¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
|𝐀𝐌𝐄𝐋𝐈𝐀 se encontraba en la biblioteca sola, buscaba algun tipo de libro que diera más información sobre su padre. Pues desde que se enteró que Rasputin había escapado de la Isla, no dejaba de pensar en el, atormentaba su mente, escuchaba su voz en las noches, escuchaba como la llamaba y aquella luz verde que caracterizaba el poder de el aparecía, estaba alucinando la pelinegra, y ella lo sabía.
Jamás quiso saber quién era el, no le importaba quien era su padre, pero desde que Mal y los demás Vk's aparecieron, su padre también lo hizo, y no de una forma bonita.
Amelia estaba en una escalera con ruedas para observar cada libro de la estantería, estaba apunto de darse por vencida, pues no encontraba nada, hasta que un libro de páginas cafés y pasta gruesa llamó su atención, estiro uno de sus brazos para tomarlo pero fue en vano, pues perdió el equilibro y cayó de la escalera, y cuando estaba apunto de tocar el piso, unos brazos lograron sujetarla antes de que se hiciera daño.
-Ten más cuidado princesita -era Dylan, este sonrió al ver la cara de espanto de su amiga.
-Gracias -dijo en tono bajo la chica y el castaño la bajo de sus brazos, esta se acomodo su vestido y tomo su mochila que estaba en el suelo.
-¿Qué hacías allá arriba? -pregunto el mirando hacia arriba.
-Practicando escalada -habló ella con sarcasmo y sonrió falsamente.
-Odio cuando hablas con sarcasmo -dijo con tono molesto y se recargo en una de las estanterías de la biblioteca.
Amelia hizo una mueca divertida y rodó los ojos.
-¿Qué buscas? -pregunto Dylan observando los ojos de la pelinegra.
Esta mantuvo su mirada con la de el por unos segundos antes de hablar -busco algo que me de más información sobre mi padre.
Dylan se cruzo de brazos y suspiro -Lia, Lia, Lia -repitió su nombre- debes de dejar de abrumarte con todo ese tema, te aseguro que si tu padre aparece, yo mismo te protegeré, querida alteza -bromeó el chico haciendo una reverencia, lo que causó que su amiga le diera un golpe en la nuca.
-Sabes que odio que me digas así -recordó ella mientras su amigo se sobaba la cabeza.
-Lo se, lo se, pero debo empezar a acostumbrarme, pronto serás la reina de Wonderland, ¿no es maravilloso?
No, no era maravilloso para ella, era una pesadilla, no quería ser reina, y mucho menos ser como su madre.
-Si...-respondió ella agachando la cabeza- ¿Y tú que haces aquí?
-Oh si -reacciono el- Ben te busca, dice que esta en su oficina, quiere hablar sobre el baile -al decir esto último, una mueca de cansancio y fastidio apareció en ella.
