El viento frío acariciaba el rostro de Ivy mientras avanzaban por el sendero del bosque. Había algo siniestro en la quietud del lugar, como si el ambiente estuviera conteniendo la respiración. La luna, única fuente de luz, parecía más pálida de lo habitual, dándole un brillo irreal a todo el paisaje. Los autos se detuvieron al borde de un barranco y los ocupantes descendieron con cautela. Dante, Nales, Xiomara, Matias e Ivy caminaron hacia el borde, observando la profunda caída y el terreno que parecía expandirse como una boca hambrienta.
Matias ajustó su katana en el cinto mientras revisaba el GPS. "Algo no cuadra, aquí debería estar el punto de encuentro." Dijo, golpeando ligeramente el dispositivo. Ivy, sin mucho interés en la tecnología, se adelantó y observó el firmamento. Las estrellas brillaban como diamantes, y por un breve instante, se dejó llevar por la belleza de la noche.
Sin embargo, la calma se rompió cuando Nales soltó un pequeño silbido de admiración. "Miren eso."
Al pie del barranco, una figura emergió de las sombras. Emiliano, con su característico abrigo negro, avanzaba con paso lento pero seguro. Sus ojos centelleaban bajo la luz de la luna, y en su pecho, la gran cicatriz que Dante le había dejado hace años asomaba bajo su camisa entreabierta. Las miradas de todos se fijaron en él.
Dante dio un paso adelante, sus puños apretados y la mandíbula tensa. "Al fin apareces, maldito bastardo."
Emiliano levantó la vista con una sonrisa torcida. "Sabía que no podrías resistirte. Siempre tan predecible, Dante."
El aire se cargó de tensión. Ivy podía sentir el peso de la historia entre ambos hombres. No era solo una batalla física; había mucho más detrás de esas palabras. Matias desenvainó su katana, manteniendo una postura lista, pero sin intervenir. Sabía que esta era la pelea de Dante.
Dante comenzó a caminar hacia Emiliano, cada paso más pesado que el anterior. "¿Recuerdas cuando todo esto empezó?" preguntó, su voz llena de rabia contenida. "Éramos niños, Emiliano. Éramos amigos."
Emiliano soltó una risa amarga. "Amigos... Sí, Dante, lo éramos. Hasta que me traicionaste. Hasta que decidiste que yo no merecía lo que tú querías. ¿Recuerdas lo que me hiciste?"
Dante apretó los dientes, pero no respondió.
"¿No te acuerdas de la cicatriz que llevo en mi pecho?" Emiliano abrió su camisa, mostrando la herida mal cicatrizada. "Tú me la diste, Dante. Tú fuiste quien me arruinó la vida."
Los recuerdos de su juventud volvieron a la mente de Dante como golpes. Habían sido hermanos de armas, casi como familia. Pero algo los había separado, algo que ni él mismo podía recordar del todo bien. Una traición, una pelea que había culminado con Emiliano herido, marcado para siempre. Y desde entonces, había comenzado el odio entre ellos.
"Yo no te arruiné la vida, Emiliano. Tú mismo lo hiciste con tus decisiones, tus malditas ambiciones," respondió Dante, su voz más firme ahora. "Nunca quise que llegáramos a esto, pero parece que siempre buscas el camino de la destrucción."
Ambos hombres se miraron fijamente, sus historias cruzadas como espadas invisibles.
Emiliano sacó una pistola de su cinturón, apuntando directamente al corazón de Dante. "Sabes, siempre he esperado este momento. Pero, al final del día, no se trata de ganar o perder, Dante. Se trata de ver quién puede lastimar más."
Antes de que pudiera disparar, Dante avanzó con una velocidad sorprendente. Su mano atrapó el cañón de la pistola, desviándola justo cuando el disparo resonó en la noche. Una lluvia de chispas iluminó el aire, y los dos hombres cayeron al suelo, luchando con ferocidad. Puñetazos, golpes y patadas volaron en todas direcciones, pero el resentimiento y la historia detrás de cada movimiento era lo que realmente mantenía la pelea viva.
La lucha se prolongó. Emiliano, a pesar de sus heridas pasadas, peleaba con una intensidad inhumana. Dante lo bloqueaba, esquivaba y contraatacaba, pero estaba claro que ambos estaban agotados emocionalmente. Y en medio del combate, las palabras seguían volando.
"¿Te acuerdas de la primera vez que luchamos, Dante?" jadeó Emiliano. "Era por algo tan estúpido. Por una maldita chica que ni siquiera se quedó contigo."
Dante gruñó, lanzando un golpe directo al rostro de Emiliano. "¡Cállate! Esto no tiene nada que ver con eso. Esto es por todo lo que hiciste después. ¡Tú te convertiste en el monstruo!"
Emiliano retrocedió, limpiándose la sangre de la boca. "Yo solo quería lo que tú tenías. ¿Qué hay de malo en eso?"
La batalla continuó con más intensidad, ambos hombres sabiendo que el final estaba cerca. Ivy, Matias y los demás observaban en silencio, sin saber cuándo intervenir, si es que podían hacerlo.
En un momento crítico, Emiliano tropezó hacia el borde del barranco. El suelo bajo él comenzó a ceder, y antes de que pudiera reaccionar, estaba cayendo. Pero Dante, con un último impulso de desesperación, saltó hacia adelante, atrapando su mano justo antes de que Emiliano cayera por completo.
"¡No te sueltes!" gritó Dante, sus manos resbalando por el sudor y la sangre. "¡No puedes rendirte ahora!"
Emiliano, con una sonrisa triste, miró a su antiguo amigo. "Siempre supe que este sería el final, Dante. Ya no puedo seguir. No importa cuánto lo intente, nunca te ganaré."
Dante lo miró, los ojos llenos de lágrimas que no podía contener. "¡No digas eso, maldito! ¡No te atrevas a rendirte ahora! ¡No me hagas esto! ¡No he terminado contigo desgraciado!"
Emiliano, con una sonrisa amarga, aflojó su agarre. "Tal vez en otra vida, Dante. Tal vez entonces te gane."
Y con esas palabras, se dejó caer.
El silencio se apoderó del lugar mientras Emiliano desaparecía en la niebla del barranco. Dante permaneció arrodillado al borde, golpeando el suelo con impotencia, sin poder creer lo que acababa de suceder.
Ivy se acercó lentamente, colocando una mano en su hombro. "Dante... ¿estás bien?"
Dante no respondió. Simplemente se levantó, su rostro endurecido, y comenzó a caminar de regreso al auto. "Volvamos al hotel."
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Sombra del deseo.
Non-FictionIvy nunca imaginó que su vida cambiaría por completo en un abrir y cerrar de ojos. Un misterioso y oscuro joven la secuestra, llevándola a una lujosa mansión rodeada de sombras y secretos. Él es Dante, el implacable líder de una poderosa mafia, con...