dijo lo último con algo de rabia - ¿las autoridades ya saben algo?
- No tengo ni idea - me sentía la peor amiga de todas - bueno, tengo una maleta por hacer...
- Vale, ya nos veremos... diviértete vieja.
- ¡Oye! No soy tan vieja - dije "dolida" - ahora si... Adiós... Te quiero...
- No te vas a morir, no hace falta una despedida tan sentimental.
- Vale, adiós no te quiero.
- Adiós, yo tampoco - ambas reímos y luego colgó.
Hice mis maletas, estaría como dos meses fuera, necesitaba ropa.
Al rato entraron los gemelos.
- Felicidades hermanita - dijeron a la vez.
- Gracias hermanitos - contesté igual.
- Ahora enserio, ¿que les has hecho ha mamá y papá? Están tan cabreados que no te prepararon el desayuno especial de cumpleaños.
- Eso no os incumbe.
- Se vuelve gruñona con la edad - le dijo Dylan a Kevin.
- No hace falta que lo jures - le contesta este - estaremos abajo.
- Vale - contesté.
Me duché y me cambié, nada del otro mundo. Luego fui a desayunar, solo un tazón con cereales.
Normalmente, un día como hoy mamá haría algo mas especial para desayunar, pero hoy solo faltaba que los cereales estuvieran rancios. Si, así de bien iba mi "día especial".
A eso de las 10 de la mañana llegaron los ángeles.
- Chicos - les dije a mis hermanos - os echaré de menos - les dí un fuerte abrazo - mas de lo que os pensáis.
- Parece que nunca fueras a volver... - dijo Dylan.
- Me voy por bastante tiempo...
- Vale... nosotros también te extrañaremos - dijo Kevin.
- Adiós - miré a mis padres, que me miraban sin expresión alguna.
Salí de allí, si me quedaba un minuto más lloraría.
Los ángeles ya cogieron mis maletas, así que solo me metí en el coche.
- ¿Lista? - dijo el conductor, solo asentí.
- Pues allá vamos, está lejos, te aconsejo descansar - dijo el copiloto.
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Bailando con el diablo
ParanormalSus ojos negros como la oscuridad más profunda hacen que todos tengan miedo de él. ¿Por qué yo no? ------------------------- Creditos de la portada a @TereRodriguezok