Dante observaba al hombre con una mirada fría cuando el sonido del disparo lo sacudió. No fue él quien disparó. Giró la cabeza rápidamente y vio a Ivy, herida, jadeante, con la pistola en mano. La había encontrado detrás de él, sin que él se diera cuenta. A pesar de la sangre que brotaba de sus heridas, había logrado disparar. Ivy usó el traje del hombre que acababa de derribar para vendar su cintura, intentando contener el sangrado. Luego se dejó caer al suelo, exhausta.
Dante se acercó lentamente, aún en shock.
—¿Ivy? —preguntó, sorprendido— ¿De verdad sabías usar un arma?
Ella, a pesar del dolor, levantó la cabeza y lo fulminó con la mirada.
—No. Parece nomas. ¡Claro que sí, idiota! —gruñó—. Ah, ¿ahora sí me hablas? —Ivy soltó una risa corta y amarga, pero enseguida se quejó de dolor, y en un arranque de frustración, le pegó una cachetada a Dante.
—¡Oye! —Dante se llevó una mano a la mejilla, incrédulo— ¿Por qué me golpeas?
—¡Eso te pasa por imbécil! —Ivy lo miraba furiosa mientras intentaba sentarse—. No me has dirigido la palabra en todo el maldito día. Ni después de sacarme de esa maldita mansión.
—¡Estaba molesto! —Dante levantó la voz, tratando de defenderse—. ¡No es mi culpa que te secuestraran!
—Mira quién habla —Ivy cruzó los brazos, dirigiendo la mirada a otro lado, indignada—. Irónico que lo digas tú, que también me secuestraste. Ni siquiera te importó lo que me pasara. De seguro fue Nales quien insistió en salvarme...
Eso fue la gota que colmó el vaso. Dante la escuchó y explotó. Se acercó rápidamente y la tomó de los brazos, mirándola con una mezcla de rabia y dolor.
—¡¿Qué no me preocupa dices?! —La sacudió con suavidad, pero su voz estaba cargada de emociones que había contenido demasiado tiempo—. ¡No sabes lo que fue estar sin saber si estabas viva o muerta! —Su voz se quebraba, sus ojos se cristalizaban mientras intentaba calmarse—. Cuando te encontré, Ivy... todo volvió a su lugar. ¡Maldita sea! Sentí que mi corazón empezaba a latir de nuevo. No sabes lo que me dolía estar sin ti, lo nervioso que estaba... y lo odio, odio sentirme así por alguien...
Ivy lo miraba en shock. ¿Dante estaba siendo sincero? ¿Realmente había sentido todo eso? Las palabras de él comenzaban a desmoronarse, y su voz cada vez sonaba más rota. Ella, aún incrédula, sentía cómo sus propias emociones se desbordaban.
—Ivy —continuó Dante, sus manos temblaban ligeramente al sostenerla—, te odio. ¡Te odio por hacerme sentir tan malditamente débil! —Gritó, sin poder contener más lo que sentía—. ¡¿Quién te dio permiso de tener el control de mis latidos, de mis decisiones?! ¡Eres una desconsiderada por no pensar en lo que yo estaba sintiendo! ¡No hables por mí nunca más!
El silencio cayó entre ambos. Las palabras de Dante flotaban en el aire, cargadas de una mezcla de desesperación, rabia y algo más profundo. Ivy, sin decir nada, lo abrazó con fuerza. Él se quedó paralizado, incapaz de reaccionar al principio, pero cuando sintió sus manos acariciar su cabello, algo dentro de él se rompió. La abrazó con una desesperación que nunca había mostrado, y sus sollozos empezaron a escapar de su garganta.
Ivy lo sostenía con fuerza, sintiendo cómo el corazón se le partía al escuchar a Dante llorar. Él no era un monstruo, no. Dante era alguien roto, un niño en el cuerpo de un hombre, luchando por no dejarse llevar por sus emociones. Ivy sabía que estaba herido, y no solo físicamente.
—Lo siento, Dante... —susurró, su propia voz quebrándose mientras intentaba calmarlo. Pero entonces, un dolor agudo la atravesó y empezó a toser.
Dante se separó bruscamente al notar la sangre en la mano de Ivy.
—¡Ivy! —gritó, su voz llena de pánico.
—Estoy bien, Dante... —intentó tranquilizarlo, pero él no le creyó. No después de todo lo que había pasado.
—No, no lo estás. —Dante la alzó en brazos sin decir una palabra más, decidido a no permitir que las cosas volvieran a salirse de control—. Hazme caso una vez en tu vida.
—Dante, de verdad, puedo caminar... —Ivy trató de sonar convincente, pero su voz era débil.
—¡Cállate! —Él no podía revivir lo que había pasado antes con su madre—. No quiero perderte, ¿entiendes?
Corría por los pasillos buscando desesperadamente un lugar donde pudiera atenderla. Su vista se fijó en una puerta al fondo y corrió hacia ella con la esperanza de encontrar lo que necesitaba. Pero Ivy ya apenas podía mantenerse consciente. Todo a su alrededor empezaba a volverse borroso, y los sonidos parecían distantes.
"Pobre Dante, ya me morí," pensó irónicamente mientras cerraba los ojos.
Lo siguiente que escuchó fue una voz, profunda y grave. ¿Era Dios? ¿Jesús? "¿Ivy? ¿Estás despierta?"
Cuando intentó abrir los ojos, la luz blanca la cegó por un instante. Parpadeó varias veces hasta que todo comenzó a enfocarse. No estaba en el cielo. Estaba en una habitación, rodeada de equipo médico.
—¡Ivy! —La voz de Dante sonó aliviada, y cuando ella lo miró, lo vio sonreír. —Sabia que estarias bien.
—¿En serio? —Una voz medio grave, masculina, interrumpió—. Hace un rato parecías estar rezando, ¿desconfías tanto de mí cómo para ponerte a rezar?
Ivy giró la cabeza y vio a un joven de unos 19 años, vestido con un traje de doctor. Tenía una cara impecable, ojos verdes y cabello color oliva. Parecía mucho más joven que Dante.
—Me llamo Matias Moshner —dijo con una sonrisa leve—, hermano gemelo de Dante. Bueno, casi.
Ivy parpadeó. ¿Gemelo? No se parecían en nada.
—¿Cómo rayos me vendaste? —preguntó mientras señalaba su torso vendado.
—Tuvimos que desvestirte para la cirugía. No te preocupes, no vimos nada. Practicamos desactivar bombas sin necesidad de ver, ¿crees que no podríamos hacer lo mismo para atenderte? —respondió Matias con un tono despreocupado. Y los dos hicieron un gesto de OKEY. Como si fuera lo mas normal.
Ivy los miró a ambos y, sin pensarlo, les lanzó un libro de medicina.
—¡Malditos pervertidos!
Matias simplemente sonrió mientras Dante suspiraba, metiendo las manos en los bolsillos, incómodo.
—Nunca cambiarán... —pensó Ivy, sonriendo por dentro.
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Sombra del deseo.
Non-FictionIvy nunca imaginó que su vida cambiaría por completo en un abrir y cerrar de ojos. Un misterioso y oscuro joven la secuestra, llevándola a una lujosa mansión rodeada de sombras y secretos. Él es Dante, el implacable líder de una poderosa mafia, con...