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— ¡adivina quien consiguió una cita! — Sukuna entró a la habitación de su mellizo con una sonrisa en su rostro

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— ¡adivina quien consiguió una cita! — Sukuna entró a la habitación de su mellizo con una sonrisa en su rostro.

— vos seguramente no — la chica lo miró ofendida y se sentó en la silla del escritorio.

— para tu información, si conseguí una cita — sonrió y Yuuji levantó una ceja sorprendido. — y con Mai

— me sorprende lo lejos que llegaste sin hablarle casi

— ya ves, son mis encantos — peinó su cabello. — ¿y vos? ¿no vas a invitar a salir a Megumi?

— ¿eh? — la chica rodó sus ojos.

— no te hagas el que no sabes, el día del evento te lo estabas comiendo con la mirada — las mejillas del alfa se tornaron rosadas al recordar lo de aquella noche. — Yuuji — su mirada se desvió. — decime que no lo hiciste

— ¿y qué si lo hice? — Ryomen se palmeó la frente.

— dime que al menos usaste protección 

— pues claro, no soy tan idiota — lo miró con una cara de "oh claro que lo sos" — bueno, pero no tanto

— yo digo que lo invites a salir, digo, ya te lo cojiste, no creo que invitarle un café ahora te dé pena — dijo con claro sarcasmo.

— ah, ¿y voy a tomar el ejemplo de una que esperó casi cuatro meses solamente a que la otra le invite a salir?

— sí, y lo harás porque ahora estoy, un paso mas adelantada que vos — explicó. — aunque vos hiciste trampa porque te fuiste directo a ponerla, ¿tan desesperado estabas?

— ¿queres dejar de recordarmelo?

— ahora te voy a atormentar con eso toda mi vida

El día de su cita había llegado y Ryomen debido a la ansiedad ya estaba preparada dos horas antes de la hora acordada

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El día de su cita había llegado y Ryomen debido a la ansiedad ya estaba preparada dos horas antes de la hora acordada.

Su vestimenta se basaba en una polera negra, con una falda del mismo color que llegaba por encima de sus rodillas, combinadas con unas botas de tacón que llegaban hasta sus rodillas. También llevaba unas medias finas del mismo color. De accesorios solamente se colocó unos aros de oro de argolla.

Peinó su cabello rosa con unas ondas al final de este y lo estilizó para que quedara con una forma perfecta. Su maquillaje no era tan cargado y sus labios portaban un brillo labial que los hacía resaltar más.

Se miró una vez mas al espejo y fue mirando de varios ángulos para visualizar mejor la ropa. Se dirigió a su cama y agarró su teléfono para ver la hora, todavía tenía una hora y media para que Mai llegara a buscarla.

De lo ansiosa que estaba no había podido evitar querer arreglarse lo más rápido posible, pero al parecer se pasó un poco.

Acomodó su ropa de nuevo, observando su reflejo. Se sentía linda para la salida. Estaba emocionada y no iba a mentir.

Buscó una de sus carteras negras y allí guardó todo lo que solía llevar a una salida, mayormente era su maquillaje en caso de que tuviera que darse un retoque.

Miró de nuevo la hora y faltaba una hora.

Sentía que iba a morir de la ansiedad en cualquier momento. Aparte de que estaba sola en casa, no podía ir a molestar a nadie, se sentó enfrente de su vanity a mirar su teléfono y las redes sociales.

Abrió instagram y sacó una foto de ella en su espejo y la subió a sus historias colocando un pequeño texto que decía "creo que me preparé muy temprano"

En eso le llegó un mensaje de Mai avisándole que ya había llegado. Su corazón empezó a latir con fuerza y sus nervios aumentaron. Agarró con rapidez su cartera, se dió un último vistazo y salió casi que corriendo por las escaleras solamente con intención de llegar mas rápido.

Al abrir la puerta se encontró con  el auto de la alfa estacionado abajo de los escalones y con ella apoyada fuera de este. Sus ojos brillaron al ver como estaba vestida la chica. Un suéter negro, con pantalones beige y unos borcegos. Adornando su cuello con un collar que de dije tenía un anillo.

— que linda te ves — habló primero la peliverde dando un abrazo a la omega, Esta sonrió y devolvió el gesto pasando sus brazos por el cuello de ella.

— vos también estás muy linda — su sonrisa se podía ver a la distancia que era de pura felicidad, al igual que sus ojos tenían un brillo especial. 

Ambas se miraban con una sonrisa, Mai aún abrazada a Ryomen por su cintura. — ¿vamos? te voy a mostrar el lugar a donde vamos a comer, estoy segura que te va a encantar — tomó la mano de la pelirosa y la guió al auto, abriendo su puerta, dejando que se sentara primero.

Sukuna no podía sentirse más feliz al estar por tener una cita con la primer chica que llamaba su atención.

Sukuna no podía sentirse más feliz al estar por tener una cita con la primer chica que llamaba su atención

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