Entrada #29

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Para cuando él también subió al auto, aquel nudo que llevaba acosándolo durante tres días explotó y lo dejó caer en lágrimas, una vez más.

La impotencia era demasiada, las palabras de desprecio seguían repitiéndose en su cabeza y la idea de que todo se fuera al carajo no parecía querer irse tampoco; Carry le rodeó de los hombros mientras Verina subía al auto, dejando a su esposa y hermano atrás mientras ella tomaba el asiento conducir y prendía aquel motor.

«No es tu culpa» le recordó la peliverde, frotándole el hombro a aquel roto muchacho.

Verina soltó un suspiro, viendo la escena desde el espejo retrovisor; le dolía ver a Bill tan roto, tan... Corrompido. Tal vez no sabía quien era la ex esposa de Tom, pero no hacía falta verla para odiarla terriblemente. Con Billy no se jugaba.

Sus dedos se apretaron contra el volante de solo pensarlo, bueno, Verina también era una mujer... No iba a importar mucho si se lanzaba a los golpes con aquella tal Heidi en caso de ser necesario.

Bill, en cambio, solo podía odiarse más por haber esperado tres días para volver al hospital, tanto Carry como su hermana le habían dicho que descansara, que ese intento de suicidio había sido algo totalmente terrible y que no debía exponerse a explotar de nuevo, por lo cual había tenido que esperar.

Por desgracia Kaulitz era sensible, podía romperse fácilmente así como había roto a mucha gente atrás. Su mente siempre fue revoltosa, y que alguien le remarcara sus errores solo le recordaba a aquel muchacho estúpido que solía emborracharse y drogarse cada fin de
semana, fornicando con el primer hombre que se dejara besar.

Y ahora estaba ahí.

Con el corazón latiéndole al cien, lágrimas de desesperación y palabras que tendría que soltar al pisar un hospital, él estaba ahí. Listo. Con una esperanza al corazón. Totalmente
enamorado.

Algo que ni el Bill mismo hubiera imaginado.

El camino fue desgraciadamente corto, Verina estacionó su pequeño Chevy Fiesta enfrente del hospital y Carry desenvolvió sus brazos del cuerpo de Bill, haciendo sentir a éste, de nuevo totalmente solo.

«Quiero que seas fuerte» le susurró la muchacha de ojos oscuros, usando su pulgar para limpiar aquellos ojos miel llenos de odio a sí mismo y dolor.

«No creo que esto salga bien» susurró el pelinegro, su hermana mayor soltó un suspiro desde la parte delantera del auto, soltando el volante y cruzando a la parte trasera después.

Bill le vio con los labios apretados, sintiendo a la mujer envolverlo en un abrazo.

«No te pongas negativo, Cachorro, Tom no tiene por qué odiarte.

«¿Y si ya despertó?» Susurró el universitario, sintiendo el calor de su hermana separarse. Veri le sonrió de lado.

«Entonces sacas toda tu historia.

«¡Y que esa perra muerda el polvo!» Ambos hermanos voltearon ver a Carry, quien se sonrojó al mismo tiempo «Es que lo hizo llorar... Y con mi Billy boy no se juega» se excusó, con un puchero en los labios.

Verina soltó una risita, volviendo la vista a su hermanito.

«Agallas» sonrió «¿Recuerdas nuestro dicho?» Bill dibujó una sonrisa de lado,
levantando el dedo anular de su mano.

«No importa si es bueno o malo...» Murmuró, viendo a su hermana con ternura.

«Desgraciadamente ahí voy a estar a tu lado» le completó la castaña, abrazándolo después «Tú puedes.

«Eso espero» suspiró el muchacho, separándose del abrazo una vez más y abriéndose paso entre Carry para salir del auto.

Soltó un suspiro, volviéndose una vez más a aquella pareja para sonreírles, y entonces caminar al hospital...

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