Capítulo 17 Una nueva amenaza

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Uuughhh…"

Acostado boca arriba, Connor dejó escapar un gemido cansado entre respiraciones entrecortadas mientras observaba las nubes que flotaban perezosamente en el cielo del atardecer. La camiseta negra y los pantalones cortos deportivos que vestía estaban llenos de suciedad y empapados en una buena cantidad de sudor, lo que le hacía sentir como si estuviera envuelto en una sábana mojada.

Durante las últimas tres semanas, Caster había cumplido su promesa de patearle el trasero para ayudarlo. Tanto en sentido figurado como literal. Fuera de la escuela regular, Connor fue sometido a un campo de entrenamiento físico e intelectual que en ocasiones lo hizo cuestionar si Caster realmente estaba enojado por ser un Caster.

Los lunes, miércoles y viernes los dedicaba al estudio. Más concretamente, a estudios intensivos de tácticas y teoremas taumatúrgicos, todo ello mientras repasaba todo lo que sabía sobre hechicería rúnica.

Las Runas Primordiales, según lo que Caster le dijo, fueron transcritas por primera vez por Odín del panteón nórdico después de que se sacrificara en Yggdrasil en su eterna búsqueda de conocimiento. Después de los nueve días y noches que estuvo colgado del árbol del mundo y miró fijamente sus raíces, las verdades del mundo le llegaron en visiones, tomando la forma de runas. Al regresar del árbol, Odín compartió estas verdades –la realización misma de los misterios– con sus hermanos Vili y Vé. Juntos, los tres construyeron Asgard, el hogar de los dioses nórdicos, y transmitieron las runas a sus nuevos habitantes, que con el tiempo encontraron su camino hacia las razas mortales de la Tierra.

Sin embargo, a lo largo de milenios, los narradores y escribas mortales malinterpretaron el significado de las runas, lo que opacó los conceptos que representaban. Su eficacia individual se fue atenuando gradualmente debido a esto, y las versiones futuras de la hechicería rúnica requirieron cadenas más largas y complejas para lograr resultados similares. A principios del siglo XXI, la hechicería era solo una sombra de lo que era, considerada ineficiente y poco práctica por la mayoría de los magos.

Los esfuerzos por recuperar los conocimientos antiguos no dieron buenos resultados. Como Connor había aprendido de su abuelo, las runas del Futhark antiguo requerían que se inscribiera una superficie física y se llenara de energía mágica para que se activaran.

Caster, por su parte, podía manifestar a los Primordiales en el aire en un abrir y cerrar de ojos y reescribir la ley natural según sus necesidades.

Y hablando de ojos, incluso había encontrado una solución al problema de los Ojos Místicos de Connor. Después de un breve estudio de sus funciones y efectos posteriores, el Espíritu Heroico inscribió un par de runas detrás de las orejas de Connor que liberarían de forma constante y segura el exceso de energía mágica absorbida por sus ojos, anulando así la neuritis óptica que causaban. Aunque Connor estaba extasiado por usarlos sin dolor, Caster le recomendó que mantuviera su política de uso mínimo. Quería asegurarse de que Connor no se volviera dependiente de ellos. Al menos ahora, Connor tenía un nombre adecuado para ellos: Ojos Místicos de Precognición.

Los martes, jueves y sábados se concentraban más en el entrenamiento físico intensivo: vueltas por la ciudad, carreras de obstáculos, ejercicios con fuego real, combates individuales con Caster, etc. Todo esto tenía como objetivo principal mejorar la resistencia de Connor, su percepción espacial, su tiempo de reacción y su capacidad para controlar su ritmo antes de que Caster considerara que estaba en condiciones para la siguiente etapa del entrenamiento. Además, sus circuitos mágicos se acostumbrarían más a que Caster gastara activamente energía mágica.

High School DxD: MagusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora