Entrada #4

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«No creo que sea buena idea.

«¿Por qué no?» Masculló el moreno, recargando su peso en el sillón de su sala.

Heidi se había ido esa mañana, después de que el mayor le hiciera el desayuno y la besara diciéndole lo mucho que la amaba, Leni le había dado un dibujo a su madre, y Tom se había ofrecido a llevarla al aeropuerto.

Apenas si el avión había salido, el de trenzas había llamado a su amigo para tomar alguna copa en su casa.

«Bueno, te conozco Tomy y créeme que si invitas a Bill a la casa, no creo que se queden viendo películas» el mayor soltó una risita, dando un sorbo a su whiskey.

«Oye, tú mismo lo dijiste, está llevando una carrera y además tiene pareja, es solo que me cayó bien, es más, puedes venir, es muy buen chico» el rubio hizo una mueca, acomodándose en el sofá.

«Ni siquiera has hablado con él en persona, ¿Cómo sabes si en verdad es tan "buena onda"?» hizo las comillas con sus dedos.

Tom se levantó del sofá, caminando a la cocina.

«Hola Papi.

«Hola princesa» murmuró al pasar por el living, donde su hija veía una película de Disney.

Andreas se levantó del sofá, siguiendo a su amigo.

«¿Vas a invitarlo?

«Solo quiero conocerlo mejor, aparte aquí va a estar Leni, no pasará nada» sonrió, sacando un par de paletas de fruta de la nevera. Heidi acostumbraba a comprarlas para Leni y sus amiguitos, aunque a veces Tom y ella comían algunas.

«Dices que estudia.

«Filosofía y letras»

Andreas se sentó en la barra, lamiendo su paleta de limón.

«Bien, quiero conocerlo» sonrió amistoso «¿Cuántos años dices que tiene?

«Venqui cuackro» habló con la paleta en la boca. Andy lamió su paleta de nuevo entrecerrando los ojos.

«¿Cuándo le vas a hablar?

« Jugongo que...

«Quítate la paleta de la boca» masculló el rubio, Tom giró los ojos pero obedeció.

«Supongo que hoy» murmuró volviendo a lamer la paleta

«Sigo diciendo que no es buena idea» el de trenzas se encogió de hombros.

Sin darle mucha importancia...

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Bill mordió su labio. Bien, se sentía incómodo, debió haber llevado a Georg, aunque tal vez eso solo hubiera sido más incómodo aún.

Infló las mejillas, tocando el timbre que se presumía debajo del Nº 483.

No sabía exactamente por qué había aceptado ir a la casa de Tom, tan solo se
hablaban por whatsapp o messenger, así que ese de trenzas bien podía ser algún tratante de blancas o un narcotraficante, o tal vez...

La puerta se abrió, dejando ver a un hombre con una niña detrás.

«Hola Bill» sonrió Tom.

O tal vez solo era un padre de familia.

«Ah... Hola» el mayor le hizo una seña para que se adentrara a la casa.

Era bonita, con paredes blancas y piso de madera, muchos cuadros al alrededor y un amplificador en una esquina, así como muchos juguetes regados.

«Perdona el desastre, mi esposa se fue por trabajo y Leni y yo estamos solos ¿Verdad princesa?» El peli negro se giró para ver a la niña. Quien le veía tímida desde las piernas de su padre.

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