Capítulo 14

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- Es una lastima - pronunció el yokai - Entonces... ¡La tomaré por la fuerza! - golpeó el suelo, provocando una descarga de energía.

Una enorme explosión iluminó más aún el día.

- ¡Ese es mi hermano! - pronunció Manten desde la nube.

- Ja, eso fue muy fácil - el polvo comenzó a disiparte - ¿Qué?

La sacerdotisa se encontraba protegida por un campo de energía.

Su ataque es potente, deberé evadir los demás golpes, de lo contrario mis fuerzas se agotaran muy rápido.

Pensó, mientras que con un rápido movimiento lanzó su flecha. Hiten intentó desviarla con su espada, sin embargo la fuerza purificadora neutralizo la energía de su arma.

- ¡Argh! ¡Maldita mujer!

Manten lanzó una bola de energía desde la altura.

- ¡Ugh! - la esquivó, cayendo de cuclillas mientras le lanzaba otra flecha, la cual rozó su nariz.

- ¿Qué? - Kagome elevó su cabeza, observando la salida de la cabaña.

- ¿Qué ocurre señorita Kagome?

Puedo sentir levemente la presencia de la perla de Shikon, pero... esa energía electrizante... no pertenece a ella y mucho menos a Kikyo.

Se puso de pie, asomándose afuera. En ese momento, una brillante luz se observó a la distancia, seguido de un sonoro estallido.

- Los cultivos... - murmuró - ¡Kikyo! - entró nuevamente a la cabaña - Kaede, ¿estas son tus flechas y tu arco, no es así?

- Si, pero ¿Qué ocurre? ¿Qué fue aquella luz?

- No hay tiempo - tomó las armas - Por favor no salgas por nada en el mundo - comenzó a correr - ¡Espéranos aquí! - la miró una ultima vez y comenzó a concentrarse en el camino.

Nuevas explosiones se escucharon. Sabía que esto alertaría a los aldeanos, sólo esperaba que ninguno tomara el coraje para acercarse a ver lo que ocurría, después de todo no podía ser nada bueno.

Se detuvo a unos metros de donde se desencadenaba la batalla.

- Kikyo.

La mujer se encontraba en cuclillas, lanzando sus últimas flechas mientras que en el cielo un extraño ser se encontraba en una nube, en tierra alguien de aspecto visiblemente más humano, tenía una espada a su lado y observaba como la otra criatura lanzaba enormes bolas de energía que la miko evadía retrocediendo.

- Maldito - gruñó, al mismo tiempo en que su flecha fue despedida, atravesando el ataque del yokai e incrustándose en su rostro, atravesándolo.

- ¡Manten! - gritó al ver como la nube que sostenía a su hermano se desvanecía y este caía al suelo.

- ¡Kikyo! - la estudiante dio un paso, cuando una mano la jaló a los arbustos que se encontraban en el paso - ¡Oye suéltame! - lo miró, abriendo ligeramente sus ojos - Inuyasha.

- Quédate aquí Kagome.

- ¡¿Qué estas diciendo?! ¡Kikyo necesita ayuda!

- ¡Y yo la ayudaré! - la miró seriamente - Tú no posees la fuerza de Kikyo, serás un blanco fácil para esos demonios.

- Pero...

- Sólo... espéranos aquí - se asomó, volviendo a mirarla - Y huye si es necesario.

Comenzó a correr en dirección del campo de batalla.

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