Entrada #34

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Claro que cuando Verina Kaulitz había abierto la puerta al día siguiente, Tom había tenido que esconderse detrás de Bill mientras que Carry tomaba a su molesta esposa por los brazos, tratando de contenerla.

«¡Está bien, Veri! ¡Está bien!» gritó Bill, ayudando a su cuñada a contener a la bestia.

La mujer soltó un gruñido, zafándose con brusquedad del agarre de su esposa y cruzando los brazos, viendo con ira a aquel hombre de trenzas, el culpable de todo el dolor de su pequeño hermano.

«¿Puedes perdonarlo?» Susurró el tatuado, llamando la atención de su hermana, ella le vio frunciendo los labios, solo para soltar el aire a los segundos.

«Yo no tengo nada que perdonarle» gruñó, dando media vuelta y empujando con delicadeza a Carry, adentrándose en su hogar.

Bill frunció los labios, conteniendo el aire unos segundos en sus pulmones.

«Pasen, por favor» susurró la peli verde, haciendo una mueca, volteando sobre su
hombro. «Miren, no tengo idea de qué haya sucedido, pero sea lo que sea... Están juntos de nuevo, y eso es lo único que importa» explicó, dedicando una sonrisa a la pareja.

Bill respondió al gesto con tristeza, estirando su mano para tomar la de Tom y adentrarse en la casa de su hermana.

El pecho le dolía, no porque la casa le diera el horrible recuerdo de su intento de suicidio, sino porque era su querida hermana quien no le perdonaba, ni tampoco aceptaba a su verdadero amor.

Sin soltar la mano de Tom, tomó asiento a su lado, viendo a Carry caminar directo a las escaleras, notando que cuando habían abierto la puerta, ambas parecían totalmente molestas.

«Todo saldrá bien» la voz de su pareja logró calmarle, Bill soltó un suspiro,
permitiéndose recargar su cabeza sobre el hombro del artista.

«Eso quisiera pensar.

«Billy...

«Es que solo míralo» le interrumpió, escondiendo su rostro en el cuello del moreno «Mi hermana es la parte más fácil de esto y me siento morir» susurró, haciendo sentir a Tom un escalofrío al tacto.

Sin decir nada, le abrazó, recargando su cabeza en la cabeza de Bill, se permitió
cerrar los ojos, soltando un leve suspiro y apretando contra su cuerpo el de su blogger, abriendo los ojos al oír los pasos que bajaban de la escalera.

Quiso separarse, mas solo levantó la cabeza, pues Bill aun no le soltaba ni parecía querer hacerlo.

Verina le sostuvo la mirada entonces al mayor, viéndole con suspicacia y sentándose en el sofá, sola, sin Carry.

«¿Cómo pasó?» Sus palabras resonaron en la sala, Tom apretó los labios, sin soltar a Bill, quien se limitó a acomodar aún más su cabeza en el hueco del cuello de Tom.

«Todo estaba mal contado» susurró desde su posición, siendo amortiguado por el cuerpo de Trumper.

Verina apretó los labios, sintiendo aquella opresión horrible de ver a su hermano crecer, sintiéndose preocupada de que su pequeño cachorro fuera a quedarse con un hombre doce años mayor que él, un hombre que hacía años había terminado de estudiar, que tenía una hija y un divorcio pendiente, le asustaba el hecho de que su pequeño, pequeño hermano quisiera tener una vida con un hombre que ya tenía una hecha, mientras que Bill recién acababa la universidad y superaba las drogas.

«Solo quiero que me perdones» esta vez fue Tom quien se dignó a verla a los ojos,
hablando con toda sinceridad mientras sostenía al tatuado por la espalda.

La mujer se mordió los labios, volteando a la cocina y viendo a su esposa cocinar con cierta molestia, pues conocía esas muecas, y sabía que Carry estaba furiosa con ella.

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