Capítulo 23

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- ¿Estas seguro de que quieres acompañarme? - le preguntó, tomando las cestas que necesitaba para ir al huerto y comenzar a recolectar las verduras que iba a entregarle a los aldeanos, ese mismo día.

- Si - asintió sonriendo, visiblemente más animado - Además... no quiero quedarme sólo aquí.

- Te entiendo - sonrió - Bien, entonces puedes venir.

Ambos se disponían a salir de la casa cuando la niña ingresó rápidamente.

- ¡Hermana! - gritó, mientras caía de rodillas a los pies de la joven.

- ¡Kaede! - se asustó, arrodillándose a su lado - ¿Qué ocurrió?

La joven aspiraba pequeñas bocanadas de aire, tratando de regular su respiración.

- Oni... el joven Onigumo... el...

- ¿Qué ocurrió con él?

- ¡Él no está en la cueva!

- ¡¿Qué?! - abrió grande sus ojos en señal de sorpresa - ¿Estas segura Kaede? Es... imposible, es decir, no hay forma de que él saliera por sus propios medios.

- ¡Es verdad! - gritó, poniéndose de pie y saliendo de la casa - ¡Sígueme!

- ¡Kaede! ¡Espera! - tomó su arco y sus flechas - Shippo... ven con nosotras - giró y comenzó a correr mientras el niño la seguía.

Ingresaron a la cueva y al descender se encontró con la niña parada al lado de todos los elementos que había llevado momentos antes, mirando el lugar en dónde solía estar el ladrón.

- Es... verdad - murmuró - El joven Onigumo no está.

Sus palabras no reflejaban la sorpresa y el miedo que estaba sintiendo en ese momento, después de todo, estaba convencida de que el bandido jamás abandonaría ese lugar.

Es imposible que haya salido de aquí por sus propios medios, ¿verdad?

Pensaba, mientras observaba el lugar.

Puedo percibir una presencia demoníaca aquí... ¿será ella la culpable de su desaparición?

- Señorita Kikyo - pronunció el niño aferrado a su hakama - Este lugar me da miedo.

- A mi también - acotó la niña con una expresión de terror en su rostro.

- Vamos - giró y comenzó a caminar a la salida - Kaede, deja las cosas allí... luego vendré a recogerlas, por el momento no tenemos más nada que hacer aquí.

Salieron del lugar. Ella volteó, entrecerrando sus ojos al mismo tiempo en que un mal presentimiento invadía su mente y pecho.

- Kaede... lleva a Shippo a casa y espérenme ahí.

- ¿Y tú que vas a hacer?

- Iré a investigar un poco... tal vez alguien haya visto algo.

- Ten cuidado, hermana.

- Lo haré - sonrió - Quédense tranquilos, luego los alcanzo.

Los niños comenzaron a correr en dirección de la pequeña cabaña mientras la mujer se adentraba en el bosque, sin percatarse que unos nuevos ojos rojos la estaban observando.

Época Moderna.

- Hermana ¿ya te vas? - preguntó, sorprendido.

- Así es - lo miró, sonriendo - Tengo que acompañar a Inuyasha... hay algo que debe hacer y no puede esperar.

- Te ves muy feliz - parpadeó, sentado en la cama de la joven con Buyo en su regazo.

- Bueno... creo que lo estoy.

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