Entrada #17

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Y es que el simple hecho de despertar y ver esa nariz redondita, con ese rostro tan infantil y una hermoso, era diez veces mejor que despertar y ver a la mujer con la que ya llevaba más de diez años viviendo.

Tom estiró una de sus manos, acariciando el dormido rostro de su amante, quien lucía como un pequeño angelito. El moreno se removió en la cama, sintiendo un ardor incómodo de la cintura hacia abajo. Maldito él y sus ideas.

Estiró su boca, besando levemente los labios del pelinegro. Bill embozó una sonrisa, sin abrir los ojos.

«¿Estás despierto?» Susurró el mayor, apegando más al muchacho por la cintura, el peliengro abrió los ojos, ensanchando su sonrisa.

«Solo esperaba oír tu voz para saber que lo de anoche había sido real» susurró, dejando que otro besó se depositara en sus labios.

«Pues me arde el culo, así que deduce tú si en verdad fue real» Bill soltó una risita, posándose sobre el de trenzas, con ambas piernas a los lados de su cadera. Acarició el pecho desnudo del artista, agachándose para besarle los labios.

«No fue mi idea» sonrió, sobresaltándose al ser tomado por Tom para que éste se sentara.

«Quiero mi venganza» ronroneó, afirmando el trasero de su tatuado a su cuerpo para después bajar los pies de la cama y levantarse de la misma.

Bill envolvió sus piernas en la cintura del mayor, rodeándolo del cuello para después besarlo.

Caminaron al cuarto de baño, dejando que la manta cayera en el camino, así sus cuerpos quedando a la intemperie. Tom abrió la puerta del baño sin dejar de cargar al pelinegro, se adentró, dejando que Bill se bajara de encima, más el mayor no dejó de abrazarlo por la cintura.

«¿Quieres tomar una ducha?» Murmuró el artista, besando la nariz del blogger.

«¿En el baño? Creí que veníamos a bailar tap» Tom hizo un puchero, molesto ante el sarcasmo usado en el tono de Kaulitz. El muchacho soltó una risita, volviéndose a la regadera para abrir luego el glifo del agua.

«Baboso» murmuró Tom, adentrándose en el agua fría y llevándose a Bill consigo.

«Hijo de tu...» Jadeó el menor, al sentir el chorro de agua fría encima.

Tom soltó una risita, sintiendo el agua cada vez más caliente.

«Ya se nivelará» musitó, besando de nuevo los labios del tatuado, Bill embozó una sonrisa, enredando sus dedos en las trenzas húmedas del contrario.

Siguieron viéndose a los ojos, sin decir ni hacer nada, dejando que el agua recorriera sus cuerpos, estos totalmente pegados uno al otro, Tom alzó una mano, acariciando la mejilla de su amante.

«Ojala esta mañana no acabara nunca» susurró, antes de inclinarse y besar los labios de Bill una vez más...

El tatuado soltó una risita, abrazando a su hombre por detrás, dejando su mentón descansar en el hombro del contrario.

«¿Qué vamos a cocinar hoy Cerebro?» Murmuró con la voz aguda, haciendo reír a Tom.

«Lo que cocinamos todas las noches, Pinky, ¡Tratar de cocinar panqueques!» Ambos rieron, Bill besó el cuello del artista antes de separarse.

«¿Entonces serán waffles?» Sonrió recargándose en el hombro de Tom, ignorando totalmente lo de panqueques.

«¿Quieres waffles?

«Quiero waffles» afirmó el tatuado, haciendo reír al mayor.

Después de la ducha, en la cual sorprendentemente ninguno avanzó más de los besos y caricias, Tom se deslizó unos simples pantalones de lana, mientras que Bill solo se colocó la remera enorme que el mayor tenía del equipo de los Gigantes, junto con
su ropa interior.

Era la vestimenta que ambos solían usar cuando estaban solos, aparte de que era muy cómoda, les hacía sentir como viviendo juntos, y es que aunque ninguno lo hubiera mencionado, ambos ya tenían la costumbre de vestirse así después de hacer el amor, si
contaban con el tiempo, claro.

«¿A qué hora irás por Leni?» Murmuró Bill, sirviendo un trío de waffles en un plato y cuatro en el otro.

«Le mandé un mensaje a Heidi, ella pasaráa por la niña cuando venga de regreso» explicó Tom, poniendo las dos tazas de café en la mesa del comedor.

Bill salió de la cocina, colocando el plato con tres waffles en el lugar de Tom y el de cuatro en su lugar, el mayor le robó un beso antes de pasar a su lado y sentarse en la mesa.

«Cuatro waffles, recuérdame nunca llevarte a un restaurante si no es bufet cuando estemos juntos» Billy soltó una risita, sentándose en su lugar.

«A veces eres muy cruel conmigo» le sacó la lengua, llevando su tenedor al primer pedazo de waffle.

Tom se llevó la taza de café a los labios, antes de que Bill se levantara de golpe,
corriendo fuera de la mesa.

«¿Vas a vomitar?» Preguntó el mayor, después de tragar el café.

Bill se detuvo frente a la estéreo, frunciendo el estrejo.

«¿Por qué haría eso?

«No lo sé, recordé lo que te preguntó Leni y pensé que tal vez podrías estar
embarazado» Bill soltó una carcajada, conectando su celular en la estéreo.

«Ahora sé de dónde sacas tanta imaginación para tus cuadros» murmuró, seleccionando
un álbum de Pink Floyd en su móvil.

«¡Sí nos podemos embarazar! Lo vi en Tumblr» señaló acusadoramente con su tenedor al pelinegro que caminaba de vuelta a la mesa.

«Y después encontraste mi blog, ¿Qué clase de etiquetas buscas en ese lugar?»

Cuestionó el tatuado, sentándose a comer de nuevo. Tom se limitó a encoger los
hombros.

«Mi vida era muy deja vú antes de que tú llegaras, no tenía nada qué hacer» Bill le
sacó la lengua, llena de comida» ¡Agh! ¿Ves? ¡Eso no es cliché!» El menor volvió a meter la lengua, masticando mientras una risita salía de su garganta.

«¿Entonces tenemos hasta qué horas para volver allá afuera y enfrentarnos con orcos gigantes?» Tom hizo una mueca de confusión.

«¿Y yo soy el creativo?» Un pedazo de waffle le cayó en el rostro desde el tenedor de Bill.

«Tú contesta.

«Pues... No lo sé, tal vez hasta las cuatro o cinco» murmuró, metiéndose un trozo de waffle a la boca.

Siguieron comiendo en silencio, sin contar el constante tarareo de la música por parte de Bill.

A Tom le encantaba simplemente verlo, era tan extraño en todo, le gustaba la forma en que el muchacho le hacía sonreír sin hacer algo en especial, y es que al principio Heidi llegó a ser así, mas era ocasionalmente, muy de vez en cuando, mientras que con Bill era cosa de todo el tiempo.

Su sonrisa, sus movimientos y su necesidad de tener música en el ambiente, tenían al moreno totalmente absorto, tanto... Que cuando la puerta principal de la casa se abrió, él no la escuchó, Bill seguía entretenido cantando y comiendo el desayuno,
perdiéndose de todo lo que pasaba a su alrededor, como siempre hacía.

Tom sin embargo se preguntaba cómo es que no lo había conocido antes, tal vez fue la diferencia de edades, pero entonces venía otra duda ¿Por qué ahora?

«¡Hola papá!» Ambos volvieron a la realidad de golpe, girándose a la pequeña rubia que los veía desde dos metros al lado.

Tom sintió la sangre bajarle de temperatura, intercambió miradas con Bill, quien le veía totalmente asustado, estaba por decirle algo cuando una segunda voz le llamó la atención:

«¿Qué tal la...?» El mayor volvió la vista a la persona que estaba posada detrás de

Leni, con la boca ligeramente abierta y la vista fija en Bill.

Ahí estaba Heidi. ¿Ahora que?

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