Capítulo 37: Misiones y Eula Lawrence

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Tras la intensa práctica de canto, el silencio de la Catedral solo era interrumpido por la respiración suave de Barbara. Satoru, siempre atento a los detalles, notó cómo la sonrisa habitual de la diaconisa se desvanecía, siendo reemplazada por una expresión de preocupación. Había algo en su mirada que no concordaba con la serenidad del momento.

Satoru: Barbara, ¿estás bien? Te noto preocupada.

Preguntó, acercándose un poco más, colocando una mano en su hombro en un gesto de apoyo.

Barbara, sorprendida por la observación, bajó la mirada, jugueteando nerviosamente con las puntas de sus dedos antes de responder.

Barbara: Es... Jean. Últimamente ha estado tan ocupada. Apenas vuelve a casa, y cuando lo hace, llega muy tarde, agotada. No quiero que se desgaste tanto, pero no sé cómo ayudarla...

Su voz sonaba cargada de preocupación, sus palabras lentas, como si estuviera buscando las mejores formas de expresar lo que sentía.

Satoru frunció el ceño por un momento, pero pronto una sonrisa traviesa asomó en sus labios, algo que hizo que Barbara lo mirara con una mezcla de curiosidad y sorpresa.

Satoru: Bueno, si te preocupa tanto, creo que yo podría ayudar con eso.

Barbara levantó la vista, sorprendida por la oferta. Sus ojos brillaban con un rayo de esperanza, aunque también con duda.

Barbara: ¿De verdad lo harías, Satoru? ¿Ayudarías a Jean con su trabajo?

Satoru: Por supuesto, pero...

Su sonrisa se amplió un poco más, inclinándose hacia ella con un brillo pícaro en sus ojos.

Satoru: Pero seria con una condición.

Barbara, siempre inocente, parpadeó confundida, inclinando ligeramente la cabeza.

Barbara: ¿Qué condición?

Satoru se acercó aún más, casi susurrando mientras acariciaba suavemente la mejilla de Barbara con el dorso de su mano.

Satoru: Quiero un beso tuyo.

El rubor de Barbara fue inmediato, sus mejillas ardiendo mientras lo miraba, sorprendida. La cercanía de Satoru, su tono bajo y su pedido tan atrevido la dejaron sin palabras por unos momentos. Sin embargo, a pesar de la timidez que sentía, había algo en su interior que la impulsaba a aceptar.

Barbara: Satoru... yo...

Murmuró nerviosa, pero antes de que pudiera seguir, Satoru la miró con ese aire de seguridad y ternura que siempre la hacía sentir cómoda, aunque también algo nerviosa.

Barbara, decidida a confiar en él, se acercó lentamente, cerrando los ojos mientras rozaba sus labios con los de Satoru, un beso suave pero cargado de sentimientos. Era un momento fugaz, pero suficiente para que ambos sintieran la conexión entre ellos.

Cuando se separaron, Satoru sonrió de lado, satisfecho.

Satoru: Muy bien, mañana mismo le echo una mano a Jean. Todo va a ir bien.

A la mañana siguiente, Satoru caminaba hacia la sede de los Caballeros de Favonius, listo para cumplir su promesa. El ambiente en Mondstadt era tranquilo, pero al entrar en la oficina de Jean, la atmósfera cambió por completo. Montones de papeles cubrían el escritorio de la Gran Maestre, y Jean, sentada detrás de ellos, se veía visiblemente agotada, con ojeras que delataban las largas horas que había pasado trabajando.

Satoru se acercó con una sonrisa confiada, cruzando los brazos mientras observaba a Jean lidiar con los documentos.

Satoru: Jean, creo que necesitas un respiro.

SATORU x Genshin Impact Pt 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora