Capítulo 8

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Es ese extraño joven de nuevo... ¿Acaso me está siguiendo?

Pensó, con su cuerpo sumergido casi en su totalidad mientras observaba los ojos dorados del yokai, quién se mantenía en la orilla.

- ¿Qué es lo que quieres? - preguntó, intentando sonar desafiante.

El peliplata no respondió, sólo se quedó mirándola.

- Po... ¿podrías voltear? quiero ponerme mi ropa.

- ¡Sesshomaru!

- ¿Qué? - miró hacía arriba, encontrándose con el híbrido, el cual aterrizó a unos metros del demonio.

- ¿Qué demonios estás haciendo aquí? - preguntó, frunciendo el ceño.

Pe... pero... ¿ellos se conocen?

- Ay pero que híbrido tan impertinente - respondió Jaken - Deberías mostrar más respeto por tu hermano mayor, Inuyasha.

¡¿HERMANO MAYOR?!

Los ojos de la joven se abrieron como pocas veces lo habían echo en su vida y no pudo evitar sentirse atormentada y culpable por lo que había ocurrido más temprano ese día.

- Debes haber estado demasiado ocupado como para no reparar en mi presencia, hermano - dijo en un tono burlón.

El hanyo desvió la mirada, comprendiendo totalmente lo que esas palabras significaban.

- ¿Qué es lo que quieres? - insistió, desafiante.

- Quiero que me digas donde se encuentra la tumba de nuestro padre.

- ¡¿Y por qué piensas que yo voy a saber eso?! Además... no me interesa.

El demonio frunció el entrecejo.

- Entonces... no me dejas alternativa.

Se deslizó sobre el agua, en dirección a la joven y, tomándola de la cintura, volvió a posicionarse frente a su medio hermano.

- PERO ¡¿QUÉ DEMONIOS ESTÁS HACIENDO?! ¡SUELTAME! - gritaba, intentando liberarse mientras se cubría sus pechos con su mano derecha y su entrepierna con la izquierda.

- ¡¿Qué... Qué haces?! - se sonrojó, al mismo tiempo en que una especie de molestia invadía su pecho - ¡SUELTALA! - empuñó sus garras.

- Estabas aquí sólo por esta mujer - el yokai sostenía el vientre de ella con su mano izquierda, mientras que, con la derecha empuñó sus garras, colocándolas a la altura de su cuello.

- Qui... quítales tus manos de encima - gruñó.

- Entonces dime dónde se encuentra la tumba - apretó su agarré en su vientre, provocando que la mujer realizara un gesto de dolor - O ella pagará el precio de tu silencio.

- ¡YA TE DIJE QUE NO SE NADA! - su molestia se convertía en desesperación.

- No me sorprendes Inuyasha - sonrió levemente - Tu amor hacía los humanos te condena... eres igual de despreciable que ellos.

Tengo que liberarme de alguna forma.

Aprovechando aquel pequeño momento en el que el peliplata bajó la guardia, mordió la mano que se encontraba cerca de su cuello, provocando que en un acto reflejo, él la apartara mientras, de un empujón, lo quitó de encima.

- ¡Inuyasha! - corrió en su dirección.

- ¡Kagome! - la recibió en sus brazos, hasta que se percató de su desnudez, por lo que la empujó detrás de si al mismo tiempo en que se quitaba su haori y se lo entregaba - Ponte esto y quédate atrás... Sesshomaru es un tipo muy peligroso.

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