32 | El diablo se viste de rojo

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32 | EL DIABLO SE VISTE DE ROJO

*capítulo largo, pero creo que merecerá la pena... ;)

Hazel

—No me gusta.

Mara ahogó un jadeo.

—¿Cómo puedes decir eso? —se asomó por encima de mi hombro, reflejándose en el espejo de mi habitación donde mi miraba con una mueca —. ¡Estás preciosa!

Me vuelvo a mirar. Vale, tal vez me viese bien si fuese a acudir a un striptease o una pasarela de Victoria Secret, no a una maldita fiesta de Halloween de una fraternidad.

—¿Alguien me puede explicar por qué Matt tuvo que ser el encargado de comprar mi disfraz? —me quejé, notando que el corsé rojo me dejaba sin respiración.

Mara apretó los labios, reteniendo una sonrisa.

—Bueno, técnicamente le dije cuál era el que querías, pero creo que él encontró uno que le gustó más.

Rodé los ojos. Cómo no, el vikingo había preferido un traje diminuto rojo que lo justo tapaba las partes de mi cuerpo que debía tapar, con un corsé, una minifalda del mismo color, una diadema con pequeños cuernos rojos y una cola alrededor de la cintura acabada en punta, por no hablar de las medias lenceras negras que tapaban mis piernas hasta los muslos. Ni siquiera llegaban a taparlas enteras.

Ah, y su detalle favorito, un tridente. Cuando llegué a mi habitación y Mara me dijo que Matt se había tomado la molestia de comprarme el disfraz de Halloween, me encontré una pequeña nota que rezaba "ya tienes cara de diablilla malvada, pero el tridente le dará un toque".

Mi amiga tenía razón: no me veía mal. Se había esmerado mucho en el maquillaje, con sombras negras y pintando mis labios de rojo, cosa que personalmente me encantó, pero si por algo me gustaba esa época del año, era por las pelis de terror, los disfraces de asesinos en serie, payasos poseídos o, no sé, un monstruo feo y aterrador, no para ir... bueno, así.

—¿Estáis listas? —preguntó Jake, repiqueteando sus nudillos sobre la puerta.

—A Hazel no le gusta su disfraz —le informó Mara, cruzándose de brazos y sentándose sobre mi cama con cierto disgusto.

—¿Por qué no? —Jake se cruzó los brazos y me dio un repaso con la mirada. Después, se encogió de hombros —. Yo te veo bien.

—Y yo estoy a punto de verme el alma —repliqué, soltando un suspiro.

—No es para tanto, en serio —insistió Mara con media sonrisa, tratando de convencerme —. Estoy segura de que dejarás boquiabierta a muchos, y tiene pinta de ser muy cóm... bueno, fresco —dijo con una risita nerviosa.

Claro, ¿qué iban a decir ellos si iban disfrazados de Woody y Andy? Literalmente Mara estaba preciosa con pecas sobre la nariz, dos pequeñas trenzas, vaqueros y una camisa blanca anudada, mientras que Jake la acompañaba con la ropa del conocido personaje de Toy Story.

Eran tan adorables que me entraban ganas de vomitar. ¿Por qué tenía que quererlos tanto?

—De acuerdo, vámonos antes de que decida quedarme toda la noche viendo películas de miedo —zanjé, enganchando su brazo al mío y después al de Jake.

Todo el campus estaba decorado con telarañas, calabazas y panfletos por todas partes de las fiestas que se organizaban esa noche. Las chicas de la residencia se lo habían tomado muy en serio en cuanto a la decoración. A Mara y a mí nos tocó ayudar con la de nuestra planta, y he de admitir que me lo pasé genial. Ni Addison ni sus amigas tenían la habitación en nuestro piso, de modo que no tuve que interactuar con ellas.

El destino de ScottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora