High School DxD: Magus

Capítulo 9 : Consecuencias

Connor se quedó de pie en la puerta del apartamento de Asia, respirando el aire de la noche y tratando de mantener la calma. Quedarse atrapado en medio, o mejor dicho, verse arrojado al camino de un complot de secuestro más enrevesado que la física nuclear dañaría la salud mental de cualquiera. Especialmente si uno casi se encuentra con la Parca como resultado.

Al menos Asia estaba a salvo, por ahora.

La monja había cogido una toalla de mano y dos cuencos de su cocina, llenando uno con agua limpia y dejando el otro vacío para usarlo para tirar el agua sucia después de escurrir la toalla. Dijo que quería intentar limpiar la cara de la mujer dhampir mientras esperaba a que volvieran.

Dejándola sola, Connor salió a ver la carnicería, pero se detuvo en la puerta. A raíz de la batalla con el acosador de Asia, el área frente al apaato no se parecía en nada a lo que solía ser con tantos escombros esparcidos en todas direcciones. Trozos de pavimento y tierra cubrían la calle llena de cráteres, marcas de quemaduras de la magia de fuego del diablo rubio salpicaban la acera y parches de césped, y un árbol parcialmente arrancado colgaba en la calle en un ángulo bastante precario. Y eso sin siquiera considerar los charcos de sangre que podía ver desde la pasarela.

Tobio estaba ocupado reparando la calle. Estaba arrodillado en la acera con las palmas de las manos apoyadas en el suelo, con círculos de magia negra brillando debajo de ellas. Pedazo a pedazo, los trozos de tierra rodaban y se rompían, solo para volver a unirse y reformarse en su lugar original en el suelo. Era como ver canicas rodar hacia un pozo y luego simplemente fundirse en él. Muy extraño.

Tobio miró hacia arriba y vio a Connor observándolo trabajar.

"Magia de la tierra", describió. "Muy buena para limpiar la escena de un crimen".

El mago gruñó en reconocimiento y saltó la barandilla para unirse a él.

Mientras Tobio se ocupaba del área circundante, Connor fue a buscar el brazo cortado y la espada del demonio que Jin había matado. Efectivamente, estaban justo donde la había visto perderlos. El brazo ya no sangraba y la espada de doble filo de estilo europeo estaba más o menos empapada en el fluido vital que ahora estaba derramado en el suelo.

Tomó el arma por el pomo y aplicó Inguz, la runa de la separación, en la empuñadura, la guarda y la hoja. Observó con cierta satisfacción cómo la sangre acumulada caía como si fuera agua de verdad, incluso si la sacaban de entre las grietas. Al inspeccionarla, notó una especie de escritura grabada a lo largo del canal de la hoja. Entrecerró los ojos para intentar leerla, pero en ese momento, Tobio se acercó y miró por encima de su hombro.

"¿Añadir algo a tu colección?"

-Tal vez. -El mago dejó el arma a un lado antes de continuar con su parte de la limpieza, usando a Sowilo para incinerar el brazo y las manchas de sangre en lugar de contenerlas, acelerando así su trabajo por unos cuantos minutos. No sabía exactamente para qué, pero tal vez la espada tendría un uso más adelante. Su dueño ya no la necesitaría. Podría averiguar lo que decían las inscripciones una vez que terminara aquí.

-Entonces -continuó Tobio-, Jin me dijo que pasaste a la ofensiva y atacaste a los Demonios cuando llegaron. ¿Qué te hizo pensar que era una buena idea luchar tú solo contra todo un grupo de ellos?

Connor se mordió el labio con irritación. Sabía que esta discusión iba a suceder, lo quisiera o no.

-Nunca creí que fuera una buena idea. Simplemente no quería arriesgarme a que se acercaran más. Si irrumpían en mi apartamento como lo hicieron los exorcistas, no habría forma de detenerlos a todos. Con ventaja de local o sin ella, mis probabilidades de sobrevivir a un enfrentamiento de seis contra uno contra un enemigo desconocido mientras protegía a alguien eran casi nulas. No tuve más opción que golpearlos primero. -Connor se puso de pie de nuevo y se giró para encarar a Tobio, sosteniendo la espada con la mano derecha sin apretarla-. Además, pensé que Jin ayudaría a equilibrar las cosas. Pero no luchó tanto como pensé que lo haría.