"Capitulo 19"

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Tome la bolsa y saque unos billetes de mi cartera.

-No, no, es para usted.

-Por favor. Es su trabajo, es justo el reembolso.

-Ustedes van a ayudarnos con las medicinas y los enfermos. Si podemos dar algo, lo haremos con gusto.

-Sabe que recibimos un pago por ello, ¿No?

-Pero no el que están acostumbrados a ganar.

Bueno, era verdad. El pago era mínimo y más que por dinero lo hacíamos por el placer de ayudar, ya que al decidir venir donabamos parte de nuestras horas, por lo que el sueldo de este pequeño viaje era menos de la mitad de lo acostumbrado.

Está vez ganó la discusión, así que acepté el paquete sin decir una palabra más.

Voltee al muelle, entonces note que una de las señoras me llamaba, por lo que supuse ya estaban listas.

-Bueno, creo que es hora de volver.

La niña se despidió de su padre y caminamos de vuelta al muelle.

Más antes de llegar pasamos por un puesto de flores.

-Oye, mira esas flores, son bonitas ¿No crees?

Voltee en la dirección que ella miraba.

Habían muchos tipos de rosas y flores, pero en la esquina izquierda habían unas macetas con orquídeas, unas de las flores según recordaba, eran las favoritas de Árian.

-Si, son hermosas.

La niña se pego más a mi. -Papá dice que tienes una novia muy hermosa. Quizá le gusten las flores y te quiera más si la sorprendes con unas. -Susurró metiendo aún más la idea de comprar algo especial para ella.

Sonreí. -Creo que tienes razón, aunque no es mi novia, seguro le gustará.

Me desvíe por un momento, compré la maceta y volvimos al bote.

Eran las 10:49am cuando llegue de vuelta al dormitorio.

Y por muy extraño que parezca, Árian aún no despertaba.

Aproveche el tiempo, fui a la cocina y prepare el café que el amable señor me había dado. Pique algunas frutas he hize un jugo de naranja.

Una vez listo el café, servi dos tazas y subí a despertar a Árian.

Abrí la puerta. Ella dormía plácidamente, tanto así que incluso me contagio las ganas de volver a acostarme.

Pero no, la junta empezaría en breve y apenas alcanzaría a tomar algo.

Me acerque a ella y jale un poco la cobija.

-Buenos días doc.

Árian solo se quejo y volvió a jalar la cobija.

Entonces me acerque a la ventana y abrí la cortina para que entraran los rayos del sol.

-Vamos doctora Khamsaen es casi medio día. -Insistí una vez más.

Y creo que el escuchar que era casi medio día la hizo reaccionar más rápido, pues la sola frase la hizo sobre saltar y ponerse de pie.

-¿Es tan tarde? -Buscaba sus cosas. -¿Por qué no me despertaste antes?

Se veía tan divertida buscando su maleta y zapatos.

-¿Dónde... ¿Dónde están?

-Tranquila, aún queda tiempo. -Camine hacia ella. -Sus cosas están en ese pequeño ropero, y los papeles en la mesa de abajo. Junto al café y la fruta picada.

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