Capítulo 22

68 11 1
                                    

- Amo bonito, ¿a dónde nos dirigimos? - preguntó Jaken, siguiéndolo.

Como de costumbre, no obtuvo respuesta.

No recuerdo haber estado en ésta parte del bosque.

Pensaba cuando chocó con la pierna del yokai, quién había detenido su caminar.

- ¿Qué... que ocurre? - lo miró, notando la expresión de su rostro.

No está aquí, sin embargo, su olor... no se encuentra muy lejos.

- Jaken - lo miró - Espérame aquí.

- ¡Kah! Pe... pero, ¿a dónde va?

- No te interesa - comenzó a caminar, adentrándose aún más en el oscuro bosque.

El pequeño yokai se sentó debajo de un árbol, lanzando un sonoro suspiro.

- El mundo he de cambiar, para ir a un futuro ideal, en donde no reine el mal...

Su dulce voz resonaba en la soledad del lugar como una suave melodía que descendía del cielo, al menos así lo percibía él.

La jovencita se encontraba sentada al frente de una fogata, cocinando unos pequeños peces que había capturado horas atrás.

- Hm.. - gimió, realizando gestos de dolor, observando sus manos, las cuales tenían pronunciadas cortaduras.

- ¡Maldita chiquilla! - gritaba mientras clavaba su cuchillo en sus manos - ¡Esto te enseñará a no robar más peces de mi aldea!

Suspiró, mirando hacia el cielo, pensando en si algún día su vida cambiaría o estaba condenada para siempre a estar en soledad. Se recostó sobre la hierba, con sus manos detrás de su cabeza, emitiendo una leve sonrisa.

- Lo haré con decisión... un mundo lleno de esplendor, es mi ilusión...

- ¿No tienes a dónde ir?

- ¡¿Qué?! - se sentó de golpe, girando en dirección de aquella voz.

Él...

Ella se puso de pie, acercándose lentamente al yokai hasta quedar frente a él.

- ¿Cómo se encuentra?

Sesshomaru no respondió. Sus orbes dorados viajaron por todo el cuerpo de la mujer, deteniéndose especialmente en las zonas maltratadas.

- ¿Quién te hizo eso?

- ¿Esto? - elevó sus manos, mirándolas también - Fue mi culpa... estaba buscando algo de comer - hizo una pausa, volteando y regresando a quitar el pescado del fuego - ¿Quiere un poco? - sonrió.

Ahí estaba nuevamente... la misma sonrisa que le dedicó al irse, la misma que junto con la planta que guardaba celosamente se había quedado en su mente, reapareciendo más de una vez en el día.

La joven insistió con un gesto, elevando la comida, sin embargo comprendió que él no deseaba nada, por lo que termino degustando de su cena, sola.

- No tiene que quedarse conmigo... - dijo en un tono melancólico, observando las últimas brasas del fuego - Estoy acostumbrada a estar sola después de todo.

El demonio continuó observándola desde el mismo lugar en el que se había detenido al llegar. De repente, giró, dándole la espalda.

- Ven conmigo - pronunció.

La jovencita abrió ampliamente sus ojos sin apartar su mirada del lugar donde había estado el fuego.

- ¿Qué... que quiere decir?

DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora