El Proyecto y la Sombra

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Ivy Lennox se encontraba en su laboratorio, absorta en los complejos algoritmos que le permitirían finalizar su proyecto más ambicioso: TraceX, una tecnología que prometía revolucionar el mundo de la criminología. Con solo una pequeña muestra de ADN, podía rastrear a una persona en cualquier parte del mundo. Sabía que su invento cambiaría muchas vidas, pero algo dentro de ella no estaba del todo seguro si eso era lo que quería para la suya.

"Tal vez papá tenga razón", murmuró mientras miraba las pantallas llenas de datos, sus dedos jugueteaban con un mechón de su cabello oscuro, "Quizás esté perdiendo el tiempo aquí abajo".

Su padre, un hombre poderoso con fuertes conexiones en el gobierno, había insistido en que debía abandonar su investigación y casarse con el hijo de uno de sus amigos. Aunque Ivy nunca había mostrado interés en relaciones amorosas, la idea de tener, finalmente, a alguien parecía ofrecerle un atisbo de emoción.

Esa noche, mientras caminaba por los fríos y largos pasillos de la mansión, Ivy sentía algo extraño en el aire, una sensación pesada que no podía identificar. Las sombras se alargaban a través de las ventanas mientras avanzaba hacia la habitación de su padre. De repente, se detuvo en seco. Sintió una presencia. Alguien la seguía.

Antes de que pudiera reaccionar, un estruendo la hizo girar rápidamente hacia su izquierda. Las ventanas explotaron en mil pedazos, y una figura emergió entre los fragmentos de vidrio. Un joven, alto y delgado, pero con una presencia abrumadora, llevaba una máscara de media cara que cubría sus rasgos, excepto unos ojos morado oscuro que la taladraban. Sus pupilas brillaban con una intensidad aterradora. Su cabello negro caía en desorden, dándole un aire salvaje y peligroso. Ivy no podía negarlo: había algo extrañamente familiar en él.

"¿Qué demonios...?" susurró, incapaz de procesar lo que estaba ocurriendo.

El hombre la miró durante un segundo más antes de que otros diez hombres enmascarados aparecieran tras él. La presión sobre su hombro la obligó a dar un paso atrás, pero no pudo escapar. La fuerza del joven era imposible de resistir. Ivy intentó liberarse, agarrando su brazo con ambas manos, pero era como luchar contra el acero.

"¡Padre!", gritó cuando vio que la puerta de la habitación de su padre se abría. Sin embargo, su corazón se detuvo cuando él, pálido como una hoja de papel, la miró con miedo en los ojos, antes de cerrar la puerta y asegurarla con llave.

Ivy se quedó paralizada. "¿Papá?", repitió, pero la respuesta nunca llegó. El joven enmascarado se acercó más, y lo último que vio antes de perder la conciencia fue su fría sonrisa bajo la máscara.

Ivy despertó atada a una silla, sus extremidades pesadas y su cabeza tambaleándose. El ambiente era oscuro, frío, y en las sombras, podía sentir la presencia de varios hombres. Uno de ellos, destacaba sobre todos. El joven que la había secuestrado se encontraba frente a ella, sus ojos morados la observaban con una calma perturbadora.

"He sido secuestrada, ¿verdad?", murmuró Ivy, tratando de aflojar las cuerdas que la mantenían inmovilizada.

El joven se inclinó hacia adelante, quitándose los guantes de cuero negro con una elegancia casi calculada. "Claro que sí", respondió, su voz baja, suave, pero con un filo que enviaba escalofríos por la espalda de Ivy.

"¿Por qué yo?", preguntó, intentando mantener la calma mientras sentía su corazón latir con fuerza.

Los hombres alrededor rieron, pero su líder, con una sola mirada, los hizo callar de inmediato. Se acercó lentamente, cruzando sus brazos frente a ella. Era alto, con una complexión atlética y una presencia que llenaba la habitación. Cada paso suyo parecía resonar en el espacio vacío. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, inclinó su cabeza y murmuró:

"No sabes quién soy, ¿verdad?"

Sombra del deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora