Entrada #14

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Los nervios se le extendían por todo el cuerpo, subió con cierto paso dudoso al autobús, aun debatiéndose sobre si debía o no, viajar de su universidad al las orillas de Berlin, justo a una humilde casa de dos pisos, en donde un padre de familia estaría esperándolo en su oficina, pues su esposa e hija estarían en la clase de ballet de la segunda durante toda la tarde.

Cuando volvió a bajar la mirada, se sorprendió a sí mismo mandando un mensaje a su prometido, diciéndole que tendría un proyecto en la facultad y que no podría llegar a casa hasta tarde. Bill suspiró, tal vez debía hablar con su hermana mayor sobre su reciente
problema con ese tal Tom Trumper.

Bien no había transcurrido ni una semana desde el incidente en la galería; cuando el mayor había mandando un texto al tatuado, diciéndole lo mucho que le extrañaba.

Bill se lo había planteando toda la semana y de distintas formas, en todas ellas siempre llegando a la conclusión de ir con Tom, y no porque fuera correcto, si no que su corazón hablaba por él.

El menor no tenía mucha noción de lo que ocurría en su cabeza, tampoco la tuvo cuando bajó del autobús, ni mucho menos cuando caminó hasta la casa de cierto artista, tocando el timbre después.

Su corazón latía fuerte, y cuando la puerta se abrió, solo incrementó la velocidad.

«Hola Bill.

«Hola Tom.» Ninguno de los dos se dio cuenta del momento en que ya se besaban desesperados, en el marco de la puerta.

El mayor jaloneó al más chico dentro de la casa, comiéndole la boca sin prestar atención a nada en su alrededor. Ninguno se molestó en detenerse en el sofá, sino que siguieron de lleno hasta subir las escaleras.

El corazón de Bill latía rápido, el de Tom parecía ser diez años más joven, ambos se adentraron en el cuarto del artista, sin dejar de besarse, hasta caer en las mantas blancas de la cama matrimonial.

«Tom.» Jadeó el más chico, separándose un segundo de los labios ya hinchados de
su amante.

El mayor le hizo una seña para que continuase, Bill tomó aire, aferrando sus dedos al trenzado cabello del hombre.

«Creo que te amo.» Suspiró, Tom le sonrió, estirando su mano para acariciar la mejilla del muchacho.

«Yo no lo creo, yo estoy seguro de amarte.

Volvieron a unirse en un beso, esta vez deshaciéndose de las prendas con paso lento, disfrutando de lo que no pudieron acabar en su totalidad la última vez.

El moreno se separó del tatuado, rozando sus narices con ternura.

«Quiero que poses para mí» ronroneó, frotando la cadera ya desnuda del pelinegro.

Bill sonrió, besando a su amante y mordiendo su labio inferior antes de separarse.

«Ve por unas bragas» susurró, soltando el agarre con el mayor.

Tom se levantó de la cama, caminando a uno de los cajones, su entrepierna amenazaba con endurecerse más, por lo cual tomó las primeras bragas blancas de su mujer. Se volvió a ver al menor, sonriéndole antes de empujarse a la cama y besarlo de nuevo, con las bragas en la mano izquierda.

«Déjame ponértelas» susurró, haciendo que el tatuado sintiera un escalofrío subir por su espalda al sentir los besos de Tom en su clavícula.

Dejó que el mayor siguiera bajando sus besos, sintiendo que le despojaba de toda ropa para luego sentir su delgado tacto vestirle las bragas. La erección que estaba formándose en la entrepierna de Bill dificultó el trabajo al mayor, con esfuerzo, se separó del tatuado, apreciándolo desde arriba.

El pelinegro le veía sexualmente, con una de sus manos arriba de la cabeza y la otra al lado de su torso, las bragas habían sido colocadas de tal manera que cubrían su entrepierna y la erección se presumía pomposamente, mientras que los testículos salían levemente de la tela.

Tom le dedicó una sonrisa a su amante, antes de salir volando de la habitación, con su propia erección molestándole.

«Déjame fotografiarte.

Fue lo primero que murmuró Tom al adentrarse al cuarto de nuevo, encontrando a Bill de rodillas en la cama, abiertas y viéndole con malicia.

«Adelante» susurró, abriéndose aun más de piernas y dejando que sus dos brazos
colgaran a sus lados.

Tom se relamió sus labios, sintiendo su polla endurecer aun más, enfocó la cámara, lanzando el flashazo después.

Ese era Gothdick789, aquel muchacho que se recostaba en la cama, abriendo sus piernas y doblando su torso hacia un lado, calentado cada vez más a Tom.

Gothdick789.

Tan solo el nombre le daba espasmos al mayor, esos once caracteres eran capaces de darle todo el placer que necesitaba.

A la tercer foto, el mayor dejó caer con suavidad la cámara al suelo, caminando hacia el blogger que le sonreía malicioso, mientras él desabrochaba su propio pantalón.

Varias veces había imaginado la escena, con su mano de apoyo, pero nunca había imaginado un Gothdick tan guapo, un Gothdick tan joven; con una vida digna detrás, con una pareja y una carrera; jamás había imaginado que habría algún diálogo entre ellos...

Mucho menos que se amarían en tan poco tiempo.

Cuando posó la primer rodilla en la cama, Bill se deslizó hasta él, terminando de bajarle los pantalones, para luego meter la erección del artista en su boca, Tom cerró los ojos, dejando que el tatuado se la mamara solo unos segundos, antes de empujarlo bruscamente a la cama.

Las bragas eran superficiales, una gran erección se presumía dentro, y Tom sabía que estaba comenzando a dolerle.

Apresuró el paso, comenzando sus besos entre las piernas de Bill, succionando con fuerza al llegar a la erección, por arriba de la tela.

«Mierda, Tom, te amo» gimió el menor, al momento que Tom sentía los primeros indicios de líquido preseminal.

Se apresuró bajando las bragas con velocidad, arrojándolas al piso para después lanzarse sobre el cuerpo desnudo de Bill, rozando ambas erecciones con brutalidad.

El menor, haló del cabello del contrario, besándole con reproche, pidiendo que su amor le penetrara de una jodida vez, y siendo escuchado por quien causaba tal sentimiento.

Tom se separó, dejando que Bill lamiera dos de sus dedos para luego dejarle bajar
la mano, el artista lubricó la entrada del menor, sintiendo su propia entrepierna dolerle a causa de los gemidos de Bill.

«Házlo ya, Tomi» jadeó el tatuado, Tom volvió a recostarse sobre él, pero esta vez embistiéndolo de por medio.

Las manos de Bill se aferraron a la espalda del contrario, ambos comenzaron a moverse con brusquedad, unieron sus labios en un beso, aun llevando el vaivén en sus cuerpos.

«Te amo, maldita sea, te amo Bill» gimió el mayor, sin siquiera alejarse de los labios de su amante.

Bill siguió gimiendo debajo de él, hasta que su cuerpo descargó todo placer,
llevándose a Tom consigo.

Ambos se quedaron unidos después, dejando que solo las bruscas respiraciones invadieran el cuarto.

«Esto es malo» susurró de repente Bill, haciendo que el mayor recordara exactamente dónde acababan de hacer el amor... Y era la cama en donde dormía con su esposa.

Se inclinó sobre sí, besando los labios del tatuado y entrelazando sus dedos con los de él.

«Amarse no es malo» trató de corregir, Bill embozó una leve sonrisa, abrazándose a su amante.

«Lo es cuando a quien amas no es la persona que ya se ató a tu vida» Tom soltó una risita, negando con la cabeza «¿Qué?

«No es cierto eso, Billy» rio levemente, agachándose para besarlo de nuevo.

Le ardía el pecho, a ambos les ardía, era demasiado para sus corazones... Era perfecto.

«Tú ya estás atado a mi vida..

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