Entrada #26

24 5 4
                                    

Era de extrañarse que Heidi hubiere aceptado dejar ir a Leni, aunque honestamente, a Tom le asustaba que todo eso fuera parte de algún plan malvado y que la rubia estuviera viéndolo desde algún punto de la casa, lista para hablar al FBI o algo así.

Bill le había tomado la mano entonces, sonriéndole con sinceridad para infringirle confianza, y hasta ahí, el moreno se había sentido mejor. Habían comido un paquete de KFC fórmula secreta con toda la tranquilidad del mundo y después Leni había convencido a los hombres de ir al parque que estaba cerca de la casa de Verina a jugar un rato. Bill había dicho algo al respecto, pero justo en ese momento Leni se había
lanzado contra el cuello de Tom, diciéndole lo mucho que lo quería. Así que el padre había aceptado.

«¡Te toca!» Bill sintió un empujoncito en sus piernas, bajo la mirada, persiguiendo a la niña que recién echaba a correr e ignorando completamente la pregunta que le había hecho Tom, así como soltando la mano de éste

«¡Oye, estaba distraído!» Exclamó, corriendo a través del asfalto, en una persecución a aquella niña de bonitos ojos.

Tom soltó una risita, siguiendo su paso lento a través de la banqueta, se sentía mucho mejor poder tener a su hija y pareja juntos, le alegraba el hecho de que esa pudiera ser su familia: con Leni y Bill.

La idea de que pudieran comprar una casa, con un gran patio y muchos perros le gustaba, ese tatuado lo valía, y su princesa lo valía aun más.

«¡Leni, espera!» Escuchó la voz de Bill y cuando el mayor subió la mirada sintió todo su cuerpo flaquear.

Ya antes Carry le había comentado que por su hogar había dos avenidas de autos cerca, incluso Tom había tenido que cruzar una de esas avenidas para ir por Bill a la universidad, aunque no recordaba haber escuchado que el parque se encontrara del otro lado, o tal vez sí lo había hecho, y había decidido simplemente ignorarlo.

Vio a Bill dejar de trotar y comenzar a correr, más su pequeña le llevaba al menos tres metros de ventaja, por lo cual para cuando el tatuado pisó el concreto, una escena que se repetiría en la cabeza de Tom durante toda su vida se efectuó;

Leni. Auto. Choque.

La pequeña fue arrojada por un Zuru 2004 que bajaba la avenida a toda velocidad, el padre sintió su alma volar lejos de su cuerpo y sus pies dejaron de funcionar.

Todo pareció perder el sonido, el mundo comenzó a darle vueltas y solo pudo ser espectador de cómo Bill seguía corriendo hasta tomar el cuerpo de la niña, la cual había caído al menos dos metros lejos del auto.

Los latidos de su corazón comenzaron a carcomerlo, no podía escuchar cómo una mujer corría a la cabina de teléfono a marcar a una ambulancia, no escuchaba ni a Bill sacando a la niña de la avenida, ni tampoco el cómo el Zuru se había detenido y de él había bajado un muchacho de cabello cobrizo con los nervios a flor de piel.

Todo estaba demasiado confuso, su cabeza solo podía repetir aquella escena ocurrida hacía solo minutos y su mirada no podía separarse de su hija: con sangre
emanando de su nariz, las rodillas sangrando y sus piernas torcidas de alguna extraña manera.

Todo comenzó a tornarse más borroso, dejándole con aquel pitido sordo de su conciencia, dejándolo caer en un vacío, donde nada parecía importar, donde, a fin de cuentas, se iba a enfrentar.

Sintió sus piernas flaquear, escuchó su hombre, ahogado por lágrimas y divisó el ruido de una ambulancia, más eso no impidió, que todo se tornara negro...



Llevaba al menos ya dos horas solo en la sala de estar.

Su pecho bombeaba la más rápida de las sangres y sus uñas estaban totalmente
mordidas, la idea de que todo esto era su culpa no parecía querer abandonarlo.

TUMBLR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora