15 | OTRA VEZ
*este capítulo contiene descripciones de ataques de pánico y recuerdos traumáticos para la protagonista.
Logan
Habían pasado siete horas desde que Hazel se había ido de mi casa y había discutido con mis padres.
Ellos habían estado gritando en el salón tres de ellas.
Me iba a explotar la cabeza. En cuanto aguanté el tiempo suficiente la discusión de mis padres que no parecía terminar desde mi habitación, agarré unos auriculares y mi bolsa deportiva y me largué al gimnasio. Fui corriendo, sin coche, pese a que lloviese. Necesitaba despejar la cabeza. Necesitaba vaciarla de todo el ruido.
Pero Hazel no me contestaba. No entendía cómo no había podido chocarme contra ninguna farola o que ningún coche no me hubiese atropellado durante todo el trayecto hasta el gimnasio, porque no había podido despegar los ojos de la pantalla, esperando desesperadamente un mensaje suyo.
Había sido un idiota. Lo sabía. Llevaba siéndolo un buen tiempo a juzgar por lo que el entrenador pensaba en esos momentos de mí tras haberse enterado de la fiesta de la noche anterior, por lo que pensaban mis padres a todas horas y por lo que le había hecho a ella.
No se lo había ocultado. No intencionadamente. No tenía la certeza de que estuviese en lo cierto, y creí... creí que lo mejor sería no comentar nada hasta estar seguro.
Pero lo que no esperaba era que se chocara con mi padre.
Me sentía un completo imbécil, y a pesar de la carrera, de la hora intensa haciendo ejercicio y de la media hora corriendo en cinta de después, no era capaz de quitarme una cosa de la cabeza.
Siendo sábado y haciendo un tiempo tan malo, el gimnasio estaba prácticamente vacío. Tan solo me encontraba yo en el piso superior. Yo, mis pensamientos y remordimientos.
Hazel me había contado la experiencia más traumática de su vida después de decirme que nadie, salvo sus padres y, ahora yo, lo sabía.
Ella me había pedido confianza. Me había pedido que, si me pasaba cualquier cosa, si tenía cualquier preocupación, se la contara.
Era lo justo.
Pero no lo había hecho.
Con el pecho agitado y el cuello goteando de sudor, desbloqueé una vez más el móvil. Tenía mensajes del grupo del equipo, de los muchachos y un par de Ty para ver cómo iban las cosas.
Si tú supieras.
Ninguno de Hazel.
Impaciente, no pude resistirme y busqué a Mara en mis contactos.
Logan: Hola, ¿cómo va todo?
Logan: Oye, Hazel y yo hemos tenido hoy una discusión. Sé que no querrá saber nada de mí, pero, al menos ¿puedes decirme si está bien?
Con el corazón retumbándome en el pecho, me mordí una uña, impaciente. Y entonces Mara leyó mis mensajes.
Mara: Llamada entrante.
Di un brinco y por poco se me resbaló el teléfono de los dedos.
—¿Mara? —pregunté sorprendido —. ¿Qué pasa? ¿Va todo...?
—Logan —musitó. Su trémula voz me puso en alerta.
¿Estaba llorando?
—Mara, ¿va todo bien? —enarqué una ceja, pasándome una toalla por el cuello. Una oleada de preocupación me invadió —. ¿Alguien te ha hecho daño?
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El destino de Scott
Genç KurguLa vida de Logan Scott es demasiado perfecta para ser real, o al menos es lo que siempre ha pensado, hasta que su carrera como jugador de hockey en la NHL empieza a culminar la fama tal y como su padre lo hizo años atrás, lo que conlleva algún que o...