Despertar en Brazos del Jefe

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La noche lentamente fue cediendo paso al amanecer, el suave resplandor del sol filtrándose a través de las cortinas. Ivy, aún medio dormida, se estiró, o al menos lo intentó, ya que algo fuerte la mantenía en su lugar. Abrió los ojos y, con desconcierto, se dio cuenta de que estaba envuelta en unos brazos fuertes y masculinos. ¿Qué...? Giró la cabeza solo para encontrarse con Dante, dormido, sin camisa y abrazándola como si fueran la cosa más natural del mundo.

¡¿Durmió así conmigo?! Pensó ella, su mente dando vueltas. Lentamente, intentó liberar su brazo, levantándolo poco a poco. Justo cuando parecía que había logrado zafarse, Dante inhaló profundamente, lo que la hizo soltar un pequeño grito interno de susto. En un segundo, volvió a acomodarse en su posición original, fingiendo no haber hecho nada.

Dante, con los ojos entreabiertos, se apoyó sobre su brazo mientras intentaba ubicarse. Cuando sus ojos se encontraron con los de Ivy, una sonrisa traviesa apareció en su rostro. Sin previo aviso, dejó caer su cabeza en la almohada, abrazándola aún más fuerte. Con un suave susurro y una caricia, deslizó un mechón de su cabello detrás de la oreja.

—Buenos días, Ivy. —Su voz era un murmullo encantador—. Sé que estás despierta, no te hagas la dormida.

"Rayos, ya me descubrió este." Ivy pensó, incapaz de escapar de la situación. Se giró lentamente y se encontró frente a frente con Dante, su rostro a solo unos centímetros del suyo. Él apoyó la cabeza en su mano y, sin decir una palabra más, la besó. El roce de sus labios fue lento, intenso, y cuando se separaron, le sonrió con esa sonrisa que la hacía tambalearse internamente.

—Eres hermosa incluso dormida. —Le acarició la mejilla suavemente—. ¿Dormiste bien?

—Digamos que sí —murmuró Ivy, sintiendo cómo su rostro se encendía. Nunca había dormido con alguien tan cerca.

—Lo tomaré como un sí. —Él la envolvió con sus brazos desnudos una vez más, dándole un abrazo firme—. Hace mucho que no dormía tan bien.

—¿Ah, sí? Pues bien por ti, porque no lo voy a permitir de nuevo —Ivy intentó levantarse de la cama, pero Dante, con un ágil movimiento, saltó por encima de ella, aterrizando justo enfrente, bloqueando su camino.

—¿A dónde vas con tanta prisa? —Dijo mientras la tumbaba suavemente de nuevo en la cama, acercándose aún más hasta que casi no había espacio entre sus cuerpos.

—¡Dante! ¿Qué crees que haces? —Ivy estaba por levantarse de nuevo, pero él la detuvo con una mano en su hombro, su mirada fija en la de ella.

—Solo quiero pasar tiempo con la chica que me prometió matrimonio. —Sus palabras fueron como una bomba, acercándose aún más hasta que sus labios apenas rozaban los de ella. Justo cuando parecía que iba a besarla apasionadamente, alguien tocó la puerta.

Dante cerró los ojos, visiblemente irritado por la interrupción. Se puso de pie y se pasó una mano por el cabello, intentando no perder la paciencia. Ivy agradeció en silencio, ya que por poco la situación se salía de control. Dante abrió la puerta, encontrándose cara a cara con el mismo joven que los había interrumpido la vez anterior. El chico se quedó congelado, pálido, al ver a Dante, claramente intimidado.

"Este chico debe tener un don para aparecer en los peores momentos." Pensó Ivy, mientras se acercaba rápidamente y empujaba a Dante a un lado.

—Lo lamento, no es lo que parece —dijo apresuradamente, intentando desviar la mirada del chico que temblaba de miedo.

Dante, sin embargo, frunció el ceño, molesto por la negación de Ivy.

—Sí es lo que parece —respondió Dante, con una mano firme sobre el hombro de Ivy para que no se interpusiera—. Dormimos juntos. ¿Te molesta?

El joven apenas podía articular una palabra, claramente abrumado por la situación.

—¡Dante! —Ivy intentó correr hacia él, pero su fuerza le impedía moverse—. ¡Es en serio!

—¿Y bien? —Dante se volvió hacia el chico, con frialdad en su voz—. ¿Para qué vienes a interrumpir?

—El... el desayuno... está listo para la señorita —logró balbucear el chico—. Como usted pidió... desde que ella vive aquí.

Dante suspiró, claramente molesto, antes de decir con tono cortante:

—Vete, ya va a bajar.

Una vez que el joven se marchó, Dante se giró hacia Ivy, inclinándose cerca de su rostro, lo suficiente para que su respiración rozara su mejilla. Ivy cerró los ojos, esperando algún tipo de movimiento inesperado. Cuando los abrió, lo vio colocándose la camisa con total calma.

"Este tipo me va a volver loca." Pensó Ivy, viendo cómo se abrochaba los botones, sus ojos morados fijos en ella por un buen rato, antes de que simplemente se diera la vuelta y saliera de la habitación.

Desconcertada y molesta, Ivy se cambió a algo más cómodo para enfrentar el día, pero mientras bajaba las escaleras y se encontraba con el joven de antes, vio su expresión de terror. "No soy yo, es Dante el que da miedo, ¡por favor!" pensó.

Suspiró y fue directo a la cocina, donde Matias la esperaba con una sonrisa en el rostro.

—Hola, Ivy, ¿has dormido bien? —Le entregó su bandeja de desayuno, siempre tan atento.

—Sí, dormí bien, gracias por preguntar. —Ivy intentó no delatar su confusión interna, pero Matias notó algo. Siempre lo hacía.

—Ivy, estás ardiendo. ¿Estás segura de que estás bien? —dijo, colocándole la mano en la frente con suavidad.

"¡Ay, carancho!" pensó ella, sabiendo que la temperatura se le había subido por la cercanía de Dante esa mañana.

Sombra del deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora