El silencio en el auto se volvió sofocante. Ivy no sabía cómo actuar, y Dante, por su parte, no le dirigía la palabra. Ambos parecían envueltos en una confusión palpable, como si lo ocurrido hubiera puesto una barrera invisible entre ellos. Dante, queriendo romper la tensión, deslizó su mano con suavidad sobre la pierna de Ivy mientras murmuraba con una media sonrisa, como intentando suavizar el ambiente.
"Ya, ya...", le dijo, con su mano sobre ella.
Pero Ivy, lejos de tranquilizarse, se sintió aún más incómoda. Llevó ambas manos a su rostro, cubriéndolo en un gesto involuntario. Dante lo notó de inmediato, su ceño se frunció con molestia, y retiró la mano bruscamente. Parecía enfadado, pero no dijo nada. Ivy lo sintió, y el aire entre ambos se volvió pesado, pero tampoco se atrevió a hablarle. Había demasiado en juego, demasiadas emociones acumuladas.
Al llegar a la mansión, Dante salió del auto, apoyando una mano en el techo, observando a Ivy con una mezcla de frustración e impaciencia. Justo cuando parecía que estaba por decir algo, ella se adelantó, buscando evitar cualquier confrontación.
"ESTE... BUENO, YA ES TARDE, QUE DESCANSEN", dijo con voz apurada y temblorosa.
Dante se quedó helado. Su rostro se ensombreció por la ira contenida, y de repente, golpeó el techo del auto con fuerza, haciendo que Nales, que lo observaba a la distancia, optara por no intervenir. Sabía que, cuando Dante se enfurecía, ese no era territorio para meterse, a menos que quisiera recibir la peor de las reprimendas.
Ivy se retiró rápidamente a su habitación, intentando dejar atrás el incómodo momento. Se cambió a ropa más cómoda, tratando de relajarse, pero el incidente seguía resonando en su mente. Se miró al espejo, suspirando profundamente, con el peso de lo sucedido cayendo sobre ella. En su reflejo, por un instante, imaginó la figura de Dante detrás de ella, besándola nuevamente. Sacudió la cabeza, como si con ese gesto pudiera alejar los pensamientos, sabiendo que aquello no debía repetirse. No... no debía pasar otra vez.
Decidió ir a su laboratorio para concentrarse en su trabajo, pero el silencio que reinaba en la mansión la incomodaba. Encendió algo de música, tratando de despejarse mientras avanzaba con su proyecto. Pasaron algunas horas, y finalmente, tras un bostezo, se sintió satisfecha. Había terminado su trabajo y decidió que era hora de descansar.
Apagó las luces del laboratorio y se dirigió a su habitación. Al entrar, algo la hizo detenerse. Escuchó el suave sonido de una puerta cerrándose tras ella. Sus ojos, aún adaptándose a la oscuridad, solo podían distinguir la luz de la luna que entraba por la ventana. Apenas alcanzaba a ver el contorno de la habitación. Fue entonces cuando escuchó una voz baja, grave, proveniente del rincón donde estaba su cama.
"¿Qué tienes, Ivy? ¿De verdad tan mal estuvo el beso como para evitarme?", dijo Dante, su tono lleno de desafío, pero con un toque juguetón que la desarmó.
Ivy tartamudeó, incapaz de articular una respuesta coherente. No quería que él se enojara, pero tampoco quería quedar como una tonta. El miedo y la confusión la invadieron cuando escuchó los pasos de Dante acercándose lentamente hacia ella. La poca luz de la luna iluminaba su figura, haciendo que su sombra pareciera aún más imponente. Instintivamente, Ivy retrocedió hasta chocar con la pared.
"Sabes que eres mía, Ivy", dijo Dante en un susurro amenazante, su voz retumbando en la habitación. "Y tienes que hacer lo que yo te diga, ¿verdad? Deja de actuar así... me desespera, ¿entendido?"
Ivy, con el corazón a punto de salírsele del pecho, solo pudo murmurar un tímido "Mmh", como si eso pudiera calmar la situación.
Dante se le acercó más, su rostro ahora apenas a unos centímetros del de Ivy. "No he recibido mi beso de buenas noches todavía", susurró, su aliento rozando la piel de ella.
Ivy, intentando recuperar algo de compostura, respondió rápidamente, "Yo no te doy besos de buenas noches."
"¿Y lo quieres hacer?", replicó Dante con una voz que sonaba más como una orden disfrazada de pregunta.
Ivy quedó en shock. ¿Qué clase de hombre era este, tan directo, tan... intimidante? No sabía cómo reaccionar, y antes de que pudiera responder, cambió el tema para evitar la incomodidad creciente. "Primero te haré una pregunta... ¿por qué estabas tan enojado hoy? Cuando salimos del auto, lo vi en tu rostro."
Dante la miró fijamente, su expresión cambiando a una más seria. "Eso es porque Nales arruinó el momento", dijo en un tono bajo, dominante. "Había llegado justo cuando te besé... ¿Por qué no pudo venir más tarde? Estaba disfrutando el momento, quería que durara más."
Ivy no podía creer lo que estaba escuchando. Su corazón latía con fuerza mientras él continuaba.
"Quería que ese beso fuera más largo, y lo quería repetir. Pero estabas tan... alterada que tuve que calmarte primero", Dante la miró intensamente, sus ojos clavándose en los de ella. "Así que, o te calmas... o te calmo yo."
Un silencio sepulcral invadió la habitación. Ivy no sabía si lo que acababa de escuchar era una afirmación o una amenaza. ¿Dante realmente deseaba besarla de nuevo? ¿O solo estaba jugando con ella?
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Sombra del deseo.
Non-FictionIvy nunca imaginó que su vida cambiaría por completo en un abrir y cerrar de ojos. Un misterioso y oscuro joven la secuestra, llevándola a una lujosa mansión rodeada de sombras y secretos. Él es Dante, el implacable líder de una poderosa mafia, con...