Capítulo 37

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¿Viene por Colmillo de acero? Pero si hace unos días...

La imagen del peliplata contemplando a su hermano pasó por su mente.

Entonces, si trataba de robarle la espada...

- ¡¿Quién es ese?! - chilló el niño, escondiéndose detrás de Miroku.

- Es el medio hermano de Inuyasha. - respondió él.

- ¡Él no es mi hermano! - gritó. - ¡¿Y tú cómo sabes eso?!

- ¿Realmente eso es lo que importa ahora? - preguntó el mayor, descendiendo del hombro de aquel monstruo y deteniéndose a unos metros de los jóvenes.

- Inuyasha... - murmuró Kagome. - Su... su brazo.

- ¿Qué? - posó la mirada en aquella extremidad. - ¿De dónde sacaste eso?

El yokai sonrió, recordando lo acontecido días atrás.

Inicio del flashback

- Amo Sesshomaru, ¿tiene idea de cuándo despertará su hermano? - preguntó mientras el demonio se encontraba frente a la cascada.

- No me interesa. - miró hacía el horizonte. - Sólo sé... que cuando despierte, le quitaré esa espada. - sin previo aviso, lanzó su látigo contra el bosque, cortando a la mitad un par de árboles. - Estas muy equivocado si crees que no me percate de tu repugnante olor.

- Al parecer su olfato es mejor de lo que me esperaba. - aquel ser, cubierto con aquella capa de mandril, se hizo presente.

- ¿Quién eres?

- Lo mismo le pregunto. - el yokai entrecerró sus ojos. - Pero, como soy un hombre cortés, le diré mi identidad primero... soy Naraku.

- Naraku. - repitió con seriedad.

- Usted es el hermano de Inuyasha, ¿no es así?

- Eso no es de tu incumbencia.

- Comprendo. - sonrió por debajo de su capucha. - Es un hombre de pocas palabras, me agrada.

- Tienes cinco segundos para decirme que es lo que quieres. - empuñó sus garras. - O te destruiré.

- Pasaba por aquí y no pude evitar escuchar su predicamento, señor. - mintió. - Al parecer, usted está interesado en la espada de Inuyasha.

- ¡Ay pero que insolente! Esa espada le pertenece al amo Sesshomaru y planea recuperarla... - antes de que pudiese seguir hablando, el peliplata posó su pie sobre él.

- Que extraño... usted parece un poderoso demonio, un hanyo como Inuyasha no debería presentar ningún problema.

No respondió, sin embargo Jaken reveló más de lo que él hubiese deseado.

- ¡Sólo espera a que mi amo pueda destruir la barrera de la Tessaiga! Aquella energía que recibió a esa niña insolente que anda con Inuyasha y que no dejo...

- Jaken. - el pequeño yokai dejó de hablar.

- La espada de Inuyasha sólo puede ser tocada por él o algún humano, ¿verdad? - preguntó con altanería.

- Hm. - volteó, observándo el horizonte.

- Señor Sesshomaru, sé de algo que podría serle de gran ayuda para obtener aquella legendaria arma. - el demonio lo miró por sobre su hombro. - Sólo... véame aquí en tres días.

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