Secretos revelados Parte 2

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Al abrir el diario, las primeras páginas solo mostraban garabatos, cada vez más desordenados, como si el autor hubiera perdido interés en dibujar. Al ir avanzando empezaba a ver que ya en las hojas se empezaban a usar para escribir en vez de dibujar, aunque era difícil entender lo que decía con su letra infantil me esforzaba por entender de la mejor manera posible. Al principio solo mencionaba a su mamá y de lo mucho que molestaba su hermana y padre, pero luego empezó a mencionar a un tal Emiliano que la verdad me llenaba de intriga en una oración decía "Hoy conocí a Emiliano, ¡y me cae muy bien! Por fin tengo a alguien a quien llamar amigo" ¿Qué será que paso con esta amistad que tanto apreciaba Dante? Eso era algo que estaba por descubrir. Pero mi concentración se desplomó cuando escuche esa voz grave e imponente, era Dante...

La puerta de la biblioteca se abrió, y Dante apareció.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, mirándola con suspicacia.

Ivy, intentando disimular, le sonrió.

—Ah, pues, solo estoy aquí leyendo un poco... —respondió. Intentando parecer que no pasa nada malo.

Dante se acercó lentamente, sus ojos se posaron en el libro que Ivy intentaba ocultar.

—¿Qué lees? —preguntó con un tono que mezclaba curiosidad y advertencia.

Ivy, sintiendo que su corazón comenzaba a acelerarse, rápidamente intentó cubrir el diario, pero el gesto no pasó desapercibido para Dante. Con un movimiento decidido, Dante se acercó aún más. Ella, instintivamente, levantó una mano y la puso en su pecho, tratando de detenerlo.

—No, no es nada —dijo, pero Dante ya había notado su actitud defensiva.

Dante frunció el ceño, pero un brillo divertido apareció en sus ojos. Sin dar señales de retroceder, se estiró para intentar tomar el libro, pero Ivy, sin perder tiempo, lo movió hacia atrás, alejándose de su alcance.

—No es justo —dijo Dante, sonriendo con un aire pícaro mientras se inclinaba más cerca. Antes de que ella pudiera reaccionar, Dante cerró la distancia entre ellos y la besó lentamente, lo que los rodeaba se desvanecía.

Ivy, sorprendida, sintió cómo su guardia bajaba por completo, ella relajaba los brazos, dejándolos caer lentamente. Dante, aprovechando el momento, rápidamente tomó el diario de sus manos.

—¡Dante! —exclamó ella, dándose cuenta demasiado tarde de lo que había sucedido.

Dante abrió el diario y lo ojeó superficialmente. Había algo vagamente familiar en aquellas páginas, pero no podía recordar exactamente qué era. Entonces, sus ojos se detuvieron en una palabra: Emiliano.

Su expresión cambió de inmediato. El ceño fruncido y el disgusto en su rostro eran inconfundibles. Con un gesto brusco, tiró el diario sobre la mesa, como si fuera un objeto sucio que no deseaba tocar más.

—Ivy lo miró, desconcertada—. ¿Qué pasa? —preguntó, su voz cargada de preocupación.

Dante, serio y evitando su mirada, respondió de manera fría:

—No es nada. No leas eso, es patético y repugnante.

Sin dar más explicaciones, comenzó a remangarse las mangas de su camisa negra, miró su reloj y, sin decir una palabra más, salió de la biblioteca, aparentando tener asuntos importantes que atender.

Ivy lo observó marcharse, con una mezcla de confusión y curiosidad. ¿Por qué Dante reaccionaba de esa manera? ¿Qué había en su diario que tanto quería evitar? Con más preguntas que respuestas, se sentó de nuevo y abrió el diario en la página donde había encontrado el nombre de Emiliano.

Sus ojos se detuvieron en una entrada que capturó su atención:

"Hoy Emiliano me dio su número de teléfono. Lo quiero anotar aquí en mi diario para no olvidarlo. Estoy feliz, ahora podré hablar con él más seguido."

El número que seguía estaba escrito con una caligrafía apresurada, casi ilegible, lo que hizo que Ivy tuviera que tomarse su tiempo para descifrarlo. Tras varios intentos, finalmente lo logró. Sin pensarlo mucho, buscó el teléfono y marcó el número, dudando de si alguien contestaría después de tantos años.

Dios, no creo que este tipo siga teniendo el mismo número después de 13 años —murmuró para sí misma, mientras esperaba en la línea.

Al tercer tono, una voz grave contestó al otro lado.

—Hola. ¿Quién habla? —preguntó el hombre, con una voz profunda que resonaba con una calma inquietante.

Ivy tragó saliva, nerviosa.

—¿Habla Emiliano? Soy Ivy Lennox.

Hubo una breve pausa antes de que el hombre respondiera.

—Ah, es una mujer. Sí, soy el mismo. Un placer, Ivy. ¿En qué puedo ayudarte?

Ivy, emocionada por haber encontrado a Emiliano, no pudo contener su entusiasmo.

—¿¡Se acuerda de Dante!? ¿¡Lo conoce!? Me gustaría saber más sobre él...

Emiliano soltó una risa suave, pero algo en su tono hizo que Ivy se pusiera alerta.

—Claro que lo conozco —respondió Emiliano—. Lo conozco como la palma de mi mano. ¿Y tú qué eres para él?

La pregunta sorprendió a Ivy, quien, sin poder evitarlo, se sonrojó.

—Soy... su mejor amiga —respondió, con un ligero titubeo en su voz. parpadeando una variedad de veces. No sabía si estaba bien que lo dijera si.

Emiliano rió suavemente al otro lado de la línea.

—¿Solo su amiga? ¿Estás segura de eso?

Ivy, aún más sonrojada, respondió en voz baja.

—Bueno... sí. Algo así...

—¡Está bien! —dijo Emiliano—. Gracias por decírmelo. Es que casi nunca me cuenta nada últimamente. Me gustaría verte. ¿Te parece bien la cafetería The Queen a las 3:40 pm?

—¡Claro! —respondió Ivy, emocionada—. Nos vemos allí.

Colgó el teléfono, su corazón latiendo rápidamente por la emoción del encuentro. Guardó rápidamente las cosas de Dante y se dirigió a su habitación para cambiarse, se puso un vestido simple de color blanco. Ella baja de las escaleras emocionada pensando "Que emoción. Podré ver al mejor amigo de Dante. Que sorpresa se llevara él cuando sepa que conozco a Emiliano", Ivy sonrió levemente. Pero cuando estaba a punto de salir de la mansión, Dante apareció frente a ella.

—¿A dónde crees que vas? —preguntó, con una mezcla de autoridad y desconcierto cruzándose de brazos—. Y sin mi permiso.

Ivy, con una sonrisa, lo tomó de las manos y le rogó emocionada.

—¡Dante, por favor! Déjame ir a la cafetería.

Dante la miró, notando su entusiasmo inusual.

—Ivy... ¿estás segura de que quieres ir? ¿Para qué quieres...?

Antes de que pudiera terminar, Ivy lo interrumpió, agradeciéndole rápidamente y saliendo corriendo. Dante frunció el ceño mientras la observaba alejarse.

Nales, que había estado observando en silencio, apareció detrás de Dante.

—¿Será que ella está saliendo con alguien? —preguntó en voz baja.

Dante lo escuchó, y sin decir una palabra, sus ojos se oscurecieron. Sentía un peso enorme, y una ira que desconocía ¿Eran celos?. Se subió a uno de los autos, apretando el volante a la vez que el motor rugió mientras Dante acelera, su mente girando con pensamientos oscuros sobre lo que estaba a punto de descubrir. En eso murmura para sí mismo con frustración.

—Más le vale que no esté saliendo con alguien... o lo mataré, y luego a tí.

Su tono era serio, aunque sabía perfectamente que jamás le haría daño a ella. La ansiedad y el miedo de que Ivy pudiera tener sentimientos por otro lo estaban consumiendo por dentro.Una rabia fría se apoderó de él, retorciéndose en su estómago como una serpiente venenosa. ¿Quién se atrevía a robarle la atención de Ivy?

Sombra del deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora