Entrada #16

23 4 0
                                    

La manera en que se besaron parecía decir bastante, el menor tenía ambas manos en el pecho de su amante, sin ni siquiera tener la leve noción de que su novio, su prometido,Georg , existía.

Se inclinó, profundizando el beso, dejando que las manos de Tom delinearan su trasero, haciendo círculos y jalando el tirante de las bragas que su amante le había obligado a usar, y que por ente, estaban comenzando a apretarle de sobremanera los testículos.

«Quiero que me dibujes» susurró el tatuado, haciendo que el mayor soltara una risita en sus labios.

«Cálmate Rose» Bill apretó las piernas, haciendo que el moreno soltara un
gruñido, endureciendo más su miembro.

«Entonces cántame» murmuró, estirando su mano para tomar la de Bill.

El artista le vio fijamente, arqueando una ceja.

«Pero quiero que tú también hagas algo.

«Tom, estoy usando unas malditas bragas cada vez que...

«Dime te amo» el tatuado paró de replicar de golpe, volteando a ver a su amante.

«Te amo» admitió con una obvia sonrisa, bajando sus brazos para deshacerse de la única prenda que vestía su acompañante. El mayor le detuvo por las muñecas, sin dejar de verlo.

«Pero dime lo que sientes. Que estarías dispuesto a todo por mí, incluso a dejar a Georg»

Bill se detuvo, incorporándose de golpe.

«Yo te amo, con locura, sueño contigo, tanto despierto como dormido y...» Se quedó en silencio, haciendo que Tom arquearse las cejas.

«¿Y...?» Le animó, sin dejar de frotar las caderas del menor.

«Y...

«Bill, ¿No dejarás a Georg ?» La respuesta tardó más de lo que tenía, haciendo que el de trenzas tumbara al menor de encima y caminara a la puerta.

«No, Tom, no es eso...» La puerta se cerró de un azotón, logrando que un suspiro abandonara los labios del menor.

Se bajó de la cama, tomando alguna camisa del contrario de su armario y salir del cuarto maldiciéndose por tener una erección a medio atender en esas estúpidas bragas.

Bajó las escaleras, encontrándose con Tom sentado en el sofá, sobando su sien.

«Tomi...» El mencionado se levantó del sillón, dispuesto a subir y bajar escaleras si tenía que evitar a Bill.

El tatuado le tomó del brazo, usando la fuerza que rara vez tenía.

«Tom, mírame» su voz salió firme, casi igual como la de su madre, Charlotte, cuando reñía a su esposo cuando en alguna fiesta, Gordon se pasaba de copas.

El artista se giró, olvidando por unos segundos que él era ahí el adulto; que Bill solo era un muchachillo de 24 años, cuando él tenía 36 y toda una vida siguiéndolo.

«¿Qué?

«Yo te amo» murmuró igual o más seco el tatuado, Tom giró los ojos, irritado.

«A'ja, ¿Y?» Se zafó del agarre y dio dos pasos hacia atrás «Mira Bill, si no estás

dispuesto a terminar con tu novio, no sé por qué...

«Tengo miedo.

«¿Qué?» El ceño de Tom no podía estar más fruncido. «¿De qué? Aquí el de la familia

soy yo» se señaló «Aquí el de la heterosexualidad, la esposa, y la hija, soy yo Bill, tú lo único que tienes que hacer es terminar a Georg y venir conmigo ¿Dónde hay miedo en eso

TUMBLR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora