Después de que el se diera vuelta empezó a limpiarse el sudor y la sangre de su torso, en eso él pensando que ella se había retirado de la habitación entonces comenzó a desabrochar su cinturón, ella reacciona automáticamente
"¡¿Qué rayos estás haciendo?!", exclamó, sin poder contenerse.
Dante se giró lentamente, sus ojos oscuros y cansados enfocándose en ella. "Desvestirme..." respondió con un tono de obviedad, su voz baja y grave, pero cargada de fastidio.
"¡Oye tú, no hagas...Pero...!" Ivy balbuceó, su rostro enrojecido por lo que estaba presenciando.
"Para cambiarme de ropa. Además, yo tengo nombre. Soy Dante." respondió él con un suspiro, claramente molesto por la interrupción. Su mirada la atravesó con una mezcla de disgusto y desdén. "En ningún momento te pedí que te quedaras a verme. Pense que te retiraste de mi cuarto." Su tono era más frío que nunca mientras se sujetaba el pantalón, como si ella fuera una intrusa en su espacio privado. "Si tanto te incomoda, atrás tuyo está la puerta."
Él le lanzó una mirada severa mientras se volvía de nuevo para terminar de desvestirse. Ivy, con el rostro ardiendo y el corazón acelerado, dio media vuelta y salió apresuradamente de la habitación, cerrando la puerta con tanta fuerza que retumbó por todo el pasillo. Se apoyó contra la puerta, llevándose una mano al pecho.
"¡Maldito loco! ¡Me voy a infartar así!" exclamó en voz baja, su respiración agitada.
Desde el otro lado de la puerta, la voz de Dante resonó con una calma escalofriante. "Te escuché. Y más te vale que te duermas otra vez... o tendremos una charla de la cual quejarte de verdad, además de que tendras un castigo, obviamente, ¿entendiste?"
Sin pensarlo dos veces, Ivy corrió a su habitación y se metió bajo las sábanas, temblando ligeramente. No supo cuánto tiempo pasó antes de que el sueño la volviera a vencer.
A la mañana siguiente, Ivy se cruzó con Dante en el comedor, pero no le dirigió la palabra. No quería saber nada de él, especialmente después de la noche anterior. Él, por su parte, no parecía darle mucha importancia. Su mirada era fría, distante, pero con un toque de algo más... algo que la hacía sentir incómoda.
De vez en cuando, sentía sus ojos sobre ella, esa mirada que le enviaba escalofríos por la espalda. Pero él no decía nada, solo la observaba en silencio.
Mientras caminaba por los pasillos de la mansión, un grupo de hombres la miraba de reojo, susurrando entre ellos. Ivy los notó, pero decidió ignorarlos. Sin embargo, uno de ellos se le acercó con una sonrisa lasciva.
"Hola, ¿sabes que estás hermosa esta mañana?", dijo, extendiendo una mano para darle un apreton de manos.
Antes de que pudiera reaccionar, una voz fría y cortante resonó desde el marco de la puerta. "Jaja. Ni en tus sueños.." la risa solo te produce un mal precentimiento. "En el momento en que la toques date por muerto."
El hombre dio un salto, alejándose de Ivy de inmediato. Dante estaba allí, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, claramente disgustado. Los hombres, incapaces de articular palabra, se retiraron de inmediato, dejando a Ivy sola con Dante.
Ella lo miró, desconcertada. Su mirada oscura la atrapó por un momento, pero después de unos segundos, él cerró los ojos y se retiró, desapareciendo por el pasillo.
"¿Este me estába vigilando?" pensó Ivy, molesta. "Qué pervertido es este tipo."
De repente, Nales, el mayordomo del joven mafioso, apareció detrás de ella con una sonrisa pícara. "Es obvio, es su víctima, sólo él puede tocarla," dijo con un tono burlón. "Dante es muy serio cuando se trata de lo que considera suyo."
Ivy lo miró, confundida. "¿Qué quieres decir con eso? No soy nada de él que yo sepa. ¿Dónde tengo escrito su nombre para considerarme suyo?"
Nales suspiró, mirando a Dante desaparecer en la distancia. "Él no es muy amable ni cariñoso. Y deberías tener cuidado con lo que dices o haces frente a él. Un paso en falso y, quién sabe qué podría pasarte."
"¿Cómo así?" preguntó Ivy, frustrada. "Es un malcriado, se cree que solo por ser fuerte, alto, con una precensia oscura con la que de seguro te mata... olvidalo. El punto es que ¡se cree todo!"
Nales soltó una risa triste. "No es su culpa. Su madre murió cuando él tenía siete años, y su padre... bueno, él era un hombre agresivo. A veces volvía frustrado del trabajo como jefe de la mafia y se desquitaba con su hijo. Dante tiene cicatrices en su cuerpo como prueba. Su padre incluso le prohibió llorar ya que le decía: "Si lloras no tienes el honor de hacerte llamar hombre." Desde entonces él no muestra emociones, ya sea de emoción, tristeza o amor. Solo sabe demostrar el enojo y odio suyo que a guardado durante tanto tiempo."
Ivy bajó la mirada. "AAh, de ahí lo aprendio. No lo sabía..."
"Hubo un tiempo en que Dante sonreía, aunque fuera poco," continuó Nales. "Salía todas las tardes para encontrarse con una amiga en la plaza. No recuerdo su nombre, pero era una niña dulce. Dante solía sonrojarse por ella, y por un momento pensamos que podría ser feliz."
Ivy sintió un escalofrío recorrer su columna. La imagen de un niño en su memoria, un niño que alguna vez fue su mejor amigo, empezó a tomar forma.
"Pero la niña se mudó a otra ciudad, y Dante dejó de sonreír. Luego, su padre lo envió a su primer trabajo como mafioso a los 13 años. Fue exitoso, y desde entonces su vida cambió para siempre. Su padre hizo de todo para deshacerse de él, entonces ahora tenía la oportunidad de sacarlo de casa, dándole dinero para comenzar su propio negocio de Mafioso. Su padre no podía verlo más tiempo, se parecía demasiado a su esposa. Nosotros lo seguimos, aunque no lo parezca, él tiene algo de compasión con nosotros, tal vez sea porque lo tratamos mejor que su propio padre. Él nos trae medicina para tratar nuestras heridas, y a veces, nos dice: Buen trabajo. Quizá parezca poco pero para nosotros, esas palabras nos da la fuerza de querer seguir a su lado. Ya que sabemos que sus palabras no tienen un mensaje oculto, son solo palabras para reconfortarte"
Ivy estaba casi segura. Solo le faltaba un poco más para confirmar lo que su corazón ya sospechaba: Dante era ese niño de su infancia.
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Sombra del deseo.
Non-FictionIvy nunca imaginó que su vida cambiaría por completo en un abrir y cerrar de ojos. Un misterioso y oscuro joven la secuestra, llevándola a una lujosa mansión rodeada de sombras y secretos. Él es Dante, el implacable líder de una poderosa mafia, con...